La Huida Pt.3

9 6 2
                                    

Mientras Clarissa corría hacia el auto, su mente estaba completamente enfocada en su propia seguridad. La fría noche y el caos de la mansión apenas le dejaban tiempo para reflexionar sobre las decisiones que había tomado. Su salida apresurada no pasó desapercibida para Alessio, que estaba cerca de la entrada y notó a una figura con capucha moviéndose rápidamente hacia la salida.

-¿Quién es ese? -murmuró Alessio para sí mismo, sus ojos fruncidos en una mezcla de curiosidad y sospecha. Sin dudarlo, Alessio decidió seguir a la figura. A medida que se acercaba, notó que la figura se movía con una postura ansiosa y nerviosa. Clarissa, al darse cuenta de que estaba siendo seguida, trató de mantener la calma, pero su nerviosismo era palpable. Su corazón latía con fuerza mientras corría hacia el auto donde Kate la esperaba.

-¡Acelera! -gritó Clarissa al llegar al auto, tratando de ocultar el pánico en su voz. Kate, viendo la desesperación en el rostro de Clarissa, puso el auto en marcha de inmediato. El motor rugió y las ruedas chirriaron mientras se alejaban rápidamente de la mansión. Alessio, desde una distancia prudente, observó cómo Clarissa y la mujer en el auto se alejaban. La confirmación de sus sospechas fue clara: Clarissa estaba huyendo. Alessio no perdió tiempo; su furia y determinación se reflejaron en su rostro mientras sacaba su teléfono móvil y comenzaba a hacer una llamada. Su mente ya estaba formulando un plan para rastrear a quienes se habían atrevido a desafiarlo.

Mientras tanto, Jay seguía en la habitación, atrapado en un creciente sentimiento de desesperación. El bullicio y el caos provenientes de los pasillos se hacían cada vez más evidente. Sintiendo que su tiempo se estaba agotando, Jay se dio cuenta de que no había más opciones para escapar que usar el vestido de novia de Clarissa.

-No puedo quedarme aquí -murmuró Jay, mientras tomaba el vestido de novia que había dejado Clarissa en el sillón. El vestido, aunque voluminoso y complicado de manejar, parecía ser su única salida. Jay se lo puso con rapidez, luchando por ajustarlo alrededor de su figura. A pesar de que el diseño de cola de sirena se ajustaba sorprendentemente bien a su cuerpo delgado, el área del pecho resultaba incómoda y restrictiva. Sin embargo, no había tiempo para quejarse.

Con el vestido ajustado, Jay se dirigió hacia la ventana, que había sido su única esperanza de escape. Con una mezcla de ansiedad y determinación, logró abrir la ventana y deslizarse al jardín. El aire frío de la noche lo golpeó mientras descendía al suelo. El jardín, una vez encantador, ahora parecía un laberinto oscuro y amenazante. Jay avanzaba con torpeza por el jardín, el andar tambaleante debido a los tacones y el vestido voluminoso.

Los árboles altos y la vegetación densa se cerraban a su alrededor, creando un entorno implacable y confuso. Sentía que estaba adentrándose en un bosque implacable.

-Tengo que encontrar una salida -pensó Jay, su mente abrumada por una mezcla de miedo y desesperación.El bullicio dentro de la mansión se desvanecía gradualmente mientras se adentraba más en el bosque, dejándolo solo con sus pensamientos y la creciente sensación de estar perdido.

La noche en el norte de Italia era fría y silenciosa, y el sendero que seguía parecía no tener fin. Jay luchaba por mantener la calma, consciente de que cada paso en los tacones era una batalla contra el terreno áspero y su propio miedo. La esperanza de encontrar una salida se volvía cada vez más tenue, pero Jay sabía que no podía rendirse. La única opción era seguir adelante y encontrar una forma de escapar de este laberinto oscuro.

Rostros De Traición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora