Capítulo II

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Cuatro días antes:

Emma se levantó a las seis de la mañana para prepararse para ir a trabajar. Empezó a buscar el interruptor que iluminaría la oscuridad que la rodeaba palpando las paredes para ver si sentía un interruptor. Pero al intentar buscar a ciegas se dío el dedo meñique del pie contra la mesita de noche y se estremeció flexionando la pierna, agarrándola con las dos manos y soltando un bufido.

Encontró el interruptor entre la penumbra e iluminó toda la estancia. Se dirigió al baño a darse una ducha fría que le relajaban bastante. Se secó el cuerpo y la cara con una toalla, se secó el pelo con el secador y se tapó con una toalla. No quería tardar mucho asi que se hizo un desayuno simple, una tostada con crema de cacahuete y café con leche.

Al terminar se vistió con el uniforme que utilizaba habitualmente, esta vez no se quería maquillar mucho ya que quería que su piel descansara un poco, se aplicó el pintalabios que usaba diariamente, color mate, y se puso un moño bajo que no dejaba salir ni un sólo pelo. Se miró en el espejo y dijo en voz baja:

—Perfecto, la primera vez que me siento satisfecha.

Cogió su bolso y se dirigió a la salida.

En la mitad del camino había una puerta entreabierta y se sintió vigilada.

No estaba sola.

Detrás de ella se encontraba algo que la estuvo atormentando durante cinco años.

—La puerta…yo…Gerald…— consiguió decir.

Ya se estaba empezando a marear, pero estaba haciendo todo lo posible para no desplomarse en el suelo, ocupó toda su energía en ello. Empezó a andar más rápido para llegar a su destino. Cuando se escucharon chirridos, ruedas, giros y por último, un grito. Emma no pudo aguantar más asi que se dió la vuelta y se arrepintió.

La escena era muy trágica, delante de Emma se encontraba a Alina, la hija del señor Hawthorne, en la suelo de la carretera, manchada de sangre, mucha sangre, su vestido azul cielo se tintó de rojo y su pelo castaño claro perdió su color, se volvió carmesí , a su lado se encontraba un coche moderno completamente roto, no se podía arreglar, pero eso no es lo que importaba ahora mismo.

“Seguramente haya ocurrido un accidente“ pensó Emma.

”El coche está empotrado contra el árbol” siguió pensando.

Emma se acercó muy lentamente con la mano en la boca y los ojos como platos, ella no conocía a la joven de no más de quince años, pero la había visto en varias ocasiones.

Emma se quedo tiesa, no sabía lo que estaba pasando, no se lo podía creer.

—¡¡ALÉJATE, ASESINA!!— dijo una voz femenina entre llantos— asesina, asesina, asesina, asesina— murmuraba una y otra vez con el cuerpo sin vida de la joven en brazos.

Era la voz de Sophie, esas lágrimas eran falsas porque al girarse para ver a Emma esbozó una sonrisa de oreja a oreja, pero no de felicidad, si no de malicia, en sus ojos se podía ver que iba a terminar con su reputación y su vida, no tendría piedad, cada oportunidad que se le presentaba la aprovecharía al máximo.

* * *

En el juicio:

—Ella la ha matado, lo he visto con mis propios ojos— dijo Sophie que actuaba gratuitamente.

DÉJAME ENTRAR (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora