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𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰

—¿Sigue sin responder? —le pregunté a Deongseok, una vez más.

Llevábamos cerca de diez minutos llamando una vez tras otra a Jisung y Juwon, y ninguno había tenido la suerte de escuchar la voz de al menos uno de ellos. Comenzaba a pensar lo peor y, aunque Deongseok no decía mucho, su rostro lleno de miedo me decía que yo no era el único.

—Seguro es sólo la señal —repitió por tercera vez sin darse cuenta.

—Sí, es eso —respondí, antes de volver a intentar con Jisung y llevar mi celular a mi oído—. Es sólo la señal.

Y yo sólo podía rogarle al cielo que el siguiente intento fuera en el que corriera con suerte. Que pudiera escuchar su dulce voz saludando y disculpándose porque no encontraban ese dichoso café por ningún lado y que se les hizo tarde.

Cuando escuché el teléfono de Deongseok sonar anunciando una llamada, me regresó la sangre al cuerpo. Respondió de inmediato, seguramente también anhelando que fuera Juwon explicando una tonta razón por la que no habían llegado aún. Pero esa esperanza no me duró mucho. La sonrisa nerviosa que se le había formado se cayó de repente, su respiración se entrecortó y pasaba saliva más de lo normal, dejándome en claro que ya no podíamos esperar nada bueno.

—Sí, aquí estoy —dijo él, sacándome de mi trance. Alcanzó una libreta que tenía cerca y preparó una pluma—. ¿Podría darme la dirección, por favor?

Mi corazón latía cada vez más rápido. Sentí náuseas de pronto y sudé frío. No podía estar pasando. Sólo era mi imaginación. Nada malo estaba sucediendo.

—Bien, muchas gracias.

Sin más, terminó la llamada. Por un momento pensé que iba a deshacerse por completo en el suelo. Que iba a dejar salir ese claro explosivo llanto que estaba guardando, pero no fue así. Se recompuso de inmediato, hizo su mejor esfuerzo para mostrarse en calma y se dirigió a mí.

—Era el hospital —dijo, débil. Empezaba a sentir que me deshacía por dentro, literalmente—. Tuvieron un accidente mientras iban en el carro y están en urgencias. Ve por tus cosas mientras le llamo a un taxi, ¿sí?

Me moví en automático, aún inseguro de lo que estaba pasando. Subí las escaleras y fui directo a la habitación de Jisung para empacar lo más básico de sus pertenencias, tal vez inconscientemente dándome esperanza de que lo iba a necesitar. Luego fui a la mía, donde hice lo mismo y resguardé a Soonie para luego recurrir a mis amigos para que la recogieran, me sentí aún peor cuando maulló alto mientras yo cerraba la puerta a mi espalda, casi como si supiera qué estaba sucediendo.

Y muy extrañamente, no sentí nada. Sí, me movía con prisa y trabajaba mi respiración para no perder el control, pero estaba en blanco, ni un pensamiento, las náuseas se habían ido, el sudor frío también, y mis latidos parecían estar normales. Pero luego mi respiración empezó a fallar, un nudo se formó en mi garganta y me di cuenta que no estaba para nada tranquilo. Llegué a la sala de estar, donde me senté en el primer sillón que se me puso enfrente, mis manos se posaron en ni cabello, buscando una manera de regular lo que sentía, pero todo era inútil. Moría de miedo. Y estaba solo.

—Nos vamos en cinco minutos —dijo Deongseok, apareciendo de repente, también con prisa, sin embargo, sorpresivamente más tranquilo de lo que esperaba—. ¿Estás listo?

—Sí, lo estoy —respondí, tratando de recomponerme mientras amontonaba el equipaje en mis brazos.

Observé cómo se movía de un lado a otro, asegurándose que su cartera estuviera completa, de tener el equipaje en orden, de que la comida que no pudimos probar estuviera bien guardada en el refrigerador aunque seguramente nunca la comeríamos. Hacía de todo con tal de no quedarse quieto ni un segundo.

𝑪𝒐𝒊𝒏𝒄𝒊𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 | minsung |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora