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Después de que Annita fue expulsada de la casa, el ambiente en la sala quedó suspendido en un incómodo silencio. Brian, agitado, trataba de calmar su respiración mientras cerraba la puerta con fuerza. A su alrededor, los rostros de Freddie y John reflejaban confusión y preocupación, pero sus ojos pronto se centraron en Roger.

Él estaba sentado en el sofá, con la mirada perdida, sus manos temblaban ligeramente. Un extraño hormigueo recorrió su pecho, y pronto el latido de su corazón se aceleró, tan rápido que casi le costaba respirar. Los murmullos de los demás parecían estar a kilómetros de distancia, ahogados por la creciente presión que sentía en su mente. Brian le habló, pero las palabras no llegaban a él.

De repente, el mundo se desvaneció y lo único que pudo ver fue el rostro de Dominique. Aquella noche, la noche en que fue secuestrado, la voz de Dominique resonó en su cabeza como un eco lejano y cruel.

<<<—¡Roger! ¡Admítelo! No pasará. ¡Nadie vendrá!—gritó, su voz llena de amargura. —No porque ese rizado te haya dedicado una pizca de atención o de "amor" quiere decir que se interesó en ti.—gritó captando la atención del otro chico también dejándolos en shock—¡Míranos! ¡Mírate!No somos nada.—

—Dom...yo—

—¡Basta, Roger! Entiende esto: Para él solo eres un pobre payasito y lo haces sonreír si triste está,para eso te usa,¿No lo ves? , ¿Crees que se fijaría en ti? ¿En mi? ¿En alguno de nosotros?—...>>>

-Nadie vendrá...- pensó Roger con un eco resonando.

Dominique lo había mirado con una frialdad absoluta mientras lo mantenía atrapado, incapaz de moverse, incapaz de escapar de ese pensar. Su cuerpo temblaba con cada palabra. Recordaba cada detalle, el sudor frío que recorría su espalda, el miedo que lo paralizaba. Aquella noche había dejado una marca imborrable en su alma, una que ningún baño ni abrazo podían limpiar.

Esas palabras, llenas de desprecio, se clavaban en lo más profundo de su ser. El eco del tono cruel de Dominique resonaba una y otra vez en su mente, haciéndolo sentir pequeño, impotente, como si fuera una basura que había sido usada y tirada. Dominique lo había quebrado en más formas de las que él mismo era capaz de entender.

Ahora, con Annita fuera de la casa, las heridas se reabrían. Las palabras de ella, llenas de veneno y malicia, se entrelazaban con los recuerdos oscuros de Dominique. Lo que ella le había dicho momentos antes:

<<<—Oh... ¿Así que este es el nuevo juguete? ¡Oh! Ya lo tengo, ¿acaso es para llenar un vacío, Brian?—dijo con un tono cruel, sus ojos centelleando de malicia—. Mira nada más, un payasito roto. Vaya, vaya, ¿así que esto es lo que tienes ahora? ¿Es que acaso te gustan rotos, Brian? ¿Así? ¿toqueteados, sucios y estúpidos?...>>>

-Estoy sucio...- se mortificaba una y otra vez con el mismo pensar.

Ese mismo desprecio, esa misma maldad. Las palabras eran diferentes, pero el dolor era el mismo. Roger sentía que su pecho se comprimía con cada segundo que pasaba, como si el aire a su alrededor se volviera más denso. Su mente viajaba entre el presente y el pasado, entre la realidad y las pesadillas que Dominique y ahora Annita le habían dejado.

Sentía náuseas, el corazón le palpitaba descontroladamente, y su mente se inundaba de una sensación insoportable de suciedad, como si cada fibra de su ser estuviera manchada por algo que jamás podría quitarse.

Las imágenes de su cuerpo desnudo, usado y abusado, volvían a su mente sin permiso. No podía dejar de recordar cómo esos hombres lo habían tratado, cómo lo habían reducido a nada más que un objeto sin voluntad. Se sentía como si estuviera reviviendo cada toque, cada mirada, cada risa cruel. Roger cerró los ojos con fuerza, tratando de sacudirse esas imágenes, pero cuanto más lo intentaba, más vívidas se volvían.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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Payasito [MAYLOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora