Capitulo 10

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Aquel día también habían tenido gimnasia, atletismo, concretamente. Todos y cada uno de los músculos de Tzuyu se resentían a cada paso que daba. Entró al vestuario y arrugó la nariz con desagrado, allí apestaba a alfa sudoroso, y el dulce aroma de Sana no estaba ahí para camuflarlo; el profesor la había mandado recoger el gimnasio. Seguro que lo único que quería era ver cómo la omega se agachaba a recoger los conos del circuito. Tzuyu gruñó ante esa idea. Abrió su taquilla y sacó su bolsa de deporte, se quitó la camiseta y la cambió por una limpia, después hizo lo mismo con los pantalones.

"Ya lo creo, es increíble".

La voz de Minnie llegó a sus oídos desde un par de taquillas de distancia. Hablaba animadamente con Cho Miyeon, una beta que solía rodearse de alfas y que no le caía demasiado bien a Tzuyu.

"Es la omega perfecta, casi de ensueño. Es dulce, es atenta y tremendamente linda". Dijo la beta.

"Y, no nos olvidemos, de que está buenísima. ¿Ese culo es normal en una chica? No puedo mirar a otro lado cuando corremos".

Las dos amigas rieron socarronamente y Tzuyu apretó los puños. No podían estar hablando de quién ella creía que estaban hablando.

"¡Ya te digo! Sana volvería loco a cualquiera, cómo me gustaría marcarla y poder folla...

Oh sí, lo estaban haciendo.

Tzuyu cerró la taquilla con tanta fuerza que hizo vibrar todas las demás. El vestuario se sumió en un pesado silencio. Lentamente, como un lobo acorralando a su presa, se acercó a las otras dos chicas que le miraban con una mezcla de curiosidad y temor. Destellos rojos manchaban las negras pupilas de la alfa. Chou Tzuyu estaba enfadada de verdad.

"Me gustaría formar parte de la conversación, ¿de quién hablaban?" Preguntó con la miel bañando sus palabras. Era una trampa.

"De...de Minatozaki Sana" Respondió Minnie temerosa.

Nunca había hablado con Tzuyu, nadie lo había hecho en realidad. Bueno, nadie excepto Sana. Tragó saliva en cuanto se dio cuenta de que la había cagado pero bien.

"Ah, sí, Sana. Es una gran omega, ¿verdad? ¿Qué decías que te gustaría hacerle, Cho?" Volvió a preguntar, apretando la mandíbula y mirando a Miyeon con fingida curiosidad. Tzuyu era la aparentemente inofensiva Venus Atrapamoscas que esperaba pacientemente para devorar a su presa.

La beta retrocedió un paso asustada. Todas las historias que había escuchado sobre Chou Tzuyu se sucedían en su cabeza como pequeños y terroríficos sketches, en ese momento, la imponente alfa se cernía sobre ella con la furia homicida dibujada en su rostro. Ninguna de aquellas historias era cierta, pero Tzuyu estaba dispuesta a hacerlas todas realidad con aquellas dos imbéciles que habían mancillado el nombre de Sana. ¡Solo ella podía fantasear con la omega! ¡Solo ella podía mirarla!

"Na-nada…solo…"

La alfa interrumpió la trémula respuesta dando un fuerte golpe a una de las taquillas. El estridente sonido metálico heló la sangre de todos los que estaban presenciando aquella escena.

"No quiero que ninguna de ustedes vuelva a hablar de Minatozaki Sana como si fuera un trozo de carne, ¿¡me entendieron!? Ninguna está a la altura siquiera de la jodida suela de sus zapatos". Bramó con furia.

Aquello era una advertencia, no solo para Minnie y Miyeon, si no para todos los presentes. Minatozaki Sana ya no estaba en el mercado, y pobre del que intentara tocarle un solo pelo.

