Brisas de Invierno

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Han transcurrido varios meses desde que nos conocimos, ella era una gran aventurera y yo... yo solo era yo. Nuestros encuentros eran aleatorios, ella me relataba sus grandes historias y yo solo la miraba con asombro.

Me miraba fijamente mientras trataba de levantar mi ánimo.

—ven conmigo, sal de tu burbuja, la vida es solo una y debes de vivir al máximo.

Le respondo con una voz un poco baja casi susurrando.

—quisiera hacerlo, pero no somos iguales

Durante el resto del año ella llegaba a casa al atardecer en busca de mí.

Siempre he sido alguien muy solitario, me decía a mí mismo e incluso que no llegaría a lograr nada importante, son algunas de las cosas que pienso mientras miro a través de la ventana viendo hacia la nada. Logro distinguir una silueta a lo lejos, la cual se acerca rápidamente hacia mí, era ella creí que no volvería a verla, ella comienza a hablar mientras corre enérgicamente sin siquiera poder dejar de decirle una sola palabra.

—Ey, ¿qué haces perdiendo el tiempo?, te he dicho que desde ahora vivirás la vida al máximo.

Lo dijo con una mirada y sonrisa cálida, tan llenas de vida, en la cual no puedes percibir maldad alguna, sin darme cuenta tomo de mi brazo y me jalo hacia ella a través de la ventana, me impresiono con la facilidad con la que me saco de casa.

Le grite algo preocupado pero la vez cómodo.

—Ey, espera, mis zapatos, hace frío, voy a enfermar, espera, espera!... al menos...

Ella voltea a verme con una sonrisa que entrecierra sus ojos, o quizás solo, solo sea por la brisa del invierno frío. Agachó la mirada por unos segundos, pero todo se ve lento, como cuando tomas una bebida energética o algo parecido, entre en un trance solo podía reflexionar, que está sucediendo (¿qué es esta sensación? ¿Por qué yo?

Pero si somos muy diferentes, o tal vez sea esa frase que dice que los polos opuestos se atraen, sí, quizás eso sea) levanto la mirada y trato de leer sus labios, que es lo que trata de decirme, si tan solo pudiera.

Escucho su voz a lo lejos.

—no te preocupes, vas a estar bien.

Fue lo último que recuerdo antes de darme cuenta del lugar donde estamos, estoy confundido

— ¿por qué este lugar precisamente?

—¿qué estamos haciendo aquí?

— ¿por qué te gustan este tipo de sitios?

Para aquel entonces no lo supe, quisiera no haberlo sabido, o quién sabe, quizás solo fue porque estaba conociendo una pequeña parte del mundo, o simplemente ese tipo de sitios no son de mi agrado. Miro alrededor y logro divisar unas estructuras de piedras algo maltratadas por el tiempo, algunas eran de madera en forma de cruz, ese día no supe que eran.

Ella me toma del hombro y me dice.

—Relájate, estás muy tenso, o terminarás junto a los demás, jajaja.

— Solo son tumbas, no es para tanto.

Lo dijo burlándose, pero en cierta forma fue agradable, mientras el silencio nos invade se sienta frente a mí abrazando sus rodillas tratando de calor o quizás solo tratando de consolarse, levantando la mirada hacia mí y con una voz suave casi susurrando.

—sabes, no quisiera volver a este lugar, al menos no a este precisamente.

—solo... solo quiero que lo sepas.

Todos mis sentidos se alteraron al escucharle decir eso, las palabras no salen de mi boca, pensarían que era por el frío del invierno al estar sin calzado o abrigado en casa, no era eso, no... fueron... fueron sus palabras, mi cuerpo no reacciono al instante... junté todo el valor posible, me sentí como un espartano, pero mis palabras me traicionaron, quería saberlo, pero mi voz temblorosa solo alcanzo a decir.

—eeeh... estás bien?

Ella me mira fijamente con esa sonrisa burlona típica de su carácter, esa que solo puede poseer. Se levanta riéndose... sin comprenderme, pero no la culpo normalmente suelo malinterpretar las cosas, se aleja lentamente mientras me decía.

—ja, ja, ja no seas bobo, solo quería venir a este lugar, ven vamos esto está por empezar.

Ella camina hacia atrás mientras se sumerge en lo denso de la niebla. Dirijo mi mirada a hacia donde en un momento estaba, un tanto, temeroso doy pisadas cautelosas sumergiéndome en la niebla detrás a ella. Mi visión era totalmente nula como navegar la mar sin un faro que me avisara donde está el peligro de la costa. Con cada pisada que daba mis piernas sufrían golpes leves, en ese momento no le di mucha importancia, algo dentro de mi quería ver hacia donde se había dirigido.

De pronto una mano fue extendida de dentro de la niebla tomando bruscamente de mi brazo jalándome hacia lo más profundo, mi corazón se alteró, por más que forcejeara no podía liberar mi mano, a lo lejos escucho una voz familiar.

— Tranquilo soy yo, te tardabas demasiado y quise darte un aventón, quisiera que veas algo más.

Los latidos de mi corazón empezaron a disminuir, mientras soy llevado hacia ella. Mis ojos lograron ver algunos juegos mecánicos un tanto viejos, ella suelta mi mano mientras corre al juego más cercano, voy detrás de ella por temor a que se lastime.

(A quien quiero engañar, no quería estar solo, lo único que quería era volver a casa)

Ella voltea a verme y con voz alegre me dice.

— Deberías ver esto, ven corre.

Regresa hacia mi toma mi mano mientras aumenta su velocidad llevándome hacia...

— ¿Un carrusel?

Ella suelta mi mano y da brincos de emoción preguntándose si aun servirá, va hacia los controles, al llegar se decepciona al verlos fuera de funcionamiento. 

(Era algo lógico, quien podía pensar que con el paso del tiempo este sitio aun podía funcionar)

Me siento junto al carrusel, ella se dirige hacia mi arrastrando las pisadas, sentándose al lado derecho, inclina su cabeza en mi hombro buscando consuelo, el ruido cesa mientras el viento sigue soplando.

El sitio era tan silencioso, tanto así que el ruido más fuerte que se escucha en él era producido por el viento al golpear con las atracciones. Nos quedamos así demasiado tiempo que perdí la cuenta, con el pasar de los minutos escucho cómo su respiración se regula relajando, volteo mi mirada hacia ella. Estaba dormida, me muevo tratando de ser lo más cuidadoso posible, me quito mi abrigo poniéndolo alrededor de sus hombros mientras la tomo entre mis brazos y la llevo a casa.

Por cada pisada que daba la niebla se dispersaba mostrando un paisaje diferente al que vi al principio.

— Vaya, conque a esto se refería.

La luz de la luna ilumina mi camino al marchar mientras la niebla oculta lentamente el parque, al llegar a la colina escucho un ruido mecánico a lo lejos, volteo dejando soltar una sonrisa. 

Mundos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora