La semana había pasado con rapidez, y con ella, el evento que Alex había mencionado días antes: una reunión en la que presentaría a su nueva novia a sus amigos. Sofia, aunque intentó ignorar la punzada de incomodidad que sintió cuando escuchó la noticia, se encontró incapaz de evitar pensar en ello. El día llegó, y la tarde se instalaba con un sol suave, mientras las risas y las conversaciones llenaban el aire.
Sofia llegó a la casa de Alex un poco más tarde que los demás. Al entrar, el sonido familiar de las voces de sus amigos la recibió, pero una en particular la hizo detenerse. Esa risa dulce y clara no era de nadie que conociera. A medida que avanzaba por el pasillo, se encontró con Alex, quien se acercó a ella con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Sofia! —exclamó, abrazándola con fuerza—. Quiero que conozcas a alguien muy especial.
Antes de que Sofia pudiera procesar sus palabras, Alex la llevó al centro de la sala, donde una joven de cabello castaño claro y ojos brillantes se levantó de su asiento. Su sonrisa era cálida, casi demasiado perfecta.
—Sofia, ella es Valeria. —Los ojos de Alex brillaban con orgullo—. Mi novia.
Sofia sintió que el mundo se tambaleaba por un momento. Valeria extendió la mano, y Sofia, con un esfuerzo, la estrechó, devolviéndole la sonrisa lo mejor que pudo.
—Un placer conocerte —dijo Valeria con amabilidad—. Alex me ha hablado mucho de ti.
—Igualmente —murmuró Sofia, luchando por mantener la calma.
A lo largo de la noche, Sofia se encontró observando a Valeria más de lo que debería. Notó cómo Alex la miraba con una ternura que nunca había visto en él, cómo sus manos se entrelazaban con naturalidad, y cómo sus ojos se buscaban en cada oportunidad. Cada gesto entre ellos era un recordatorio punzante de que Alex estaba fuera de su alcance.
Pero no fue hasta que Valeria se retiró por un momento que Sofia sintió el nudo en su garganta apretarse. Alex se acercó a ella, sonriendo como siempre.
—¿Qué te parece? —preguntó con un entusiasmo que la desgarró por dentro—. ¿No es increíble?
Sofia tragó con fuerza y asintió, forzando una sonrisa.
—Sí, lo es... Es... perfecta para ti.
Y en ese momento, algo dentro de Sofia se rompió. Durante años, había negado lo que sentía, convencida de que su amistad con Alex era suficiente, que sus sentimientos no eran más que un lazo profundo de amistad. Pero ahora, al verlo con Valeria, la verdad era ineludible: estaba enamorada de él.
El dolor de esta realización era como un golpe en el pecho. Se dio cuenta de que ya no podía seguir ignorando lo que sentía, pero tampoco podía confesarlo. Alex parecía feliz, y Sofia no podía permitir que sus sentimientos destruyeran eso. Así que, por ahora, mantendría su amor en silencio, enterrado en lo más profundo de su corazón.
La noche continuó, pero para Sofia, cada minuto que pasaba se volvía más difícil de soportar. No podía dejar de observar la química entre Alex y Valeria, y cada risa compartida entre ellos era como un cuchillo que se clavaba más y más en su corazón. A medida que la noche llegaba a su fin, Sofia se despidió rápidamente, inventando una excusa para irse antes de lo planeado. Mientras caminaba de regreso a su casa, sola en la oscuridad, las lágrimas que había estado conteniendo finalmente comenzaron a rodar por sus mejillas.
Su amistad con Alex, que siempre había sido una fuente de alegría y fortaleza, ahora se sentía como una carga pesada que tenía que soportar. Por primera vez, Sofia deseó no haber conocido nunca a Valeria. Pero sabía que esos pensamientos eran egoístas, y eso solo la hacía sentir peor. Mientras se adentraba en la noche, una resolución comenzó a formarse en su mente: haría todo lo posible por ser feliz por Alex, sin importar cuánto le doliera.
Después de la noche en que Alex presentó a Valeria, algo comenzó a cambiar sutilmente en la dinámica entre Sofia y Alex. Al principio, no parecía más que una leve modificación en su rutina: Alex tardaba más en responder los mensajes, las conversaciones que antes eran diarias se volvieron menos frecuentes, y las salidas improvisadas que solían disfrutar se fueron espaciando.
