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La noche podría ser silenciosa, las calles oscuras podrían ser peligrosas por las criaturas que deambulaban por los alrededores donde la luz era muy escasa, pero nada era peor para Noni que su propia mente y soledad. La llegada de la noche significaba un cuarto oscuro, aislado de las demás personas, donde su único acompañante era su mente, llena de crueles recuerdos, pesadillas vivientes y sonidos perturbadores.

En una habitación completamente desolada, sin ninguna puerta ni ventana por donde alguien pudiera entrar o salir... Más sin embargo sabía que no estaba solo, pese a la profunda oscuridad que lo rodeaba, podía verlo... La sombra de una persona se hacía notar, tenebrosa y pesada, sentía que lo observaba, creía que se estaba volviendo loco al ver aquellos ojos rojos y vacíos, mientras iba aumentando de tamaño, ¿o él se estaba volviendo más pequeño?

Se acercaba, se iba acercando cada vez más, y un temeroso y tembloroso Noni pegaba su cuerpo a la pared de aquella habitación, como si en algún intento desesperado lograría traspasar aquella fría pared que le permitiría escapar de aquella sombra. Lágrimas de desesperación salían de sus ojos, el miedo lo había dejado paralizado y no había nada que pudiera hacer más que cerrar los ojos y llorar.

Juraría haber visto unas garras levantándose y acercándosele, y contuvo la respiración cuando esta le toco la mejilla. Un ardor le recorrió y sintió un líquido derramarse de su cara... Sangre. Aquella sombra le había arañado la mejilla, dándole a entender que nada ni nadie podrían detenerle. Tres garras más habían salido y comenzaron a tirar de su ropa y su cabello. Gritos de desesperación y miedo salieron de la boca de Noni, su garganta le dolía de gritar tanto, pero era lo que podía hacer. Intentos fallidos de manotazos para quitarse las garras de encima, sucumbía en la desesperación por querer salir de ahí... Y grito más al ver la cara de aquella persona. Se acercó a su cuello y lo olfateo, comenzando a lamerlo, para después con dos de sus garras atrapar las manos temblorosas y frías de la vaca y ponerlas arriba de su cabeza, mientras quitaba a jirones los pocos trozos de tela de su ropa. Y la risa grotesca y gruesa de la sombra se hizo presente, haciendo eco en todo lugar antes de quitarle a Noni todo rastro de luz, quedando en una oscuridad profunda.

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Y abrió los ojos, mirando el techo de su habitación. Se sentó de golpe y jadeo, toco su cara con desesperación para ver si había alguna herida o sangre... Nada, pero sintió sus ojos mojados, había llorado mientras dormía. Miro alrededor con temor, tenso ante la idea de seguir dentro de aquel horrible lugar. Estaba en su casa, los animales del arca se escuchaban lejanos, y su cuarto era el mismo de siempre... Soltó un largo suspiro antes de romper en llanto. Estaba solo, pero los recuerdos siempre estarían con él.

Dormir ya no era una opción para él, el miedo de encontrarse con aquella persona que tanto daño le hizo era más fuerte que todo el sueño que podría sentir. ¿Cuántos días llevaba ya sin poder dormir bien? Las pesadillas seguían tan vivas como aquel tormentoso día. Era inevitable no llorar cuando estaba solo en casa con sus mascotas, la culpa y la repulsión eran tan grandes que evitaba todo contacto físico con los demás.

Todavía faltaban unas cuantas horas para que el sol comenzara a iluminar las tierras de Tortillaland, pero incapaz de volver a dormir, se cambió de ropa, tomo una mochila con comida dentro y salió de su casa. ¿Sabía a dónde ir? Claro que no, pero no quería pasar un segundo más en su casa, no soportaba estar en un lugar encerrado como lo era su habitación. En cuanto abrió la puerta de la entrada, el aire frio del exterior le golpeo el rostro, como si le dijera que aún era muy temprano para salir a las calles repletas de criaturas, pero prefería mil veces enfrentarse a ellos que seguir en su habitación. Respiro hondo, haciendo que el aire frio se filtrara por su nariz y le calara, cerró la puerta y se alejó de su hogar.

