Lluvia Destinada

Capitulo III

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— Alfa... - Susurró.

La voz que lo llamaba era quebradiza, en todos los años que habían pasado era la primera vez que lo escuchaba.

— Sigan con el proceso y no dejen que el mocoso tenga tiempo de andar jugando.

El hombre a su lado, era nada más que el secretarios un lobo de la tierras negras.

—  El es el arma definitiva — Sentenció el Alfa.

Sus ojos mostraron odio e indiferencia hacia el pequeño quien se encontraba en el suelo.

— A...¡Alfa! — Grito sin fuerzas cayendo en el duro suelo.

La luz del día no llegaba a aquellas cuatro paredes tan frías y llenas de musgo, no se podría decir con exactitud, los sonidos jamás salía de aquella cámara.

— Alfa...por... favor — una voz temblorosa le suplicaba — Le ruego que....me saque — Sus ojos se comenzaron a humedecer.

Entre jadeos, tartamudeando por dolor y cansancio, suspiró augadamente.

Sus pulmones, se llenaban de aire frío en cada respiración, sus ojos inocentes lo miraban, quien no le dirigía palabra alguna y se mantenía de espaldas.

— Tu deber es volverte fuerte — Dijo indiferente — Cuando llegue el momento, encargarte de liderarlo.

El pequeño desesperado, levanto su cuerpo adolorido, débilmente se arrodilló, aferrándose a la pierna de aquel hombre que nunca lo miro.

— Llevenselo.

Sacudió su pierna e ignorando al pequeño, se dirigió a la salida y una ves más el niño rompió en llanto.

Sus lágrimas salieron por el sentimiento de soledad e impotencia, su corazón se encogió y entre ahogados sollozos se dejó caer al piso frio, el polvo y piedras lastimaron su piernas.

Los presentes evitaron ver al niño, grito lleno de soledad, tristeza, dolor agonizante y sin esperanzas.

Las paredes de aquella cámara era la zona de tortura, se encorvo para soportar lo que su corazón sentía en aquel momento. La fiebre se apoderó del pequeño y así concluyó ese día lluvioso.