La primera semana pasa lenta. Juanjo intenta con todas sus fuerzas hacer vida normal. Va a las reuniones acompañado de Martin. Pasea con Kiki y Lucas, por supuesto, también acompañado de Martin. Sus amigos se han acostumbrado a su presencia bastante más rápido de lo que él habría imaginado. A Juanjo aún le cuesta recordar que no puede salir desnudo de la ducha, o que debe cocinar dos raciones de lo que sea que vaya a comer. Martin también ha intentado cocinar para ambos, pero después de casi intoxicarse al confundir la harina con el bicarbonato, Juanjo le pidió, o más bien le rogó, que dejase la cocina en sus manos.
Escucha las palabras del señor calvo, intentado que no se note el aburrimiento en su expresión. No le está contando nada nuevo. Es la tercera reunión que tienen sobre este tema y comienza a cansarse un poco. No sabe cuántas propuestas ha hecho pero ninguna parece ser buena para ese hombre. Observa a las nueve personas que rodean la mesa, entre ellas su padre. Todas miran la pantalla llena de gráficas y estudios de estadística que, esta seguro, al menos la mitad no entiende ni un poquito.
Martin se mantiene de pie, en un lateral de la puerta de la sala de reuniones. Lucha contra los bostezos. Se muere del aburrimiento.
— Bien. — habla Juanjo — Damos por finalizada esta reunión. Creo que está claro que no estamos en el mismo punto para este proyecto, señor Medina, por eso le sugiero que si no tiene pensado aceptar ninguna de las incontables proposiciones que le hemos hecho deje de hacernos perder el tiempo. — su voz suena seria. Su padre asiente, orgulloso de la autoridad que muestra su hijo. La primera vez que Martin le escuchó hablar así se quedó de piedras. Es tan diferente al Juanjo tímido y jovial que ve cada día en casa.
— Juanjo, creo que-
— Es señor Bona. — le corrige.
— Disculpe, señor Bona. Ya sabe las ganas que tenemos de trabajar con ustedes pero las ideas que proponen no terminan de cuajar con nosotros.
— No hay problema, busque a alguien que cuaje entonces. ¿Necesita que le acompañen a la salida? — aunque suena profesional, Martin no puede evitar reírse internamente ante el deje de sarcasmo en las palabras de Juanjo.
— No, no se preocupe. — el señor Medina abandona la habitación acompañado de sus asistentes. Juanjo les da permiso a sus trabajadores para que vayan a hacer un descanso. En la sala de reuniones solo quedan padre, hijo y guardaespaldas.
— Has actuado muy bien hijo. Eres un verdadero líder. — su padre sonríe, conforme. — En esta empresa no aceptamos proyectos que no nos representan. Continúa así.
— Gracias, papá.
— ¿Cómo va todo? ¿Ha sucedido algo más? — pregunta sin aclarar a que se refiere pero sabiendo que van a entenderle.
— Nada. Lo último fue la nota esa de la sangre. — recuerda. Se le ponen los pelos de punta al pensar en ello, en el mal sentido.
— Por cierto, los del laboratorio han identificado la sangre como sangre animal. De algún tipo de roedor o algo así. — informa su padre. Martin asiente, como si no estuviera ya al tanto de esa información.
— Así que seguimos sin saber nada realmente. — gruñe Juanjo, frustrado.
— La policía sigue con la investigación Juanjo, no te desanimes. — habla Juan.
— Es que odio esto. Me envía notas cada vez más turbias, y luego desaparece varios días. Cuando consigo dejar un poco el estado de alerta entonces vuelve. Estar tantos días sin recibir nada es como si sintiera su respiración en la nuca, acechándome. Recordándome qué sigue ahí. Estoy todo el rato tenso porqué sé que en algún momento va a aparecer. — suspira angustiado. Martin siente la tentación de acercarse a él, pero se mantiene quieto, a un lado de la mesa.
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Bajo Protección || majos.
FanfictionCuando Juanjo, hijo de un influyente empresario multimillonario, comienza a recibir inquietantes notas anónimas, su vida cambia de la noche a la mañana. Para protegerle, su familia decide contratar a Martin, un guardaespaldas que, además de defend...