Ella no había podido evitarlo, de verdad que no. Algo en su interior había estallado con la pequeña confesión de Tzuyu, sacando su parte omega más profunda a relucir. Primero, había apoyado la cabeza en el hombro de la mayor, y el aroma a alfa había sido tan intenso que se había sentido desfallecer. Cuando quiso darse cuenta, su nariz se deslizaba suavemente sobre el cuello de Tzuyu, impregnándose del enloquecedor aroma.
Un gruñido bajo rasgó el pecho de la mayor, haciendo a Sana estremecer. No fue capaz de moverse. Lentamente, Tzuyu llevó su mano a la nuca de la omega y comenzó a repartir suaves caricias en la zona. La piel se erizó bajo las yemas de sus dedos, y Sana dejó escapar un suave suspiro que golpeó directamente en la base de su garganta. Un gruñido, esta vez un poco más fuerte, hizo vibrar su pecho. No sabía cómo habían llegado a aquella situación, pero todo su autocontrol se estaba yendo a la mierda.
"Sana, por favor... detente".
Su voz salió ronca, gutural, pero no podía evitarlo, la suprema excitación comenzaba a apoderarse de su cuerpo. Tenía que detener aquello, o acabaría arrancándole la ropa a la omega en aquel lugar público. La idea hizo que sus pantalones estuvieran un poco más apretados de repente; quería marcar a Sana, hacerle saber a todo el mundo que la omega más perfecta que alguna vez pisó la faz de la Tierra le pertenecía. Pero no podía, aquello no iba a pasar.
Sana, finalmente, comenzó a retirarse despacio. Su omega gruñendo por la separación.
"Lo...lo siento mucho, Tzuyu. Mi-mi celo está a punto de empezar y...no volverá a pasar".
Sana parecía avergonzada y realmente arrepentida. ¿Cómo no estarlo si se había restregado en el cuello de Tzuyu como una desesperada? Había oído cientos de leyendas sobre la combustión espontánea, pero nunca quiso con tantas fuerzas que fuera real.
Mientras, Tzuyu parecía ajena a la vergüenza de la omega. Su tono arrepentido caló con fuerza en su persona, "Mi celo está a punto de empezar." "No volverá a pasar." Claro que no lo haría, no podía permitirse hacerse ilusiones cuando Sana solo había seguido sus instintos guiada por el próximo inicio de su calor. Era una reacción natural, no significaba que sintiera nada por ella. Aún así, una sensación de vació se instauró en alguna parte bajo sus costillas, sospechosamente cerca de su corazón.
"No importa. Vamos a ver la película".
No habrían podido hacerlo ni aunque hubieran empleado toda su fuerza de voluntad. Los ojos de Tzuyu parecían estar anclados en Sana y en su perfecto perfil. Se deslizaban con admiración, acariciando con la mirada sus largas y rizadas pestañas, sus pómulos altos, su nariz respingona y sus voluminosos labios. Dios, se moría por besar esos labios. Aunque el jadeo que escapó de estos cortó todo el fantaseoso flujo de sus pensamientos. Y la oleada de olor a omega que se esparció después por toda la sala, la hizo clavar las uñas tan profundo en la butaca que sintió que arrancaría la tela. Absolutamente todo el cine pareció entrar en tensión, incluso Nayeon parecía haber tensado todos los músculos de su cuerpo.
"Sana"
Momo no se molestó en susurrar cuando lo sintió. Su amiga acababa de entrar en celo. ¿Cómo podía ser tan irresponsable? Lo único que recibió como respuesta fue un agónico jadeo entrecortado. Sana lloraba, y podía verla temblar desde su lugar. Se levantó, ignorando a los alfas que permanecían con expresiones pétreas y ojos cerrados, intentando mantener el control. El olor de omega de Sana era uno de los más fuertes que Momo había olido jamás. Era tan irresponsable lo que había hecho, no importaba cuántas ganas tuviera de acudir a esa especie de cita con Tzuyu.
"¡Vamos!" Apremió.
Tomó a Sana del brazo y la obligó a levantarse. Con dificultad, corrieron fuera del cine y siguieron corriendo hasta llegar a casa de la omega. Por suerte estaba a un par de manzanas. Para cuando consiguieron llegar a la habitación de Sana, ésta temblaba y se retorcía en gemidos y sollozos de dolor. No había rastro de Niki y su madre.
"Momo..." Le llamó, con la voz rota.
