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Los Ángeles 

Jimin baja del vehículo y le pide a John que esperé por él, entra al edificio, aborda el elevador y cuando está en el tercer piso busca el despacho de su abogada.

—Joven Park, ella y su amiga esperan por usted —le informa la secretaría.

El castaño asiente y luego entra a la oficina.

—Lamento la demora —se disculpa. —John, no estaba en casa y no puedo salir sin él por decreto de papá —explica a ambas.

—Lamento no estar contigo estos días —habla Amber, poniéndose en pie para tomar una de las manos de Jimin—. Amira y yo hemos estado trabajando para ayudarte en esto.

—Lo sé, Amber. No tienes porque darme explicaciones, tú sabes que te adoro y realmente aprecio que hagas esto por mí —dice el castaño tomando asiento al lado de la rubia y frente a Amira.

—¿Están listos? —los cuestiona la abogada.

Ambos asienten mientras sujetan sus manos con fuerza.

—Los papeles de traslado del edificio están acá, el nuevo contrato de compra para el nuevo hogar de niños lo tengo listo. Y sobre la casa en la playa que quieres comprar aún estoy esperando la cifra exacta —le plática Amira a Jimin.

—¿Estás segura que si las propiedades pasan a mi nombre, Won no podrá quitarle nada? —inquiere Amber.

—Muy segura. La mejor opción es esa —contesta la abogada—. El edificio estaba a mi nombre, pero pasará al tuyo, Amber. Si Won lo descubre va a demandarme y…

—Él no va a demandarte, Amira. Va a soterrar tu carrera, nunca podrías ejercer de nuevo —la interrumpe molesto. 

—Jimin, ¿estás seguro?

—Por supuesto, Amber.

—Ok, dime dónde debo firmar, Amira —expresa decidida la rubia.

La abogada le indica con la punta del bolígrafo el lugar específico, la rubia coge el lapicero, le da una breve mirada a Jimin y luego garabatea sobre las líneas que Amira le indica.

—Gracias, Amber. Estoy muy agradecido contigo por apoyarme en esto —agradece el castaño.

—Por ti cualquier cosa, Jimin —musita la rubia mientras lo abraza.

—Jimin, si no nos vamos llegaremos tarde —habla Amira, poniéndose en pie mientras toma su chaqueta y su cartera.

El castaño y la rubia se ponen en pie al mismo tiempo.

—Oye, necesito hablar contigo —le pide Amber.

—¿Sobre qué? —indaga Jimin, caminando hacia la puerta detrás de Amira.

—Sobre Dimarco.

—¿Dimarco?

La chica asiente.

—No tienes porque preocuparte, Amber. Él…

—No es eso, es que él…

—¡Jimin, deprisa! —alza su voz la abogada.

—Lo siento, Am. Debo llegar a tiempo, me dices luego, te amo.

—Sí, bien. Te amo.

—¿Andas en auto, verdad?

—Sí, en tu camioneta —acota la rubia.

El castaño le lanza un beso y luego corre hacia el elevador, sale del edificio junto a su abogada y luego suben al vehículo junto a John el cual las lleva a su siguiente destino.

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