Tzuyu se apartó de las dos chicas en cuanto percibió el aroma de Sana, y unos segundos después entró la sonriente omega. Todas volvieron a la normalidad como si nada hubiera pasado mientras Sana cambiaba su ropa de deporte por unos jeans y una camiseta. Por una vez en todo el curso, la única que la observaba hacerlo era Tzuyu.

Cuando terminó de vestirse, se acercó a la alfa tan sonriente como siempre. Y, como cada vez que la omega rondaba cerca, Tzuyu sintió el aire escapar de sus pulmones.

"Tzuyu, ¿quieres almorzar conmigo y con Momo?"

"¿Con Momo?" Preguntó dudosa.

Sana asintió sonriente. Tzuyu suspiró, preferiría almorzar sola con Sana, pero no tenía más remedio que aguantar a su amiga.

"Está bien".

En algún punto del camino a la cafetería, Sana se colgó del brazo de Tzuyu. La gente se apartaba a su paso, mirándolas aún sin terminar de creérselo. La historia del incidente en los vestuarios había corrido como la pólvora y todo el que estudiaba en ese instituto ya sabía que Minatozaki Sana era zona prohibida. Sana parecía ajena a todo eso y caminaba feliz colgada del brazo de la mayor, casi saltando por los pasillos.

"¿Tienes hermanos, Tzuyu?"

"¿Cómo?" Preguntó desconcertada por la pregunta.

"Sí, es que le caíste muy bien a Niki, así que pensé que a lo mejor tú también tenías un hermanito pequeño".

"No, soy hija única".

"Vaya, ¡entonces se te dan genial los niños!"

Tzuyu rió.

"No lo creo". Negó divertida.

"¿No te gustan? ¡A mí me encantan! Me encantaría tener un montón de pequeñines correteando por mi casa dentro de unos años". Habló felizmente con aire soñador. Jodidamente adorable.

En la mente de Tzuyu se proyectó la imagen de Sana unos años mayor, con una prominente barriga, con un niño pequeño entre sus brazos y otro chiquitín abrazando una de sus piernas. El más mayor tiene el cabello castaño y rizado y el que Sana sostiene con cuidado de no dañar su vientre tiene unos penetrantes ojos negros y el cabello lacio y moreno.

Tzuyu sonrió, aquella era la visión de un futuro utópico e irreal, pero maravillosamente feliz.

"No es que no me gusten, es cuestión de tenerlos con la persona indicada".

Sana sintió sus mejillas enrojecer, pero era imposible que Tzuyu se refiriera a ella.

Finalmente, llegaron a la puerta de la cafetería y aquel tema quedó olvidado.

Momo ya las esperaba en la mesa que solía compartir con su amiga. Había tenido que saltarse la clase de gimnasia por una reunión con el tutor. No parecía demasiado feliz de ver a la alfa, aunque ya sabía que almorzaría con ellas.

Después de ir a comprar el almuerzo, las tres se sentaron en la mesa.

Tzuyu aún se sentía extraña almorzando en compañía, pero la presencia de Sana hacía que valiera la pena toda la incomodidad.

"Esto... Tzuyu, ¿te apetecería venir con Momo y conmigo a ver una película el viernes por la noche?" Preguntó tímidamente Sana.

Vale, eso no se lo esperaba.

"¿Yo?"

"Claro que tú, idiota, ¿o ves a alguna otra Tzuyu sentada en esta mesa?"

"¡Momo!" Reprendió Sana a su amiga.

Momo se encogió de hombros y siguió comiendo su sándwich.

Tzuyu sopesó sus opciones, podía decir que no y desaprovechar una ocasión de estar con Sana o podía aceptar y aguantar a su amiga durante toda una tarde...¿a quién quería engañar? Nunca podría decirle que no a Sana.

"Está bien, pero ¿Les importa que lleve a un amiga?"

Necesitaba distraer a Momo para poder tener a Sana para ella sola, y Nayeon era la indicada para eso.

Intocable - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora