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TITULO: LaDecisión Dolorosa


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Con el corazón hecho trizas, Spreen tomó una decisión. Sabía que aferrarse a la esperanza de un regreso era un peso que no podía soportar más. El amor que había sentido por Juan, aunque profundo y sincero, se había convertido en una cadena que lo ataba a un pasado que ya no existía.




 Cada día que pasaba, la ausencia de Juan se volvía más pesada, y cada vez que miraba a Roier, la flor morada que había llegado a simbolizar ese amor perdido, sentía una punzada en el corazón.



"Quizás es hora de dejarlo ir", se dijo, mientras acariciaba los pétalos de Roier con una tristeza infinita. La flor, que al principio había sido un símbolo de esperanza y de los recuerdos compartidos con Juan, ahora se había transformado en un recordatorio constante de su dolor. Aunque su color vibrante seguía siendo hermoso, para Spreen, esa belleza estaba teñida de melancolía. 



Cada vez que veía la flor, no podía evitar pensar en lo que había perdido, en los momentos que nunca volverían, en el futuro que una vez soñó pero que ahora parecía inalcanzable.




Esa noche, bajo un cielo estrellado que parecía reflejar la inmensidad de su tristeza, Spreen decidió que era el momento de despedirse de Roier. El jardín, que había sido un refugio en los días más oscuros, ahora se sentía como una prisión. 



Cada rincón del lugar estaba impregnado de los recuerdos de Juan, de las promesas que se hicieron, de las risas que compartieron. Pero esos recuerdos, en lugar de traer consuelo, solo profundizaban su dolor.



Spreen se arrodilló junto a Roier, sintiendo la suave brisa nocturna acariciar su piel. "Te llevaré siempre en mi corazón", murmuró, con la voz quebrada por la emoción. Acarició una vez más los pétalos de la flor, sabiendo que esta sería la última vez. 



Mientras lo hacía, una lágrima solitaria rodó por su mejilla y cayó sobre la flor, mezclándose con el rocío que ya cubría sus hojas.



El peso de sus emociones lo abrumaba, y por un momento, dudó si realmente podía dejar ir todo lo que Roier representaba.




 Pero sabía que no tenía otra opción. "No puedo seguir viviendo en el pasado", se dijo, tratando de convencerse a sí mismo de que esta era la decisión correcta. Cada palabra que pronunciaba le costaba un esfuerzo inmenso, como si estuviera arrancando una parte de su alma con cada sílaba.




Finalmente, con el corazón encogido de dolor, Spreen se levantó y comenzó a alejarse del jardín. Sus pasos eran lentos y pesados, como si cada uno de ellos lo acercara más al abismo de la soledad.



 Pero a pesar del sufrimiento que sentía, sabía que esta era la única manera de seguir adelante. De alguna manera, tenía que encontrar la fuerza para reconstruir su vida sin Juan, aunque en ese momento, esa idea le pareciera imposible.



Mientras caminaba, se detuvo un instante y se volvió para mirar a Roier una última vez. La flor estaba allí, en el suelo, aún brillante en su belleza, pero para Spreen, ya no tenía el mismo significado. 




"Muriendo por volver", susurró, sintiendo que su corazón se rompía en mil pedazos. Las palabras resonaron en el aire, llenas de un dolor tan profundo que parecía casi palpable.



Roier, la flor morada que una vez había simbolizado su amor por Juan, ahora se había convertido en el emblema de su tristeza y de la aceptación de que ese amor no era suficiente para mantenerlos unidos. 




El viento soplaba suavemente, haciendo que los pétalos de la flor se movieran como si estuvieran despidiéndose de él. Spreen sintió una nueva oleada de lágrimas, pero esta vez no las contuvo.



Sabía que, aunque este era el fin de un capítulo en su vida, también era el comienzo de otro, uno en el que tendría que aprender a vivir con el vacío que Juan había dejado.



 El dolor seguiría allí, al igual que los recuerdos, pero con el tiempo, esperaba que se convirtieran en cicatrices, marcas de una historia que, aunque trágica, también estaba llena de amor y de momentos que nunca olvidaría.



Spreen siguió caminando, con las estrellas como únicas testigos de su sufrimiento. A medida que se alejaba del jardín, sintió como si una parte de él quedara atrás, junto a Roier. Pero sabía que era necesario, que aferrarse al pasado solo lo destruiría más. 



Y aunque el camino que tenía por delante era incierto y lleno de dolor, estaba decidido a seguir adelante, llevando en su corazón no solo el recuerdo de Juan, sino también la esperanza de que algún día, podría encontrar la paz que tanto anhelaba.




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El Viaje del Corazón (spruan/sproier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora