Mujer de cabellos negros y de piel de marfil,
de ojos azabaches y refinado perfil,
te miro y no creo que estás aquí conmigo.
Semejante es mi embeleso, tan alegre y juvenil.
¿Como puedes ser tan hermosa, amada mía?
Afrodita teme por su trono.
Podrías quitárselo, sin hacer esfuerzo,
y coronarte Diosa, del amor y del encanto.
Truenos y relámpagos; rayos y lluvia,
hacen temblar al cielo en las alturas.
Y tú aquí abajo, en este oscuro cuarto,
recreas la tormenta con tu cuerpo y con tus labios.
Me sacudes hasta el alma cuando te atreves a mirarme,
a sonreírme, a tratarme con dulzura.
Mimándome con tu sublime calma,
y con tu cándida ternura.
A mí, un Hefesto deformado, por el mundo rechazado.
Un ser del que la belleza se oculta, y ante el cual la estética llora.
Tú me das un momento de tu día, y todo mi ser se transforma.
Me das un beso suave, y el cáliz de mi afecto se desborda.
La belleza renace en mí, porque tú mi alma tocas.
Revives el fuego del yunque, con tu ígnea aura.
Me atrapas en tu mirada, con tu expresión enamorada,
y me haces temblar el cuerpo, bajo tu toque suave.
Y reconozco —con mi voz grave— que nunca seré tan poderoso como Ares,
ni como Adonis tan apuesto, ni tan valiente como Heracles.
Pero en mi pecho, siempre podrás refugiarte,
y entre mis brazos, protegerte de todos los males.
Con mi propio puño y fuerza, te forjaré un anillo, dorado y perfecto,
tan brillante como Apolo, resistente como Teseo.
Lucharé por ti sin miedo. Seré un esclavo de tus deseos.
Mientras lleves ese aro en tu dedo, seré tu amante, sirviente y guerrero.
¡Escucha pues, el continuo martilleo!
¡Y ve bailar las brasas en la fragua!
Observa a tu honrado, humilde herrero,
¡Forjarte una alianza! ¡Sumergirla en agua!
¡Escucha el siseo del calor al enfriarse!
¡Ve el humo escalar por mis dorsales!
Obsérvame recoger las tenazas,
¡y ofrecerte el más noble de los metales!
Tú, que eres Diosa, hada y humana.
Tú, que eres lluvia, trueno y viento.
Tú, que eres belleza, gracia, y fama.
La gran estrella del firmamento.
De los moluscos, la perla más blanca.
De las telas, la más fina y blanda.
De la tierra, la flor más fragante.
En mi Olimpo, la Musa imperante.
Entre las sombras que cubren a este plano oscuro,
al que nosotros hombres, llamamos "mundo",
tú eres la luz radiante de un astro,
que ilumina al abismo profundo.
ESTÁS LEYENDO
3:05 AM
PoetryEl título proviene del hecho que escribí el primer poema de esta obra de madrugada, a las 3:05 AM. Todos los otros que lo siguen también fueron elaborados por la noche. Así que podría decirse que esta es una colección de mis pensamientos nocturnos.