Capítulo 11 "Las sombras de la Luna, una manada en tinieblas"

113 11 9
                                    

Para aquel pequeño pueblo la vida era sencilla, las familias trabajaban en la agricultura, los alfas se ocupaban de levantar construcciones y reparar las que ya existían, el lugar no era muy grande, a penas tenía una escuela primaria, un hospital, la iglesia, el parque y la secundaria, la idea de ir a la universidad era tan remota qué para los habitantes de aquel pacifico lugar ni siquiera era una opción, después de todo ¿Quien renunciaria a esa paz? La vida en pueblo de Iazu era un paraíso o al menos eso era lo que todos repetían todo el tiempo, pero  para aquel pequeño omega pelinegro era mucho más que eso.

Él era feliz en su hogar, veía a sus hermanos jugar en el patio junto a sus vecinos, todas las tardes podía correr hasta los límites del bosque y cortar tantas flores como pudiera cargar de vuelta, posterior a eso armaría un ramo para su madre y una corona para su hermana menor, sin falta cada viernes iría con sus amigos del colegio a nadar en el río que pasaba a través del pueblo y podría trepar al techo de su casa para ver los atardeceres, él jamás abandonaría Iazu, porque había crecido siendo libre en las montañas, a salvo de la guerra cruel que azotaba al país, su pueblo era un oasis del caos y la maldad del mundo, un lugar al que podía llamar hogar junto a sus padres y hermanos.

Zayn, cariño por favor no subas tan alto - la melodiosa voz de su madre causó que el chico sonriera mientras alcanzaba algunas manzanas.

A lo lejos podía escuchar las risas y aullidos de los cachorros mayores corriendo por el campo y los niños pequeños tratando de alcanzarlos, una linda tarde de abril donde todos celebraban lo afortunados que eran y dejaban que la vida siguiera su curso.

Quiero hacer una tarta de manzanas, mami - canturreo lanzando al suelo los frutos, escucho a la omega reír.

¿Qué voy a hacer contigo, Zayne? - pregunto ella mientras recogía las manzanas en el pequeño canasto que llevaba consigo.

La mujer de dedicó a observar como el cachorro saltaba de rama en rama con gran facilidad y belleza, asemejandose mucho a un pequeño pajarito, sonrió ante ese pensamiento, Zayn era su segundo hijo, para nadie fue una sorpresa que se presentará como omega hace tan solo un mes, para ella fue más que obvio, el niño tenía un cuerpo agraciado y pequeño, dándole una apariencia tan suave y frágil, muy acertado a su hermoso corazón lleno de sueños y sentimientos tan puros como el agua de un manantial, su hermoso rostro aún guardaba muchos rasgos de la niñez qué no acababa de abandonar, sus facciones comenzaban a marcarse un poco, sus labios delgados siempre llevaban una dulce sonrisa y esa preciosa mirada color miel siempre parecía tener un brillo dorado adornadole, aunque era muy difícil apreciar sus ojos cuando por lo general tenía aquella larga melena negra cayendo sobre su cara.

¿Crees que a papi le guste? - su voz la saco de sus profundos pensamientos, había bajado del árbol y la miraba esperando su respuesta, asintió, para Jaser no había nada de su pequeño Zayn que no pudiese gustarle - Le diré a Murat y Fatma, seguro nos ayudarán.

Murat era el hijo mayor de la familia Malik, un bonito alfa de quince años bastante parecido a su padre, compartiendo con sus hermanos la misma cabellera de color negro, diferenciadose por las facciones muy definidas que poseía, dando muestra de que ya no era más un cachorro, sus pómulos altos y sus ojos negros lo volvían aun más lindo de lo que ya era y esa sonrisa traviesa de labios llenos qué poseía bastaban para que las ancianas del pueblo quisieran presentarle a sus nietas y nietos omega, el alfa se quejaba constantemente de que quisieran emparejarlo tan pronto, y su padre solo reía al saber exactamente lo que el chico sentía, la pequeña Fatma por otro lado también era alfa, o al menos eso era lo que todos esperaban, con apenas ocho años ya era bastante terca, gruñendo a todo lo que no le gustaba y a cualquiera que se acercara de más a sus hermanos mayores, Fatma tenía unos lindos ojos negros y aunque era muy pequeña para su edad tenía muchísima fuerza física, su larga cabellera azabache siempre estaba suelta y despeinada y su redonda carita siempre llevaba una expresión de curiosidad, ella no era tranquila como sus hermanos mayores, ella era un tornado andante, traviesa y ruidosa, probablemente la cachorra más inquieta del pueblo, de mayor era muy seguro que ella sería una de las criaturas más hermosas del lugar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora