Capítulo 1

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-No es por nada, pero la clase de química va a empezar en cinco minutos- comentó Lyha un poco nerviosa.
Lyha siempre se preocupa de llegar a tiempo a clase, de que hagamos los deberes, de ayudarnos a sacar las notas más altas en las asignaturas. Es la chica responsable, y eso a Elvira y a mí nos viene muy bien.
-Que sí Lyha, ya vamos para allá- repitió Elvira, como siempre que nuestra amiga nos mete prisa.
Elvira es más bien descuidada en el tema de los estudios, sobre todo con las asignaturas que no la interesan, como química. Pero por el contrario biología y astrología, se le da de miedo.
Emprendimos nuestro camino hacia la clase de la segunda planta. Ninguna tenía muchas ganas de soportar al aburrido Sr. Weckett y sus charlas de cómo se originó un átomo realmente. Siempre se justifica diciendo que conocer el origen de los átomos es un enorme avance, y que con el podemos hacer millones de cosas, y bla bla bla. A esas alturas de su charla mi mente desconecta y se va hacia cualquier otra cosa. Es 20 de noviembre y hace frío, no apetece tener que estar atendiendo teorías de átomos.
-El modelo atómico es una representación estructural del átomo que permite explicar su...- el Sr. Weckett comenzó con sus adorados átomos, pero mis ojos estaban posados en una maravillosa Harley-Davidson Iron 883, la cual estaba aparcando en la entrada de la escuela junto a un Opel Zafira, un coche familiar.
Del coche salió una pareja y dos muchachos, no mucho más mayores que mis amigas y yo, y otro chico bajó de la Harley. Me quedé admirando esa auténtica preciosidad tintadas de color carmesí con...
-Exhia- me llamó el profesor-. Te sabes muy bien la lección, ¿no es así?-
Negué con la cabeza.
-Y entonces, ¿qué haces mirando por la ventana?¿hay algo más importante que prestar atención a un profesor en su clase?-
-No señor, lo siento- aquella era la mejor manera de disculparse y salir intacto de una regañina del Sr. Weckett, y mis amigas y yo lo habíamos descubierto a lo largo de los años.
Agaché la cabeza y comencé a leer el Modelo Atómico de Bohr.
Mi odio no paraba de incrementar hacia química y el profesor que la dictaba. No entendía porqué me tenía que obligar a atender a su clase cuando la asignatura es obligatoria. Debería entender que hay a gente a la que no la interesa la química. Si fuese una clase más práctica como haciendo experimentos o proyectos, la cosa seria muy diferente. Demasiado que no estoy roncando con la baba cayéndose de...
Llamaron a la puerta.
Bajé el libro y lo dejé en la mesa para centrarme en la puerta de roble que se abrió a los pocos segundos de que el Sr. Weckett dictara un formal "Adelante".
-Buenos días, disculpe por interrumpir profesor- entró la secretaria de la institución-. Se han matriculado unos chicos esta misma mañana y venía a dejarlos personalmente en su respectiva aula.
Luego hizo un gesto con la mano para que entraran tres altos chicos. Se parecían mucho en sus rasgos físicos, serían hermanos tal vez. Pero uno de ellos me llamó mucho la atención. Me recordaba a un chico que conocí en primero. Un niño que le gustaba a todas, era un galán que jugaba con las chicas.
Una vez me tocó hacer un proyecto de tecnología con él, yo me entré en terminarlo lo antes posible, pero una cosa que me sorprendió fue que todo lo que le pedía que hiciese lo hacía con su mayor esfuerzo y le quedaba espectacular. Recuerdo que era un puente lo que teníamos que hacer y el se encargaba de cortar el cartón y darle forma y yo de pegarlo y estructurarlo. Durante el proyecto nos conocimos muy bien mutuamente y descubrí que la mala fama que tenía era toda basura, y que a él solo le gustaba una chica. A los días me dijo que era yo. No me lo tragué, pero entonces me pometió que no iba a salir con ninguna chica durante cinco años. Creo que en ese momento mi corazón de nena pequeña se enamoró por primera vez.
Hasta que a la semana siguiente se fue del instituto. Les pregunté a sus amigos a donde había ido, pero no me lo quisieron decir.
Y con mis ilusiones en la cabeza esperé mucho tiempo a que volviera a aparecer.
A los dos años me dijeron que se matriculó en el instituto de una ciudad cercana, pero hice caso omiso.
-...libres, podéis sentaros donde queráis- les invitó el profesor.
Tenía un sitio libre a mi derecha, así que supuse qe alguno se sentaría allí.
Un bolígrafo me dio tres toquecitos en el hombro, así que me giré a ver a Lyha.
-¿Has visto lo buenos que están los tres?- me preguntó siguiendo a unos con la mirada.
-Son muy guapos eh- admitió Elvira a la derecha de Lyha.
Sonreí y puse los ojos en blanco ante los comentarios de mis amigas.
-Oye Exhia, ¿Cómo se llamaba ese chico de primero al que le molabas?- preguntó Elvira.
-Rubén- contesté.
Ese nombre rondó mi cabeza durante meses.
-Pues yo diría que el chico que se ha sentado a tu lado se parece mucho- musmuró Lyha para que no se la oyera.
Le heché una ojeada al chico de al lado, pero no se parecía en lo más mínimo a Rubén.
Rubén era más bajito que yo, tenía muchas pecas, rubio casi platino y ojos verdes como la hierba fresca. Este chico era bastante alto, apenas tenía alguna peca, castaño claro y ojos verdes esmeralda.
-Ni en el blanco de los ojos Lyha- entrecerré los ojos.
Los chicos nuevos habían interrumpido la clase y tal, pero ahora tocaba seguir con las explicaciones aburridas de los...
-Chicos, vamos a realizar una maqueta de los átomos por parejas- anunció el Sr. Weckett.
-Oh venga ya, por una vez que a este vejestorio le da por hacer un proyecto y tiene que ser por parejas- se quejó Elvira.
Levanté la mano.
-Sr. Weckett, ¿se puede un grupo de tres?- pregunté rezándole a los dioses para que nuestro porfesor más estricto por una vez en toda su carrera diese un poco el brazo a torcer.
-No Exhia- respondió mientras se acercaba-. Pero como han llegado tres chicos nuevos, porqué no cada una de vosotras se pone con uno de ellos.
Y se dió la vuelta y se marchó a poner las instrucciones de la maqueta en la pizarra.
Lyha iba a ponerse con el chico del pelo negro, al cual no le había quitado el ojo de encima desde que había llegado.
Elvira con el rubito que se había sentado en la esquina.
-Traición- susurré mirando como iban las dos con su respectiva pareja. Ni se lo habían pensado las muy...
-¿Me toca contigo?- preguntó una voz masculina a mi lado.
Le miré, y era el chico que decían que se parecía a Rubén.
-Eh... Sí- respondí-. Ponte en mi mesa.
Y eso hizo, cogió su silla y su estuche y se sentó a mi lado.
Comencé a apuntar las instrucciones del trabajo en la agenda.
-¿Exhia?, ¿no?- preguntó.
Asentí con la cabeza mientras cerraba la agenda y la guardaba en mi mochila.
Por alguna razón ahora no entraba la agenda y mientras hacía presión los libros se estaban doblando.
-Rubén- mi nuevo compañero me tendió una mano-. Creo que ya nos conocíamos.

Todo por una promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora