Prólogo

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Aquella mujer de cabellos blancos asomo los ojos por la ventana los ojos desdeñosos que apenas desprendían del cansancio, la vehemencia del sol iluminaba la pradería, el hermoso campo que se extendía kilómetros hasta perderse en la inmensurable belleza que aquel poblado podía ofrecer. Las casas eran distantes, eran poquísimas, pese a la preciosidad y tranquilidad que la casona en que se hospedaba le permitía tener, la albina no dejaba de extrañar el bullicio que la siempre desesperada ciudadela de Tokio recibía sus mañanas. Por las paredes, silenciosas resonaban en viejos retratos las risas de la dulce infancia que añoraría con tristeza, se permitió estudiar aquel pequeño cuarto, antes de tomar sus cosas. Con calma bajo las escaleras, el aroma de un delicioso desayuno llego a su nariz, despertando su hambre, saltarina llego a la cocina, topándose con el mesón de madera, este estaba lleno de deliciosas frutas y postres, el par de tazas se hallaba humeante. Un hombre, de cabellos casi blancos, estaba sentado, agarrando una revista, con las piernas cruzadas.

"Buenos días, papá" saludo la mujer, antes de sentarse.

"Buenos días" recibió en respuesta.

Eri, la mujer albina miro al hombre, encontrándose con las arrugas de aquel viejo cascarrabias, pese a la ya notoria edad, aquel caballero se encontraba saludable, con cariño se dedicó a observar su envejecido rostro. Cuando se marchase aquel anciano quedaría solo, sin darse cuenta comenzaría a murmurar para sí. Posibles soluciones que serían negadas.

"Sin duda, eres su hija" en realidad el mayor estaba acostumbrado a aquel ataque de nervios, su pareja, quien ya descansaba tenia aquel habito que daba escalofríos. "El pequeño engendro ha llamado" hablaba sin dejar la revista.

"Papá Izu decía que tengo tu carácter, pienso que mi pequeño Kota es igualito a ti" la mujer disfrutaba del desayuno, ninguno incomodo por el silencio, hace un par de días aquellas mañanas serian ruidosas, sin embargo, aquello que lo hacia divertido no se hallaba más, la cantarina voz ya se había esfumado. "¿De verdad no quieres venir conmigo?" al terminar cuestionó, parándose al lavadero.

"Odio la ciudad, además mi Deku se sentiría solo si me fuera"

"Testarudo como siempre"

"Mi pequeña Eri, se que mi Kacchan no lo dice, pero se sentirá solo cuando me marche, cuídalo por mi"

Para ti (Katsudeku/BNHA)Where stories live. Discover now