Primer Otoño juntos

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Después de aquel encuentro empezamos a vernos más seguido, al principio me fue algo complicado, pero pude asimilarme, fue algo espontáneo para mí lo admito. Quién hubiera pensado que yo establecería una amistad con alguien.

Dicen que las mejores amistades son cuando ambos tienen varias cosas en común, pero a la vez son muy diferentes, bueno eso lo diría cualquiera, pero ese no fue mi caso. 

—Algo me dice que este otoño será diferente.

Normalmente  esta seria una tarde tranquila, en un momento como este me encontraria sentado en un mueble de  casa disfrutando con algo de buena música mientras cierro mis ojos e imagino estar en esa parte de la historia, sintiendo como el sonido del violín toma control sobre mi cuerpo bajo su sonido y armonía.

Con lo que no había contado era con una invitada inesperada, ella se infiltró en mi casa de tal manera como una serpiente entra a un nido de ave en busca de sus huevos, fue tan sigilosa. Me atrevo a decir que... que podría ser un ninja si ella lo desease. Aun seguía perdido en mi mundo, ella se abalanza sobre mí, como tal tigre embiste a su presa. 

Para mi desgracia o fortuna yo fui aquella presa. 

Ella se dirige a mí, de manera burlesca pregunta. 

—Espera, que haces aquí tan solo, ¿es que acaso no te aburres de estar siempre en soledad? 

—Por cierto, no bailas mal que digamos jeje. 

Lo dijo con una cara cómplice tratando de no reírse, pero sus intentos por contenerse fueron en vano, pero seamos sinceros estaba feliz de que ella hubiera llegado. Soy una persona solitaria no tengo muchas visitas amenudo y las pocas que recibo no sé cómo tratarlas. Le respondo tratando de controlar mis emociones con mi voz algo profundo y alterada a la vez que la miro finciendo gran asombro aun estando en el suelo. 

—¡¿Cómo... cómo entras?! 

— ¿Qué haces a esta hora aquí? 

 Ella mira detenidamente hacia mis ojos mientras guarda silencio respondiendo de manera seria y asimilando una expresión algo intimidante. 

—Siempre sabré como y donde encontrarte.

La atmósfera se vuelve cada vez más pesada, seguida de su riza burlona tanto así que se pueden ver las lágrimas entresaliendose de sus ojos. 

—Tú me compartiste las llaves de tu casa, ¿acaso no lo recuerdas? 

—Bueno... puede que las haya tomado prestadas. 

La miro mientras mi cara adopta una expresión de confusión, pero a la vez tratando de salir de esa situación algo incómoda y vergonzosa. 

— Que recuerde esas llaves las perdidas en nuestra última salida juntos... que por cierto, no quisiera volver a ese lugar. 

—Además, no deberías tomar las cosas sin permiso. 

Ella intenta evadir mis preguntas, respondiendo rápidamente tratando de confundirme a la vez que se baja de mí. 

— Pero si fue divertido nos tomamos muchas fotos, debes agradecerme, fue mejor a que te hubieras quedado encerrado en casa, solo ¿me pregunto que hubira sido de ti, si no hubiera venido?  

—Si hubiera sabido que tenías una cámara lo hubiera hecho antes, además si no la usas mas seguido puede que se dañe por falta de uso. 

Por unos segundos el silencio tomo el control de toda la habitación mientras nuestras miradas no se despegan, pasaron dos segundos  y le respondo tratando de romper la tenten entre los dos. 

Mundos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora