Payasito [MAYLOR]

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El sonido de los grillos por la noche y el viento apenas soplando,acompañaban el descanso de los payasitos.

Roger, nuevamente sumergido en su pequeño mundo de fantasía entrelazado de formas inquietantes que creaba su subconsciente;sus sueños que la mayoría de las veces eran más pesadillas o recuerdos de su niñez.

Nuevamente se le presentaba una pesadilla. Esta vez, el circo se presentó más sombrío, con luces intermitentes y sombras alargadas que se movían siniestramente. Roger avanzaba por la pista central, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y temor.

De repente, apareció su hermana, pero no como la recordaba. Llevaba una máscara blanca, inmaculada, sin expresión, y sus ojos brillaban con una luz extraña e inquietante. Se acercó a él, sus movimientos fluidos y silenciosos como un espectro. La voz de su hermana resonó, clara pero distante, como si viniera de un lugar lejano.

—Roggie...—comenzó, su tono monocorde, —en el laberinto del corazón, las sombras se alargan y la luz se desvanece. Cuidado con lo que persigues, pues lo que brilla puede ser una ilusión, y en la oscuridad, las verdaderas intenciones se ocultan—

Roger la miró, desconcertado y asustado. —¿Qué estás tratando de decirme,Clare? ¿Qué significa esto?— preguntó, su voz temblando.

Su hermana inclinó la cabeza, la máscara inmutable. —Tres acertijos, Roger. Tres advertencias: El espejo muestra el alma, pero ¿qué refleja cuando el cristal se rompe? La mariposa sigue a la llama, ¿pero qué encuentra cuando se quema? Y el payaso lleva una sonrisa, pero ¿qué oculta cuando la pintura se desvanece?—

Antes de que Roger pudiera procesar estas palabras, el escenario del sueño cambió abruptamente. Ahora se encontraba en un teatro oscuro y vacío, con Brian en el escenario, iluminado por un solo haz de luz. Brian estaba de espaldas a él, mirando un espejo grande y dorado. Roger intentó acercarse, pero sus pies parecían estar atados al suelo.

De repente, el espejo se rompió, y Brian se giró, revelando un rostro cubierto de lágrimas y pintura de payaso corrida. —Roger— dijo Brian, su voz llena de dolor, —mucho amor puede matarte,¿Lo sabías?— sonrió forzado de oreja a oreja y en un tono ahora dulce.

Roger se estremeció, el pánico apoderándose de él. —¡Brian, no! ¡No! ¡Brian!— gritó, pero su voz se perdió en el vacío. El teatro comenzó a desmoronarse, las paredes se derrumbaban y el suelo se abría bajo sus pies.

De repente, se encontró cayendo en la oscuridad, el miedo envolviéndolo como un manto helado. Escuchó el eco de la voz de su hermana, repitiendo los acertijos, mientras caía más y más en el abismo sintiendo que se ahogaba.

—¡Brian!—gritó despertando de golpe, sudando y jadeando, su corazón latiendo con fuerza descontrolada. Freddie estaba a su lado, intentando calmarlo. —Roggie, ¿qué sucede? ¿Otro sueño de esos? Estabas gritando— dijo Freddie, su voz llena de preocupación.

Roger se llevó las manos a la cabeza, su mente girando con las imágenes del sueño. —Fue... fue horrible, Freddie. Mi hermana... me habló en acertijos, como advertencias. Y luego vi a Brian... él estaba...—Roger se detuvo, incapaz de continuar, las lágrimas llenando sus ojos.

Freddie lo abrazó, susurrando palabras de consuelo. —Es solo un sueño, Roger. Solo un sueño— repitió, pero Roger sabía que era más que eso. Sabía que los sueños a veces contenían verdades ocultas, advertencias que no podía ignorar.