Kuroba Kaito

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Gracias por leer el capítulo anterior, lo agradezco muchísimo. Dejo aquí el tres, espero les guste al menos un poco de todo lo que yo disfruté escribiéndolo.

 Dejo aquí el tres, espero les guste al menos un poco de todo lo que yo disfruté escribiéndolo

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Kudou Shinichi cerró los ojos y soltó un suspiro por enésima vez en el día. El almuerzo, intacto frente a él, se componía de un bol de arroz, una porción de pescado y una sopa de miso que ya se estaba enfriando. El sonido de las conversaciones y las risas de los estudiantes llenaba la cafetería, pero, para él, todo era como un zumbido distante. Sus ojos miraban fijamente al vacío, mientras su mente enloquecía, atrapada en un bucle casi tortuoso, reviviendo una y otra vez las palabras de aquel ladrón.

«Por favor, detective, al menos dime que esta mirada tuya solo es mía, que solo a mí me has mirado así, Shinichi...»

El sutil recuerdo de aquella voz, de aquel toque delicadamente sugerente matizando las palabras, hacía que su corazón vibrara, diera un vuelco y sintiera un nudo en el estómago. Era tan obvio que el ladrón sabía bien lo que hacía; había pronunciado aquella petición con tal intensidad que, en ese momento, Shinichi se había sorprendido, sintiendo el abrumador deseo de abrazarlo. Sentimiento que realmente lo aterraba.

«No, no puede ser», se repetía a sí mismo una y otra vez, mientras se llevaba las manos a los cabellos. «Solo es sexo, nada más. No puede ser más que eso. No quiero que sea más que eso.»

El detective se frotó las sienes con las manos, tratando en vano de ahuyentar esos pensamientos, pero las palabras de Kid seguían en su mente como un eco incesante. Y, aun intentando convencerse de que todo era una simple reacción física, una forma de calmar su tristeza, ansiedad y depresión, la verdad era que empezaba a dudar de sí mismo, y esa duda lo estaba consumiendo.

«¿Por qué tenía que decir eso? ¿Por qué tenía que hacerlo tan... personal?»

Mientras esos pensamientos lo atormentaban, apenas se dio cuenta de que Sonoko Suzuki se acercaba a su mesa con una expresión realmente preocupada.

—Shinichi, ¿estás bien? Te ves... terrible —dijo, sentándose frente a él sin esperar respuesta.

Al escuchar la pregunta, Shinichi se quedó totalmente inmóvil durante varios segundos, como si su mente se reiniciara metafóricamente, volviendo a integrarse con lo que le rodeaba. Trabajando velozmente en buscar a quién pertenecía la voz en cada rincón de su palacio mental.

—Estoy bien, Sonoko —levantó la vista y forzó una sonrisa—, solo un poco cansado.

Sonoko arqueó una ceja. ¿Ese idiota creía que ella era estúpida o qué?

—Eso no te lo crees ni tú. Mira, si necesitas hablar, sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad?

—Lo sé, gracias —murmuró, volviendo a perderse en sus pensamientos. Sonoko entrecerró los ojos, sintiendo que no había sido tomada en serio.

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