×~|•|~Leatherface~|•|~×

~|•|~Cap 10~|•|~

CARNE - thomas hewitt (cara de cuero)

N/A: Tuve que ser un poco tonto, jeje <- delirante
( cws: fem!reader, crianza, enorme diferencia de tamaño, marca de propiedad, tommy protector, víctimas anónimas del mtc.)
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Con los pulmones ardiendo en el pecho por el calor húmedo de Texas, apartaste los tallos de maíz a la fuerza mientras avanzabas a trompicones a toda velocidad. Cada mazorca correosa te golpeaba los hombros, las manos, el pecho y las piernas magulladas, pero no te detenías ante nada.

No podías parar . La gente con la que habías hecho autostop estaba muerta, o al menos iba camino de estarlo; los habían cazado uno a uno, con trampas para osos, escopetas y ganchos para heno, y estabas seguro de que eras el único al que la familia seguía cazando. Habían tardado toda la noche en dispersaros y debilitaros a todos con sádicas torturas de todo tipo. Ahora tu grupo se había reducido a uno. Tú ... Correr a toda velocidad no era suficiente para describir lo frenéticamente que te tambaleabas por el campo de cultivo, prácticamente arrastrándote de pies a cabeza por lo mareado que estabas. La pérdida de sangre y unos cuantos golpes en la cabeza te hacían eso.

Finalmente, el maíz se abrió una última vez para arrojarte a la hierba húmeda de rocío, y el laberinto de uniformidad finalmente llegó a su fin. Pero cuando levantaste la cabeza hacia el cielo estrellado de la noche, se te cayó el corazón a los pies al ver lo que había frente a ti. La casa de campo. Habías corrido en la dirección equivocada. Una luz cálida brillaba desde el interior de las cortinas detrás de las ventanas y viste a la mujer mayor parada en el porche, con un trapo entre las manos mientras gritaba un nombre. Aterrada y esperando la bendición de pasar desapercibida, te arrastraste en grupo hasta el maíz.

Golpe. A mitad de camino, la hierba se partió con la fuerza de un mazo que cayó sobre ella. Una bota apareció justo al lado de tu cabeza; pegada a ella había una enorme pantorrilla, y tus ojos se dirigieron lentamente hacia arriba para revelar la totalidad de ese loco maníaco que habías visto empujando a los demás hacia esa casa de los horrores al otro lado del césped.

El pelo grasiento le colgaba en largas trenzas, los ojos cautelosos le perforaban el cráneo, un delantal le rodeaba el abdomen manchado de sangre oscura. De cerca, se le oía respirar pesadamente a través de la máscara que le ocultaba la mandíbula inferior, a través de la cual solo se veían el puente de la nariz y la frente. Olía a sudor, a podredumbre y a carne fresca. Su pesada mano se apretó alrededor del mango del martillo que había dejado sobre la mesa, y las venas se le marcaban por el tamaño y la fuerza de su enorme y descomunal cuerpo.

—¡Tommy! —La voz de la mujer se escuchó en la noche, y el nombre finalmente sonó lo suficientemente claro para que lo escucharas. Giró la cabeza rápidamente hacia la fuente y miró en su dirección; la viste hacer la vista gorda ante tu situación en el césped y regresar a la casa. Sentiste como si tu corazón fuera a estallar en ese momento, el miedo y la tensión te recorrieron como un alambre tenso a punto de partirse en dos.

El gigante gruñó por encima de tu cabeza. Lo miraste de nuevo y apretaste los puños contra la tierra, esperando que levantara el martillo y te aplastara el cráneo contra el suelo con él. Pero al apoyar la palma de la mano en el extremo romo, el monstruo la utilizó para arrodillarse sobre una rodilla. Con una mano extendida, apartó lentamente y con cuidado tu cabello húmedo y presionó las yemas de los dedos con firmeza en tu mejilla. Te estremeciste cuando los desplazó hacia abajo, explorando el punto blando debajo de tu oreja y la curva de tu mandíbula. Inclinó tu barbilla hacia atrás y deslizó toda su mano sucia por tu cuello... y con el apretón más tentativo alrededor de tu garganta, tragaste y él prácticamente saltó hacia atrás. Tu piel volvió a enfriarse cuando su mano cálida se apartó de ti, pero con la misma vacilación rozó tus labios con los nudillos y los recorrió por tu frente, dejando manchas de sangre húmeda detrás.