Se movía de manera errática sobre las sábanas. Tenía calor, tanto calor, y dolía como el infierno.
Momo corrió hacia el baño y rebuscó en el armarito hasta que dio con una caja de supresores, tomó una de las pastillas rojas y se la dio a Sana. La tomó sin agua. Tenía suerte de conocer la casa de su amiga como si fuera la suya. Momo se sentó junto a Sana en el colchón y comenzó a acariciarle la cabeza, estaba empapada. Le susurró palabras de aliento hasta que, poco a poco, se calmó.
"Sanashi, ¿por qué no cancelaste la salida si ibas a entrar en tu celo? Podríamos haberla atrasado". Le reprimió suavemente.
Aquello, definitivamente, no había sido una buena idea.
Sana gimió bajito y se abrazó a la cintura de su amiga.
"Pero... Momo, hoy no tendría que haber empezado mi calor". Habló, haciendo un puchero contrariada. "Se suponía que empezaba la semana que viene, apenas estaban apareciendo los primeros síntomas. Nunca lo había sentido tan fuerte".
Momo frunció el ceño, era extraño que a una omega se le adelantara el celo.
"¿Estás hablando en serio? ¿Segura que no se te olvidó que era hoy? A veces eres un poco despistada, y estabas muy emocionada por salir con Tzuyu..."
Sana negó efusivamente, con los ojos cerrados.
"Míralo".
Le señaló al calendario que colgaba de su pared, y Momo se dirigió a él. Era cierto, el primer día de su celo estaba marcado para dentro de una semana. Momo frunció el ceño y se giró hasta su amiga. A decir verdad, había pasado algunos de sus celos a su lado y nunca la había visto en ese estado. Normalmente estaría más sensible de lo habitual, y se pondría a comer helado como si no hubiera un mañana para después llorar arrepentida porque iba a engordar. Siempre le dolía un poco el abdomen, pero nada que no pudiera soportar. Definitivamente, nunca había visto nada como aquello antes. Sana tenía el cabello pegado a la frente debido al sudor, y, juraría que sus pantalones estaban algo oscurecidos. Estaba lubricando. No paraba de retorcerse, y gruesas lágrimas escurrían por sus pálidas mejillas. No era normal tener un celo
tan fuerte, a no ser..."¿Sabes que cuando una omega reconoce a su pareja su cuerpo reacciona intentando conseguir una unión?"
Los ojos de Sana se abrieron y miró a Momo con la vista borrosa.
"¿Y?"
"Que su calor se intensifica y puede llegar a adelantarse".
A Sana le costó un par de segundos entender lo que quería decir su amiga, pero finalmente, su boca se abrió y sus mejillas se tiñeron de rojo.
"¿Estás diciendo que Tzuyu es mi..."
"Eh, yo no he mencionado a Tzuyu. A lo mejor es Nayeon, o a lo mejor es algún otro alfa que estuviera en el cine, aunque, guiándome por cómo tenías la nariz pegada a su cuello, sí, yo apostaría porque es Tzuyu".
Y mentiría si dijera que aquella idea le gustaba. Momo suspiró, la omega de Sana tenía realmente un pésimo gusto.
"Pe-pero, eso no puede ser..."
Los ojos de Sana volvieron a inundarse en lágrimas mientras se sentaba y abrazaba sus rodillas.
"Ey, ey, cariño, ¿cuál es el problema? Pensaba que Tzuyu te gustaba...por muy inexplicable que sea eso..."
Sana abultó sus labios en un puchero mientra rompía a llorar.
"Pe-pero y-yo a ella no le gusto..." Hipó, escondiendo la cabeza entre sus rodillas.
Momo rió suavemente, abrazando a Sana.
"Shiba, no hay forma de que no le gustes a esa estúpida alfa. ¡Vamos, si cada vez que te giras te mira como si fueras lo más impresionante que ha visto en toda su vida! Y, no nos olvidemos de su pequeña confesión accidental".
Sana asomó sus ojitos sobre sus piernas, estaban rojos y brillantes.
"¿Se-segura?" Preguntó sorbiendo por la nariz.
Momo asintió.
"Ahora túmbate, necesitas descansar".
Sana durmió profundamente entre sueños protagonizados por una imponente alfa de cabellera negra como la noche.
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Intocable - Satzu
FanfictionTzuyu es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello castaño y mejillas regordetas. ¿Será capaz de dar un paso, olvidar los problemas y pensar solo en su mutua felicidad? Esta es s...