Capitulo 3

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Al llegar al punto de reunión para las nuevas estudiantes a cónyuges, nos encontramos con una gran cantidad de carruajes. Había desde los más elegantes, con caballos de paso fino y ostentosos adornos, hasta otros un poco más sencillos que demostraban directamente el estatus de la familia de la cónyuge.


A decir verdad, nuestra familia, a pesar de todas las cosas, nunca ha tenido problemas económicos, por lo que nuestro carruaje también era bastante hermoso. Al llegar a la entrada, nos recibió un guardia que nos pidió los documentos de mi hermana y nos indicó cuál sería la cabaña en la que se quedaría durante el tiempo que estuviera estudiando.


La cabaña era bastante linda; no tenía más que una cama y un pequeño baúl para guardar las cosas. Sin embargo, no se necesitaba más. Las estudiantes compartían su habitación con otras tres o cuatro chicas. Para nuestra suerte, las compañeras de mi hermana no habían llegado. Al parecer, éramos de las primeras en llegar, gracias a la cercanía de nuestro hogar.


Mientras mi hermana acomodaba sus cosas en su habitación, decidí dar una vuelta por la aldea. Era una aldea pequeña, solo para las estudiantes a cónyuges. Cada una de las casas estaba dispuesta en forma de círculo, por lo que todas se podían ver desde cualquier lado. Justo en el centro había un estanque con bellos peces de color naranja brillante y un hermoso puente que lo cruzaba. Debo decir que era mucho más bonito de lo que esperaba.


Como éramos de las primeras en llegar, el lugar estaba bastante solo y tranquilo. No había más que algunos pequeños animales aquí y allá, y el sonido del viento hacía que el ambiente fuera muy acogedor. Mi plan no era quedarme mucho tiempo; debía volver con mi padre para ayudar en las cosas del hogar. Quería asegurarme de que mi hermana estuviera cómoda y en un buen sitio. Además, honestamente, también tenía mucha curiosidad por conocer el lugar.


Aunque no quisiera, sé que en algún momento también tendré que estar aquí. Como mujer, es mi deber saber las cosas básicas de una buena cónyuge, y aunque hoy en día no es algo que me llame la atención, sé que algún día debería casarme y proteger a mi familia.


Crucé al otro lado del lago y vi una pequeña cabaña que era diferente a las demás. Esta se veía mucho más antigua, pero tenía cierto encanto que no tenían las otras. Tal vez simplemente me recordaba al calor de mi hogar. Lo que fuese, me hizo entrar y observar qué había dentro. Al entrar, me encontré con una especie de librería o biblioteca llena de libros. No eran los típicos libros que esperarías ver en un sitio de educación para futuras cónyuges. De hecho, había libros de todo tipo, desde etiqueta hasta poder militar. También había muchos libros sobre las culturas de otros lugares, algo que en realidad era bastante difícil de ver.


Entre tantos libros, encontré uno que llamó mi atención. No tenía nada escrito en la portada, solo una bella ilustración de una espada. Al abrir el libro, me di cuenta de que el título era "Estrategias del arte de la guerra".


Eso llamó mucho más mi atención, pues normalmente nunca escucharías en la misma frase las palabras "arte" y "guerra". Mientras el arte era algo que se consideraba femenino, la guerra era algo instintivo de los hombres. Nunca hubiera imaginado que alguien pensaría en la guerra como un arte.


Mientras ojeaba unas páginas del libro, una anciana me pegó un gran susto al hablarme desde atrás.—Hace mucho tiempo que nadie se interesa por ese pequeño libro, jovencita. No está entre los más populares de mi colección —dijo ella.


Al verla, era una mujer bastante mayor, con el pelo completamente blanco y unos ojos grises que me recordaban a los de mi padre, cada vez más claros con el tiempo. Sin embargo, tenía unas arrugas que, por alguna razón, la hacían ver hermosa, como si hubiera pasado toda su vida sonriendo.


—Lo lamento, no quería entrar sin permiso —dije avergonzada, sabiendo que una de las cosas más importantes para una dama es siempre pedir permiso.—No hay problema, pequeña. De hecho, la compañía de una persona de vez en cuando siempre es buena. Sabes, no muchas jovencitas vienen aquí con el objetivo de leer, y mucho menos lo que tú has encontrado.


—¿Ha leído usted este libro? —le pregunté.—En mi larga vida he leído muchas cosas, jovencita. Sin embargo, debo admitir que no recuerdo muchas de ellas. Aunque debo decir que ese libro es uno de los que más recuerdo —comentó la anciana, cuyos ojos brillaban cada vez que parecía recordar algo.—Señora, nunca había oído hablar de la guerra como un arte. ¿No es eso algo que solo los varones deben conocer?


—¿La guerra? Oh sí, la verdad es que es un hermoso arte. No de la misma manera en que lo piensan muchos, pero los artistas que participan en ella usan su vida y la de otros para construir su obra.—La verdad es que no lo entiendo —dije yo—. ¿Por qué a alguien le parecería bello matar y conquistar?—Sabes, la guerra no es solamente eso —dijo la mujer—. Muchas veces, la guerra puede ser un acto donde cada quien pone todo de sí para triunfar. Eso es lo que la hace hermosa y eso es lo que la hace arte.


Debo decir que no entendí el punto de la anciana. Nunca podré entender cómo, por el honor y cosas tan banales, un pueblo y una familia pueden perder lo más preciado.—Usted dice eso porque no conoce nada. Para decir que ha leído mucho, debo decir que la encuentro una total ignorante, pues parece ser que usted no entiende lo que es perder.—Me disculpo si te he molestado, joven señorita. Sin embargo, creo que aún te falta conocer mucho y saber que no todo es blanco y negro. Puedes llevarte el libro; es un obsequio. Se ve que estará en mejores manos que aquí, acumulando polvo.


Me fui del lugar sin mirar atrás, pero me llevé el libro que me regaló la anciana. Por alguna razón, me llamó la atención. Tal vez me recordaba a mi hermano, pues a él realmente le parecía interesante y disfrutaba aprender sobre la guerra.Después de hablar ese día con la anciana, no la volví a ver. Habían pasado ya dos días desde entonces y debía volver a mi casa. Mi hermana ya se encontraba totalmente instalada y comenzaban a llegar muchas más personas. Sabía que debía irme cuanto antes, pues nunca se ha visto bien que se mienta sobre la identidad de una dama.

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⏰ Última actualización: Aug 01 ⏰

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