El Viaje del Corazón (spruan/sproier)

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TITULO: El Peso del Silencio

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Spreen se encuentra de nuevo en su apartamento, un espacio que normalmente considera su refugio. La fiesta ha terminado y la calma que sigue a la celebración se siente casi surrealista. Mientras mira por la ventana, observando cómo la noche se adueña de la ciudad, su mente sigue girando en torno a las mismas preguntas que lo atormentan.

Mientras observa la gente disfrutar, Spreen se pregunta si sería posible confesar su dolor a alguien cercano. La idea de abrirse y compartir su sufrimiento se le presenta como una mezcla de esperanza y temor.

Se sienta en el sofá, rodeado del silencio que parece amplificar sus pensamientos. Su mente está enredada en la duda: ¿podría alguien amarle y permanecer a su lado a pesar de su dolor abrumador? La carga emocional que lleva consigo se vuelve cada vez más pesada, y la posibilidad de compartir su secreto se enfrenta a la posibilidad de perder aún más.

De repente, su teléfono vibra en la mesa. Es un mensaje de Shaudone: <¿Cómo te sientes ahora? ¿Quieres hablar de lo que pasó? Estoy aquí si me necesitas.>

Spreen lee el mensaje varias veces, buscando un indicio de lo que debería responder. Su mano tiembla levemente mientras escribe una respuesta. <Gracias por preocuparte, Shaudone. Estoy bien, solo un poco cansado.>

Mientras envía el mensaje, se pregunta si está siendo completamente honesto. La realidad es que no está bien, y la idea de compartir su dolor con Shaudone lo asusta.

Tiene miedo de que su sufrimiento sea demasiado para que alguien lo entienda o lo acepte. La carga interna que lleva lo agobia y lo hace sentir más solo que nunca, a pesar de la preocupación y apoyo de sus amigos.

La preocupación y el miedo se entremezclan en su mente. Se pregunta si alguna vez encontrará el valor para hablar abiertamente sobre su dolor. Su dolor no es algo que se pueda explicar fácilmente; es una presencia constante que afecta cada aspecto de su vida.

El temor a ser rechazado o incomprendido lo hace dudar de sí mismo y de su capacidad para mantener conexiones auténticas con los demás.

En su desesperación, decide llamar a su amigo Quackity. Lo hace más por costumbre que por convencimiento, como si buscar la compañía de alguien pudiera de alguna manera aliviar el peso de su carga. Después de unos tonos, Quackity contesta.

—Hola, Spreen. ¿Qué pasa? —pregunta Quackity con un tono amistoso.

—Hola, Quackity. Perdón por llamarte tan tarde. ¿Tienes un momento para hablar? —su voz tiembla levemente, delatando su nerviosismo.

—Claro, mi wey, dime. ¿Cómo te va?

Spreen respira hondo, intentando reunir el valor necesario para hablar. —Bueno, ha sido un día complicado. Me siento... sobrecargado. No sé si lo que siento tiene sentido, pero es como si no pudiera dejar de llevar un peso enorme sobre mis hombros.

—¿Quieres contarme más sobre eso? A veces hablar sobre lo que sentimos puede ayudar, aunque no siempre sea fácil.

Las palabras de Quackity son un pequeño alivio. Spreen duda por un momento antes de responder. —Es difícil de explicar. Es como una presión constante en el pecho, y siento que nadie podría entender realmente lo que estoy atravesando. A veces me pregunto si alguien podría amarme o apoyarme a pesar de todo esto.

Quackity guarda silencio por un instante, como si estuviera ponderando sus palabras cuidadosamente. 

—Spreen, todos enfrentamos luchas internas, y lo que estás sintiendo no te define como persona. Hablar sobre ello no te hace débil, solo humano. Si tienes gente a tu alrededor que te quiere, es posible que te ayuden a llevar ese peso, incluso si no pueden entenderlo completamente.

—Lo sé, pero ¿y si al hablar de ello solo terminas perdiendo a las personas que te importan? —la voz de Spreen está llena de inseguridad.

—No podemos predecir el futuro. Pero si alguien realmente te valora, querrá estar contigo en los buenos y en los malos momentos. A veces, la verdadera amistad y el amor se fortalecen cuando compartimos nuestras luchas y mostramos nuestra vulnerabilidad.

Las palabras de Quackity resuenan en la mente de Spreen. Sin embargo, el miedo sigue presente. La posibilidad de abrirse completamente a alguien y ser aceptado, aunque tentadora, está rodeada de un temor constante a la pérdida y al rechazo.

—Gracias, Quackity. Creo que necesito más tiempo para procesar todo esto. Solo necesitaba escuchar eso.

—No hay problema. Estoy aquí para ti, ya sea para escuchar o para ofrecer apoyo. No estás solo en esto.

Spreen cuelga el teléfono sintiéndose un poco aliviado, aunque la duda sigue presente. La conversación con Quackity le ofrece una perspectiva diferente, pero el miedo a compartir su dolor sigue siendo una barrera difícil de superar.

Su mente sigue cuestionando si está listo para abrirse completamente a los demás.

La noche avanza y Spreen se encuentra inmerso en sus pensamientos. La presión en su pecho persiste, recordándole que el dolor no desaparece de la noche a la mañana. La idea de confesar su sufrimiento a alguien cercano sigue siendo una carga pesada, pero también es un rayo de esperanza.

Mientras se acurruca en su sofá, siente que está al borde de una decisión crucial: abrirse y compartir su dolor o continuar cargando con él en silencio.

La incertidumbre sobre si encontraría apoyo genuino o si simplemente se expondría a una mayor soledad lo consume.

Sin embargo, hay algo en el consejo de Quackity que resuena profundamente en él. La idea de que el verdadero amor y la amistad se prueban en los momentos difíciles le da un atisbo de esperanza, aunque el miedo al rechazo sigue presente.

Spreen se prepara para enfrentar el próximo día con una sensación de determinación mezclada con incertidumbre.

El camino hacia la apertura y la vulnerabilidad es un desafío abrumador, pero también es una oportunidad para encontrar la conexión y el apoyo que tanto anhela.

Mientras apaga las luces y se prepara para dormir, sabe que la batalla por superar su dolor interno es solo el primer paso en su viaje hacia la sanación.

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