Capítulo 1: Encuentro en la Tormenta

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El viento aullaba con furia sobre el archipiélago de Inazuma, levantando olas que azotaban las costas con una fuerza implacable. En medio de esta tormenta, un joven samurái con cabello plateado y una hoja como extensión de su ser, Kazuha, navegaba con serenidad. Su barco, pequeño y ágil, parecía ser una extensión de su voluntad, deslizándose entre las olas como un pez en su hábitat natural.

Kazuha estaba en una búsqueda. Había escuchado rumores sobre un misterioso individuo que deambulaba por las tierras de Inazuma, alguien que había dejado un rastro de caos a su paso. Algunos lo llamaban "La Marioneta Errante", otros "Scaramouche". Kazuha, con su agudo sentido del honor y la justicia, sentía la necesidad de encontrarlo.

En el horizonte, entre los destellos de los relámpagos, Kazuha divisó una figura solitaria en la costa rocosa. Era un hombre de apariencia joven, con una expresión de desdén y una mirada que parecía desafiar al propio cielo. Sus ropas, oscuras y elegantes, se agitaban con el viento.

Kazuha atracó su barco y se acercó a la figura, sintiendo una mezcla de curiosidad y cautela. Cuando estaba a unos pasos de distancia, el extraño se dio la vuelta, revelando unos ojos llenos de una frialdad casi antinatural.

—¿Eres tú Scaramouche? —preguntó Kazuha, con una voz tan calmada como el ojo de la tormenta.

El hombre sonrió, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Así es como me llaman —respondió con voz suave pero cortante—. ¿Y tú quién eres, para enfrentarte a la tormenta?

—Soy Kazuha, un errante de Mondstadt, en busca de respuestas —dijo Kazuha—. He oído hablar de ti y de tus acciones. Estoy aquí para entender.

Scaramouche soltó una carcajada seca.

—¿Entender? ¿Qué hay que entender? El mundo es un lugar cruel y yo no soy más que un reflejo de esa crueldad.

Kazuha sintió una punzada de compasión. Había algo en la voz de Scaramouche que hablaba de un dolor profundo, una herida que nunca había sanado. Decidió que, en lugar de confrontación, intentaría otro enfoque.

—Todos llevamos cicatrices —dijo Kazuha—. Pero eso no significa que debamos ceder ante la oscuridad. Hay belleza en este mundo, incluso en medio de la tormenta.

Scaramouche lo miró con una mezcla de burla y curiosidad.

—Hablas como un poeta. ¿Crees que tus palabras pueden cambiar algo?

—No lo sé —respondió Kazuha honestamente—. Pero estoy dispuesto a intentarlo.

Bajo el Cielo de TeyvatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora