¿Karma?
Después de pensarlo mucho, Kudou Shinichi no puede llamarlo de otra manera. Tras romperle el corazón a Ran al ir y enamorarse como todo un idiota del nuevo estudiante de intercambio, un amor que fue correspondido, terminó devastado al s...
¡Al fin tengo una historia para esta canción!, es que he amado esta canción desde siempre y siempre había querido usarla en una historia pero debido al tema que maneja nunca pude hacerlo, hasta ahora. ¡Estoy contento!
Bueno, dejando eso de lado, debo decir que agradezco a toda aquella persona que ha leído y apoyado el capítulo anterior de esta historia. ¡Muchísimas gracias!
Me despido dejando aquí el capítulo dos. Amé escribirlo, ojalá les guste al menos un poquito.
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La tediosa voz del profesor de literatura no era más que un eco cansino y monótono que llenaba el aula de clases con frases repetitivas y carentes de emoción; para Kudou Shinichi, uno de los mejores estudiantes, el tiempo transcurría lentamente mientras escuchaba la lectura de pasajes de "Kokoro" de Natsume Sōseki. La clase había comenzado hacía unos cuarenta minutos, y cada uno de ellos se sentía como una eternidad.
Llevándose una mano a la cabeza al mismo tiempo que cerraba los ojos, Shinichi intentaba inútilmete concentrarse en aquella mirada borrosa y el toque seductor, sutil y casi erótico de aquellas manos; esas manos tan hábiles en el arte de hacerle perder la cordura por completo. "La dosis de estabilidad", si se le podía llamar así, había perdido casi por completo su efecto. El detective sabía bien que pronto necesitaría volver a ver al ladrón fantasma; un pensamiento que le resultaba profundamente odioso. Odiaba cómo Kaitou Kid lo envolvía, llevándolo al borde de la locura. Para Shinichi, el mago se había vuelto como una droga, la única que lo hacía olvidar que aún no se había resignado a perder a quien ahora debía llamar su 'exnovio'. Y la verdad se sentía como un imbécil y falto de carácter por no haber encontrado una mejor salida; pero después de intentar confrontar a su ex y no encontrarlo por ningún lado, supo que por el momento no había más por hacer. Había esperado verlo entrar al salón al día siguiente de recibir aquel mensaje de ruptura, pero fue inútil; desde aquel último mensaje, no volvió a tener noticias suyas. Intentó llamarlo, solo para descubrir que lo habían bloqueado. También se había presentado en su casa, pero sus familiares, con quienes él estaba viviendo en Beika, le informaron que había pedido un permiso especial por enfermedad (su madre estaba delicada) y se había marchado, sin saber cuándo volvería.
Desde entonces, cada mañana, antes de la primera clase, vigilaba la puerta, deseando verlo entrar para poder ajustar cuentas. Pero eso no sucedió, cosa que lo empeoró todo.
Poco a poco, sus compañeros comenzaron a notar sus cambios de humor, su irritabilidad y el estrés emocional que lo estaba consumiendo. El propio Shinichi no prestó atención a su propio aislamiento ni a su falta de apetito hasta que empezó a experimentar fuertes ataques de ansiedad.
El tercero de ellos fue el primer punto de inflexión. Empezó a perder completamente la calma y, cuando sintió que ya no podía soportarlo más, la tarjeta con el número de Kaitou Kid apareció ante sus ojos. Lo último que supo luego de eso es que lo estaba llamando.