Sofia intentaba no darle importancia, convenciéndose de que era normal que Alex pasara más tiempo con su novia. Sin embargo, había algo en el fondo de su mente que la inquietaba, una sensación de que algo no estaba bien.
Unas semanas después, mientras Sofia estaba en la cafetería de la escuela, Valeria se le acercó. Con una sonrisa encantadora pero tensa, se sentó frente a ella.
—Hola, Sofia —comenzó Valeria, sin rodeos.
Sofia levantó la mirada de su libro, sorprendida por la repentina aparición de Valeria. Sonrió educadamente.
—Hola, Valeria. ¿Qué tal?
—Bien, gracias. Solo quería hablar contigo un momento. —La voz de Valeria era suave, pero había una firmeza en su tono que hizo que Sofia se sintiera incómoda.
—Claro, dime —respondió Sofia, intentando sonar casual.
Valeria jugueteó con una pulsera en su muñeca antes de continuar.
—Mira, sé que tú y Alex son muy buenos amigos, y eso está bien. Pero... creo que deberíamos establecer algunos límites. —La palabra "límites" cayó como una bomba en la conversación.
Sofia parpadeó, sorprendida.
—¿Límites? No entiendo...
Valeria suspiró, inclinándose un poco hacia adelante.
—Lo que quiero decir es que... Alex y yo estamos en una relación, y creo que sería mejor para nosotros si... tú y él no estuvieran tan... cerca.
El corazón de Sofia se detuvo por un momento, sintiendo que cada palabra de Valeria la golpeaba como un mazo. Nunca había imaginado que alguien le pediría que se alejara de Alex, y menos aún que fuera la propia novia de él.
—Valeria, Alex y yo somos amigos desde hace mucho tiempo. Nunca haría nada para interferir en su relación —respondió Sofia, tratando de mantener la calma.
—Lo sé —respondió Valeria con una sonrisa forzada—. Y no lo estoy insinuando. Solo que... desde que estamos juntos, he notado que Alex sigue pasando mucho tiempo contigo. Y para ser sincera, me hace sentir un poco incómoda.
Sofia sintió un nudo formarse en su garganta. Comprendía los celos de Valeria, pero al mismo tiempo, no podía aceptar la idea de alejarse de Alex.
—No quiero que haya malentendidos entre nosotros —dijo Valeria suavemente—. Solo te pido que... le des un poco de espacio a nuestra relación. Creo que sería lo mejor para todos.
Sofia asintió lentamente, sintiéndose atrapada. No quería ser la causa de problemas entre Alex y Valeria, pero al mismo tiempo, sabía que este "espacio" que Valeria pedía no solo afectaría a su amistad, sino que también la distanciaría de la única persona con la que siempre había contado.
—Lo entiendo —respondió finalmente Sofia, aunque cada palabra la desgarraba por dentro—. Daré un paso atrás.
Valeria sonrió, como si hubiera ganado una pequeña victoria.
—Gracias, Sofia. Sabía que lo entenderías. Eres una buena persona.
Con esas palabras, Valeria se levantó y se fue, dejándola sola en la mesa. Sofia se quedó allí, mirando su taza de café fría, sintiéndose más sola de lo que nunca se había sentido.
Durante las siguientes semanas, Sofia comenzó a cumplir con su promesa, aunque le costaba horrores. Las conversaciones con Alex se volvieron cada vez más esporádicas, y cuando se veían, había una nueva barrera entre ellos, algo invisible pero inquebrantable. Alex, ajeno a la conversación entre Valeria y Sofia, notó el cambio, pero lo atribuyó a que Sofia estaba ocupada con sus propios asuntos.
Sofia, por su parte, intentaba enfocarse en otras cosas, pero el dolor de la distancia que crecía entre ellos la acompañaba a todas partes. No podía evitar sentirse resentida con Valeria, pero tampoco quería causar problemas. Solo podía esperar que, de alguna manera, las cosas volvieran a ser como antes.
ESTÁS LEYENDO
Antes del Amanecer: La Historia de Alex y Sofía
Teen FictionEn "Hasta el Amanecer: La Historia de Alex y Sofía," dos jóvenes navegan los desafíos de la vida escolar mientras enfrentan el surgimiento de un virus que transformará el mundo para siempre. Su amistad se convierte en un amor complicado, marcado por...