(•••)

Tanizen se tapó la boca con la palma de su mano mientras un bostezo se hacía presente, era aún temprano para andar rondando por las calles de Tortillaland, pero como dueño y jefe de una de las tiendas más populares y solicitadas de todo el pueblo, tenía que poner el ejemplo y llegar puntual a su trabajo. Nada que un buen café caliente no resolviera, un expreso americano bien caliente para iniciar sus días ajetreados eran como un regalo para él.

Saco las llaves para poder abrir la puerta principal, pero grande fue su sorpresa al percatarse que ya estaba abierta, ¿enserio? Entro, esperando algún recibimiento, pero el lugar estaba demasiado silencioso como para que alguien estuviera dentro.

-¿Hola? ¿Hay alguien? -Preguntó un poco nervioso al no recibir respuesta.

Con pasos silenciosos se acercó al mostrador, dejando su café y tomar cualquier cosa que estuviera a la mano para usar como arma de protección. Comenzó a caminar, dirigiéndose a la otra sala donde había cuadros y reliquias, pero se detuvo en seco al escuchar un ruido muy cerca de él, unas vibraciones constantes y hasta algo molestas; camino guiándose del ruido para percatarse de un teléfono, uno que conocía a la perfección.

-¿Noni? -Soltaron sus labios casi de forma automática una vez que vio el teléfono, sin despegar la vista de él, mientras en su mente albergaba una pregunta poco obvia: '' ¿Por qué tenía una alarma a esta hora?''.

-¿Jefe? -La voz de la vaca sonó alejada, proveniente del segundo piso, algo... ¿Sorprendido? ¿Asustado?

Al escuchar su voz, Tanizen inmediatamente subió al ascensor y se encamino a la bodega que tenían ahí cerca (donde Ollie guardaba sus materiales de trabajo). Y tal fue su sorpresa al ver a su mejor amigo con mochila en mano, con un aspecto poco agraciado; ojeroso, despeinado y sucio.

-¿Noni? ¿Dónde coño has estado? ¿Qué estabas haciendo gilipollas? -Preguntó con un tono de voz preocupado, intentando cortar la distancia para cerciorarse que no tuviera algún corte o golpe.

-Ah... He estado de aventura jefe -contesto la vaca con una sonrisa más forzada que real, dando un paso atrás al sentir al rubio más cerca de él.

-¿De aventuras? -Su desconcierto era notorio, y vaya que varias preguntas comenzaban a formarse dentro de su cabeza, preguntas que quería que fueran contestadas de forma honesta, pero se dispersaron con la misma rapidez en las que llegaron cuando la puerta principal fue golpeada. Alguien había llegado a la tienda. -Noni, iré a atender, por favor espérame en la oficina, subiré enseguida. -Dijo Tanizen para acto seguido correr al ascensor y bajar.

Noni quedo nuevamente solo, soltó un suspiro y se dirigió a la oficina de Tanizen, se sentó y espero... El silencio era abrumador, el cuarto se estaba haciendo más pequeño, la luz se iba apagando rápidamente. Sintió un escalofrío recorrer su espalda y su nuca, volteó rápidamente y juro haber visto una sombra desaparecer en ese momento. ¡No estaba solo! El pánico lo invadió por completo, sintiendo que en cualquier momento podría desmayarse, tenía que salir de ahí antes de que fuera demasiado tarde... ¿Tarde para qué? Ni él mismo lo sabía, pero no quería quedarse a comprobarlo.

Cuando Tanizen volvió a subir, veinte minutos después, la preocupación lo invadió al ver que Noni, su empleado estrella y mejor amigo estaba fuera de la oficina, en el suelo en posición fetal, intentando desesperadamente agarrar aire mientras lagrimas salían de sus ojos y repetía entre leves susurros ''Ya no más''. Corrió para ayudarlo, intentando hacer que reaccionara, calmándolo, tomándole el rostro y rogándole porque reaccionara... ¿Qué había pasado?  

Permiteme SanarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora