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Día 09 - Presente

—Bueno, ya probé doce combinaciones con esmeraldas y palos, y no conseguí nada. ¿Me pasas los manojos de trigo, por favor?

—Claro. —Midoriya obedeció la petición de su compañera, que seguía concentrada en la mesa de crafteo. Caminó hacia la casa y sacó los trigos del cofre.

Hace una media hora que se enfrascaron en la tarea de hallar nuevas recetas. Ambos compartían ideas y se turnaban para plasmar sus hipótesis en aquella cuadrícula de 3×3.

La revelación de sus cuerpos atrapados en el tiempo aún lo tenía intrigado. Al principio se asustó y se mantuvo escéptico por lo surrealista que sonaba. ¿Cómo reaccionas a la idea de quedarte estancado en tu cuerpo de dieciséis años? No es como si esa fuera una duda común en las personas, por lo que sus pensamientos no estaban del todo claros.

Gozar de una juventud eterna hasta sucumbir al martirio de nunca morir por envejecimiento; no muchos quisieran esa forma de vivir. Aún así, encontró un poco de consuelo egoísta al saber que Momo también pasaba por lo mismo. Al menos así no estaría solo en su desgracia.

«No creo que valga la pena pensar mucho en eso. Tal vez solo sea un efecto de estar en este mundo. Si logramos salir, cabe la posibilidad de que esa juventud eterna desaparezca.»

Con esa breve conclusión, se concentró nuevamente en el mundo exterior, dándose cuenta que se había quedado estático frente al cofre quién sabe por cuántos minutos. Miró a sus espaldas, encontrándose con la mirada confusa de Yaoyorozu. No perdió más tiempo y fue hacia ella.

—Pe-Perdón por tardarme —dijo nervioso mientras le entregaba los trigos.

—Solo fueron dos minutos. Supuse que estabas pensando en algo y no quise interrumpirte —respondió Momo tranquilamente, volviendo a concentrarse en idear nuevas combinasciones para la mesa de crafteo.

Dándole una mirada rápida al peliverde, notó que este seguía sintiéndose culpable.

—Descuida, Midoriya. No podría enojarme contigo por eso. —Sabía superficialmente sobre los problemas de socialización de su compañero, por lo que sintió que debía dejarle en claro que no hizo nada malo. Al parecer sus palabras funcionaron, ya que Izuku relajó su postura.

—Gracias... —murmuró, intentando aparentar no estar nervioso, aunque el sonrojo en sus mejillas lo delataba. Momo sonrió levemente enternecida por su actitud.

Pasaron unos minutos en silencio, tiempo donde Izuku se limitó a observar los alrededores, no queriendo incomodar a la pelinegra con su mirada. Mientras fijaba su vista en el río, recordó lo que le había dicho antes Yaoyorozu en ese lugar.

—N-No he explorado mucho de este mundo —rompió el silencio—. Cuando decidí salir de la aldea, solo regresé al lugar donde aparecí por primera vez y, bueno, me encontré co-contigo.

—¿Hmn...? Ah, cierto. —Escuchando al peliverde, recordó su pregunta de hace media hora—. Estuve pensando en cómo regresar. Si de alguna forma llegamos aquí, creo que debería haber una salida. ¿Tú qué opinas?

—Es... Es una posibilidad. Ambos despertamos en una zona aleatoria de este mundo y eso es lo que me inquieta. Hay muchas alternativas de cómo pudimos haber llegado aquí. —Midoriya hizo una pausa, recordando sus pensamientos pasados sobre este tema—. Todo parece indicar que este mundo está compuesto en su mayoría por terrenos naturales, sin mucha intervención del hombre. Creo que la especie más desarrollada aquí son los aldeanos de los que te conté, y ellos a lo mucho tienen pequeñas aldeas y no cuentan con tecnología avanzada.

Pasos sobre cubos | Izuku en minecraftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora