Anne Weasley, la melliza menor de Ron Weasley, y la séptima hija de la familia. Tiene fama de hacer bromas a los profesores, más especifico, a Snape. Todo el mundo sabe que la pelirroja ve lo mejor de una persona, encuentra aquella mota de luz hasta...
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Ya se encontraban en el tren de camino a casa, por fin su cuarto año en Hogwarts había acabado, y ya eran vacaciones.
Ese pensamiento debería de haberla alegrado más, pero no lo hacía, de hecho, era lo contrario, tenía tristeza de separase del grupo de Slytherin, Anne sabía que no podrían quedar en verano, y le daba un poco de miedo que sus amigos se separaran de ella al regresar a clases por sus padres.
Alejó eso de su mente, respirando hondo en el pequeño baño del tren en el que se había encerrado para intentar calmarse, no sabía lo que le estaba pasando, desde el laberinto, no paraba de tener pesadillas, pesadillas que la mantenían en vela durante toda la noche.
Levantó la cabeza para mirar al espejo después de lavarse la cara.
Abrió los ojos como platos al ver el reflejo de una sombra detrás de ella.
Se giró con rapidez para averiguar su identidad, pero no había nadie.
Todavía algo agitada salió del vagón para encontrarse con Theodore, quien la miraba con una ceja levantada.
—¿Está Mattheo ahí contigo?—preguntó.
—¿No?—contestó confundida—¿Por qué preguntas eso, vas fumado o algo?
El Nott rodó los ojos—Ojalá, es que escuché un grito y dije...
Anne le cortó dandole un fuerte golpe en la nuca—Depravado.
—¡Ay!—se quejó él—Perdón, perdón.
A los pocos segundos, la Gryffindor se abalanzó a sus brazos.
—Os voy a echar mucho de menos este verano—le estrujó.
Theo se quedó quieto al inicio, sin tener tiempo de reaccionar al cambio de humor—Pero mujer, que bipolaridad es esa.
Anne soltó una carcajada—Es que me he acordado.
—Nosotros también te vamos a echar de menos, Anne.
—Eso lo sé—la chica sonrió ampliamente.
El Nott le devolvió el gesto—Que engreída.
—Aprendí de los mejores.
—Touché.
De repente alguien cortó su conversación carraspeando, lo que hizo que Theo le mirara con una sonrisa burlona—Toda tuya, campeón—dijo divertido yéndose.
La pelirroja asesinó con la mirada a su amigo por dejarla sola con Mattheo, desde el beso no le había visto, no podía, no sabía como reaccionar ni como actuar, ¿le daba un abrazo, o le comía la boca directamente?
