Capítulo IV

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Emma nunca había pensado que encontraría compañía en un lugar tan oscuro como la cárcel. Mientras escuchaba a Will, el chico que había conocido tras las rejas, sentía una mezcla de curiosidad y escepticismo.

Sus historias de arrepentimiento y deseo de cambio resonaban en ella una melodía que no había escuchado en mucho tiempo.

Will miraba al suelo, sus ojos reflejaban sombras de recuerdos lejanos y dolorosos.

—¿Sabes?— comenzó con voz temblorosa— hubo un tiempo en el que me encontraba en un prado lleno de tulipanes. Era hermoso, como sacado de un sueño. Una fuente de agua limpia burbujeaba cerca y los pájaros trinaban formando una perfecta armonía. El cielo tenía unos tonos rojizos, anaranjados y amarillentos, un ambiente precioso.

Emma notó que su tristeza se adentraba cada vez más en su relato.

Will, consciente de su propia vulnerabilidad, había logrado soltarse brevemente de las cadenas que sostenían sus muñecas, pero ahora se aseguraba de volver a colocárselas correctamente para que nadie sospechara.

—Pero luego, en un abrir y cerrar de ojos, todo desapareció— Will tomó una pausa, respirando profundamente antes de continuar— tenía solamente cinco años, todavía no había entrado a la educación primaria. Esa mañana, todo se llenó de gritos y humo; las llamas lo devoraron todo, demasiado rápido —tosió suavemente, el recuerdo aún doloroso— un bombero me rescató, y dijo: «Lo siento pequeño, las llamas fueron más rápidas».

Las lágrimas invadieron mis ojos, haciéndole borrosa la vista. Cubrió su rostro con sus diminutas manos, el olor a quemado se colaba en sus fosas nasales.

—¿Cómo se llamaban?— les preguntó un bombero. Intenté responder, pero la voz se me cortó y salió un grito ahogado de mi garganta.

El dolor era palpable en el aire, y Emma no podía apartar la mirada.
Will continuó, con una voz casi susurrante— Esa imagen, ese recuerdo, nunca lo olvidaré. El bombero entendió que no quería hablar más de ellos, así que no volvió a preguntar.

Emma sintió un nudo en la garganta al escuchar la historia de Will. Su propia vida se había sentido así en múltiples ocasiones, momentos de felicidad que se desmoronaban en polvo.

—Te entiendo— dijo Emma suavemente — he tenido muchos momentos en mi vida en los que todo parece perfecto y, de repente, en un segundo, se desmorona. Es como si la felicidad fuera tan frágil que cualquier cosa puede romperla, hay un dicho que dice: «la felicidad es para aquellos que menos la merecen».

Will asintió, viendo en Emma un espejo de sus propios miedos y dolores.

—Es terrible cómo un sólo momento puede cambiar toda tu vida— murmuró Emma— esas experiencias te marcan para siempre. Pero creo que también nos hacen más fuertes. Y aunque el dolor nunca desaparece, tal vez podamos encontrar algo de paz al compartir nuestras historias y apoyarnos mutuamente.

Will la miró con una mezcla de admiración y esperanza.

—Nunca había pensado en ello de esa manera— dijo con un suspiro—Supongo que siempre he estado atrapado en mi propio dolor, sin detenerme a pensar que podría encontrar consuelo en alguien más.

Emma sonrió suavemente— A veces, compartir nuestro dolor con alguien más lo hace más llevadero. Y yo estoy aquí para escucharte, Will.

El silencio que siguió fue cálido, lleno de una compresión mutua que no necesitaba palabras. En ese momento, en medio de la oscuridad de la cárcel, ambos encontraron un rayo de luz en la compañía del otro.

Tras unos minutos, Emma rompió el silencio, cambiando de tema para aliviar la carga emocional.

—¿Sabes?, Siempre me ha fascinado la idea de que el fuego puede tanto destruir como crear. En una fuerza increíblemente poderosa.

Will asintió lentamente, asimilando esas palabras.

—Nunca lo había pensado así. Tal vez mi experiencia con el fuego también puede ser un símbolo de renacimiento, no sólo de destrucción.

Emma sonrió, viendo una chispa de esperanza en los ojos de Will.

—Exactamente. Y tenemos la oportunidad de elegir qué hacer con nuestras experiencias, de construir algo nuevo y potente a partir de las cenizas— dijo Emma comprensiva.

Will la miró con agradecimiento, sintiendo una nueva determinación crecer en su interior. Tal vez, después de todo, había una posibilidad de redención, de reconstruir su vida. Y Emma, con su compresión y apoyo, se había convertido en una parte esencial de ese proceso.

. . .


El clima de la cárcel cambiaba a medida que las horas pasaban, y las sombras se alargaban en los rincones oscuros del lugar. Emma y Will, envueltos en su conversación, no notaron la figura que se acercaba sigilosamente. El crujir de una bota contra el suelo hizo que ambos levantaran la mirada al unísono.

—Vaya, vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí?—una voz profunda y burlona resonó en el aire.

Un hombre alto y delgado, con una cicatriz que le cruzaba la mejilla izquierda, se detuvo frente a ellos. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de desafío y frialdad.

—¿Almas en pena compartiendo sus problemas?— comentó burlándose.

Emma sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.

—¿Quien eres tú?— preguntó ella tratando de mantener la calma en su voz.

—Mi nombre es Darius Silverlake—respondió el hombre con una sonrisa retorcida— pero algunos de aquí me llaman "La sombra"—dijo alzando los brazos.

Will parecía reconocerlo y tensó la mandíbula.

—Darius, ¿Qué quieres?

Darius se inclinó hacia ellos, su presencia imponente llenando el espacio.

—Sólo pasaba por aquí, Will. Pero veo que has encontrado una nueva amiga.¿Qué tal, Emma? ¿Sabías que Will solía ser un alma muy oscura también? Su risa era un tanto intimidante— dijo esbozando una sonrisa— no vine a causar problemas— continuó Darius, levantando en un gesto de paz que parecía más una burla— Sólo quería recordarles que en este lugar, la oscuridad es la verdadera reina. No olviden eso.

Emma sintió la tensión en el aire— Darius, todos aquí tenemos nuestras batallas. No necesitamos mas oscuridad de la que enfrentamos.

Darius rió, su risa resonando como un eco siniestro en las paredes de la cárcel—Eres valiente, Emma. Me gusta eso. Cuidado con esa valentía, podría meterte en serios problemas. Es un consejo— con un último vistazo siniestro, se dió la vuelta y se alejó, desapareciendo entre las sombras de la cárcel.

Will soltó un suspiro de alivio cuando Darius se fue— Debes tener cuidado con él, Emma. Darius no es alguien con quien se deba jugar.

Emma asintió, viendo en sus ojos una determinación fortalecida por el encuentro con Darius. Sabía que el camino hacia la redención no sería fácil, pero estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Y así, con la sombra de Darius acechando en la distancia, Emma y Will se prepararon para enfrentar los desafíos que les deparaba en el futuro, unidos en su búsqueda de luz en medio de la oscuridad de la cárcel.

"Voto por capítulo"

N/a¿Alguien tiene idea de qué insinúa Darius?

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