Jay fue arrastrado con fuerza por los hombres de Alessio, su resistencia era en vano ante el poder físico superior de sus captores. A pesar de sus esfuerzos por liberarse, los hombres de la mafia, entrenados para manejar este tipo de situaciones, lo sometieron sin dificultad. Su mente estaba en un torbellino de angustia y desesperación mientras lo llevaban a la habitación donde Clarissa se había preparado.
Alessio estaba allí, hablando por teléfono con un tono severo. La conversación le informó que el rastro de Clarissa y la chica con la que huyó se había perdido. La furia de Alessio era palpable; la traición de Clarissa lo había enfurecido, y su resolución de hacer pagar a todos los involucrados se fortaleció aún más.
-No se escaparán tan fácilmente murmuró Alessio, su voz cargada de ira y determinación-. Harán que todos paguen por esto.
Poco después, Alessio recibió el reporte de que Jay estaba cautivo en un cobertizo, listo para ser interrogado. Sin perder tiempo, Alessio se dirigió al lugar, encontrando a su hermano menor, Gerardo, ya en plena acción.
Gerardo, con su rostro torcido en una mezcla de enojo y frustración, interrogaba a Jay con furia.
-¿Quién te crees que eres? -gritaba Gerardo, su voz cargada de odio-. ¿Qué te dio el valor para desafiar a mi hermano? Jay, a pesar de la violencia de la situación, mantenía una actitud fría y desafiante. Su indiferencia solo alimentaba la frustración de Gerardo. Impulsado por la ira, Gerardo le dio un golpe en el rostro a Jay.
El impacto hizo que Jay tambaleara ligeramente, pero su postura se mantuvo firme. Aprovechando la ventaja de los tacones altos de Clarissa, Jay estaba un poco más alto que Gerardo.
Sin perder la compostura, Jay respondió al golpe con un cabezazo directo en el rostro de Gerardo. El golpe hizo que Gerardo retrocediera, tambaleándose y tocándose la nariz, que sangraba debido al impacto.
Alessio, que había llegado justo en el momento del altercado, observó la escena con una expresión sombría, sus ojos fijos en Jay con una mezcla de furia y desdén.-¡Basta! -ordenó Alessio, apartando a Gerardo-. Te encargarás de limpiarte la nariz. Yo me encargaré de este.
Gerardo, con su rostro ensangrentado y dolorido, salió del cobertizo para atender sus heridas. Alessio se acercó a Jay con una presencia intimidante, su mirada oscura y penetrante transmitiendo un silencio ominoso.
Jay, con moretones y sangre en la cara, mantuvo su mirada fija en Alessio. La presión de la situación se hacía sentir, y Alessio comenzó a interrogarlo con frialdad.
-¿Quién eres? -preguntó Alessio-. ¿Por qué has venido aquí? ¿Quién te pagó para hacer esto?Jay permaneció en silencio, su actitud desafiante y la negativa a responder solo alimentaron la frustración de Alessio. La falta de respuestas estaba poniendo a Alessio al borde de la desesperación, y su paciencia se estaba agotando rápidamente.
Sin embargo, Alessio notó algo inusual: el vestido de novia de Clarissa encajaba sorprendentemente bien con el cuerpo de Jay. El descubrimiento le dio a Alessio una idea cruel y retorcida. Su mente empezó a formular un plan que no solo castigaría a Jay, sino que también socavaría su dignidad.Con una mirada aún más fría y calculadora, Alessio se acercó a Jay, su mente ya llena de un castigo despiadado. Mientras Jay seguía con la mirada fija en Alessio, sin saber qué esperar a continuación, la decisión de Alessio se hacía más clara. El castigo que estaba por venir no solo sería físico, sino también una humillación que marcaría a Jay de manera irreversible.
ESTÁS LEYENDO
Rostros De Traición
Teen FictionEn una opulenta mansión, el caos se había desatado. Jay, un joven de 24 años, se había infiltrado como mesero en la boda de Alessio el líder de una de las mafias más poderosas de Italia, con un solo objetivo: sacar a Clarissa del altar antes de que...