Capitulo 8

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La reunión terminó peor de lo que había empezado, la tensión entre los hermanos había aumentado y el resto de habitantes del cielo habían comenzado a murmurar luego de la misteriosa y aterradora sacudida que había interrumpido su rutina. Pero Michael no estaba preocupado por ello, había ignorado las preguntas angustiadas y huyó hacia el Jardín del Edén lo más rápido que pudo, inquieto por las palabras de su hermano respecto a Adam y su paradero desconocido.

Michael presentía que había algo que estaba mal y que necesitaba controlarse para evaluar el problema, pero le era inevitable descontrolarse de la frustración y la decepción que se llevó debido a la terquedad inesperada de su hermano mayor y de su propia necesidad de aprobación, esa que le hizo hundirse cuando decidió gritarle.

¿Cuando me volví tan dependiente de Samael? ¿En qué momento todo se desmoronó? Hasta hace poco estaba esperando ansioso por pasar más tiempo con sus hermanos, pero ahora solo tenía muchas preguntas sin respuesta que se acumulaban en su mente mientras volaba sobre diferentes puntos del jardín buscando a Adam.

Pero el hombre no estaba, ni en las colinas, ni en las orillas de las lagunas ni en los prados de flores, y las horas pasaban sin que hubiese algún rastro suyo en el lugar, ni el más mínimo.

¿En qué momento cambie?

El serafín había comenzado a angustiarse cuando, por un instante, pudo ver a una figura moviéndose entre los arbustos y la maleza alta de una zona poco visible del jardín. Pudo haberse tratado de un animal, pero Michael ya estaba cansado. Estaba cansado de sentir que ya no tenía el control de la situación, de sentirse miserable y decepcionado.

Era Adam. Era el hombre al que había buscado con tanta desesperación luego de que su mundo se viera hecho pedazos por palabras que nunca debieron decirse. Era esa criatura de ojos dorados que ahora había tropezado en un tonto intento de esconderse.

— ¿Adam? —llamó con suavidad avanzando lentamente hacia él. Le extendió su mano invitándolo a salir de la maleza y busco sonreirle sintiéndose aliviado de verlo.

El verle fue como una cura, una adictiva cura que le hizo olvidar todas las emociones vividas que buscaban exteriorizarse. Era como si todo lo sucedido, todo lo que pasó con Samael y con aquella terrible “mujer” rubia, solo pasará a un segundo plano vacío. 

— Estaba buscándote, ¿te encuentras bien?

Pero el hombre no contestó ni pareció moverse en su improvisado escondite.

Algo definitivamente estaba mal y ese alivio inicial comenzó a desaparecer conforme los minutos pasaban en completo silencio. Adam, de alguna manera, pudo notar su cambio de ánimo y comenzó a retorcerse y temblar dentro de la maleza:— Michael…

Eso era terriblemente inusual. Normalmente, el castaño se acercaría a él con una enorme sonrisa y le mostraría su progreso en la escritura o alguna nueva cosa que hubiese descubierto. Esta versión temerosa y deprimente no era normal y eso le alarmó.

— Quiero que te vayas. —antes de que pudiera preguntarle algo, Adam susurró entre sollozos.

— Me retiraré si eso es lo que quieres, Adam —aseguró suavemente y sintiéndose confundido por la petición; sin embargo, solo atinó a sentarse a un costado del escondite del primer hombre—. Pero me gustaría verte antes de retirarme, ¿está bien?

Su sencilla petición solo era para garantizar la seguridad de Adam, aunque también se sentía perturbado por sus temblores y sollozos. No podía verlo y eso solo le angustiaba.

— No-no, yo… me quiero quedar aquí. —su voz era quebradiza y pausada, intentando que no se notara que había estado llorando por bastante tiempo en ese desconocido lugar.

Del Polvo donde nacio el Final. (HazbinHotelAU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora