Capítulo 2

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-Rubén- mi nuevo compañero me tendió una mano-. Creo que ya nos conocíamos.
Rubén.
Ese Rubén.
-¿Qué Rubén?- pregunté nerviosa.
-¿No te acuerdas en primero?- dudó frunciendo el ceño.
-Eehhh...- claro que me acordaba- No sé de quien me hablas de verdad.
Me dolió un poco que se marchara y no diese señales de vida, es como que me dejó colgada, después de haberme ofrecido su amor. Pero también yo de pequeña lo exageraba mucho, así que en ese momento no le dí mucha importancia.
-Bueno, empezemos a hacer el trabajo- le ofrecí cambiando de tema.
Asintió y comenzó a copiar los materiales que había que comprar para construir la maqueta.

Al soñar el timbre del recreo salí con mis amigas al patio.
-Rodrigo es un chico muy agradable, me ha hecho de reír desde el primer momento. Además, habéis visto que brazos tiene, son igual de anchos que mi cabeza- explicó Elvira.
-Román es igual, me ha contado que le gustan los libros de fantasía y aventuras, me ha hecho sentir muy cómoda, y me ha pasado su número- detalló Lyha.
Parecía que la clase para ellas había sido muy interesante.
-Yo he conseguido el Instagram de Rodrigo, podemos meternos y mirar si tiene alguna historia destacada- sugirió Elvira.
Sacó su móvil y se metió en el perfil de Rodrigo. Por suerte para ella sí tenía una historia destacada. Una de él.
-Ay madre, no me lo puedo creer- suspiró mientras veía fotos de Rodrigo.
Aparté la mirada, sí era un chico guapo, el rubio le con juntaba muy bien los ojos verdes oscuro, y sí, tenía unos musculitos muy marcados, seguro que mi amiga no era la única que suspiraba por él, pero sí la única que por ahora tenía su Instagram.
-Dios mío, salvame del pecado- soltó Lyha en un tono mayor del que se esperaba.
Las miré confundida.
-¿Qué pasa par de locas?- pregunté asomándose al móvil de Elvira por encima de sus cabezas.
Lo que mostraba la pantalla del teléfono era una foto de tres chicos sin camiseta en un espejo. Y vaya abdominales, joder a cuál mejor. Uno de los chicos tenía el pelo rubio, otro lo tenía castaño, y el último lo tenía marrón oscurro.
-Adivino, son el trío dinamita- puse los ojos en blanco y me aparté.
En realidad estaban bastante buenos. Habían venido a clase con ropa ancha, pero ocultaban un buen físico debajo.
Sin previo aviso Lyha me pasó apurada el móvil de Elvira aún encendido. Lo cogí y miré la foto con más detenimiento.
Estaba puesta con un filtro en blanco y negro, pero eso no cambiaba la tableta. En realidad entendía los suspiros de mis amigas, casi me daban ganas de suspirar a mí.
-...pero no tengo tu número- replicó... ¿Rodrigo?
Giré la cabeza en dirección a mis amigas. ¿Desde cuando estaba aquí el trío dinamita?
Por eso me habían pasado el móvil las muy...
-Esa foto la subió mi hermano- una cabeza de pelo castaño estaba observando la pantalla del móvil de mi amiga.
Sentí como un cosquilleo un poco ardiente subió hasta mis mejillas.
-No está bien mirar móviles ajenos- lo culpé apartando el móvil a la vez que lo apagaba.
-No está bien revisar cuentas ajenas- replicó.
-Oye, si lo subió sería para que lo vieran- contraataqué.
-Eso, además que tampoco estáis tan cañón- me apoyó Lyha.
-Yo los he visto mejores- soltó Elvira como quien no quiere la cosa.
-Si quieres te lo enseño en persona- ofreció Román clavando sus ojos azules en Lyha.
-Sabéis, si estuvierais tan buenos como decís, os apodaríamos trío bizcochito- sugerí mirando a mis amigas.
-Sí, pero sois trío dinamita- confesó Elvira con una mueca.
-¿Y eso porqué? ¿Porque os podemos hacer explotar?- caviló Rodrigo.
Rubén se quedó pensativo.
-Trío dinamita- musitó-. Muy original, apuesto a que se te ha ocurrido a ti.
Me miró.
-Erróneo- respondí.
Me miró fijamente, pero si pensaba que iba a apartar la mirada, este nuevo Rubén estaba muy equivocado.
-Bueno chicas, trío dinamita se abre- se despidió Rodrigo con una reverencia.
-Adiós- Rubén captó mi atención-. Pulga.
Y con ese apodo con el que me bautizó cuando éramos pequeños, se fué con sus hermanos.
No me podía creer que aún se acordara, recuerdo que me llamó pulga porque dijo que cuando fuéramos mayores él sería mucho más grande que yo y a su lado parecería una pulga.
Sonreí.
-¿Pulga?- preguntó Elvira- ¿Qué clase de apodo es ese? Yo te pondría algo...
Y comenzaron a hablar sobre apodos que les gustaría que les pusieran sus futuros novios.
Nunca me gustó "Pulga", pero tampoco me repugnó, simplemente ahí estaba, como un apodo cariñoso que me puso este chico hace tiempo.

Las clases terminaron y Elvira siguió mirando el perfil de Instagram de Rodrigo.
-¿Qué? Muy interesante lo que ves ¿no?- me burlé.
-Pues sí, aunque este chico no sabe tomarse fotos. Es muy guapo, pero aquí sale peor- se quejó.
-¿Tiene alguna otra foto con sus hermanos?- preguntó Lyha.
-Parece que no- respondió.
Lyha hizo un mueca.
-Oye, ¿Cómo vais con el examen de biología?- preguntó esta.
-Yo voy bien, y Elvira seguro que va genial.
No entablamos más conversación en el camino de vuelta a casa. Elvira iba mirando las fotos de Rodrigo, Lyha iba pensativa, ¿Quién podría saber lo que se le estaría pasando por la cabeza en esos instantes?, y yo me puse los cascos con música.

Sonó el teléfono
Me había llegado un mensaje.
Solo Dios sabía lo que me fastidiaba tener que interrumpir la lectura para contestar un mensaje. El libro estaba muy interesante y no me apetecía contestar. Así que eso hice, y al terminar el capítulo me bajé a merendar, pues ya tenía hambre.
Estaba comiendo pacíficamente mi sándwich en la cocina cuando me saltó una llamada.
Descolgué.
-¿Hola?- pregunté.
-Tía, Román y Rodrigo nos han dicho de salir los seis, ya que según ellos hemos sido amables con ellos en clase y nos lo quieren recompensar...- explicó Elvira-, así que ¿te vienes?
En realidad no me apetecía nada, además tenía que estudiar el último punto de biología.
-Paso, tengo que estudiar.
-Vale, chaoo.
Y colgó.
Me terminé la merienda y subí a mi habitación para estudiar. Puse el móvil en silencio para que nada me distraje ra y comencé a memorizar.
Una de mis mayores cualidades era que memorizar se me daba bien, así que una hora más tarde ya había terminado con a lección, así que me metí a Whatsapp.
Tenía varios mensajes recientes de Elvira.
<¿Ya has terminado de estudiar?>
<¿Holaaa?>
Y me empezaba a llamar otra vez.
Descolgué.
-Dime.
-¿Has terminado?
-Sí, ¿qué pasa?
-Ah, entonces sal si no tienes nada que hacer.
-¿Salir adonde?
-A la puerta de tu casa boba.
Terminó con la llamada.
Madre mía, ¿qué querría esta loca ahora?
Baje las escaleras y giré la llave para quitar el cerrojo de la puerta, entonces abrí.
-Pero que...
Me encontré a mis dos amigas, acompañadas de nada más y nada menos que el trío dinamita.

Todo por una promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora