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TITULO: Cicatrices en el Horizonte



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La separación de Juan y Spreen dejó un vacío en ambos, pero era un vacío necesario para su supervivencia emocional. 




Mientras los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, cada uno emprendió un camino diferente para encontrar un nuevo equilibrio en sus vidas.



Para Spreen, las noches eran las más difíciles. La culpa y la tristeza se manifestaban como una presencia constante, una sombra que lo seguía a todas partes. Intentaba sumergirse en su trabajo y en actividades cotidianas, pero nada parecía aliviar el peso de su comportamiento pasado. 



Cada rincón de la casa le recordaba a Juan, y la soledad se sentía casi insoportable. Los esfuerzos por encontrar consuelo en amigos y familiares resultaban infructuosos, ya que la vergüenza y el arrepentimiento lo mantenían alejado de quienes querían ayudarlo.



El terapeuta de Spreen lo animaba a confrontar sus sentimientos y a no huir de ellos. Las sesiones de terapia eran un espacio seguro donde podía desahogar su dolor y empezar a entender las raíces de su comportamiento. 



Spreen comenzó a explorar aspectos de su infancia y de su vida que había ignorado durante mucho tiempo. Las lágrimas se convertían en una liberación y, poco a poco, empezó a encontrar fragmentos de redención en el proceso de autocomprensión.



Pero incluso con la ayuda profesional, el camino hacia la recuperación era arduo. La depresión de Spreen se profundizaba en momentos de desesperación, y la culpa seguía siendo un peso constante. 



A veces, miraba viejas fotos de él y Juan, recordando los momentos felices y preguntándose cómo todo había salido tan mal. La aceptación de su responsabilidad en el fracaso de la relación era dolorosa, pero también era un paso necesario para avanzar.



Por su parte, Juan también enfrentaba sus propios desafíos. Aunque ya no estaba en una situación abusiva, las cicatrices emocionales tardaban en sanar. Los recuerdos de los malos momentos seguían presentes, y la confianza en sí mismo y en los demás había sido severamente afectada. 


Sin embargo, Juan se negó a dejar que su experiencia definiera su futuro. Con la ayuda de amigos y familiares, comenzó a reconstruir su vida.



Los días de Juan se llenaban de nuevas rutinas y pequeños logros. Volvió a dedicarse a sus pasatiempos olvidados y encontró placer en las cosas simples: una caminata en el parque, una taza de café en la mañana, una buena conversación con un amigo. 

El Viaje del Corazón (spruan/sproier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora