1.Acua

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El sol del pueblo de Sevenblue se asomaba despacio sobre la fina arena blanca de la isla, las gaviotas cantaban y un nuevo día llegaba con buenas energías. Pero ese lindo amanecer, siempre se teñia de peleas y gritos, que aunque Acua estaba acostumbrado, le producían dolor

Bajo de la cama sin ganas y en su cara se notaba, no quería levantarse.
Abrió la puerta de su pequeña habitación y frente a él se encontraban sus padres, peleando como siempre, desde las ocho de la mañana.

Acua los esquivo sin ni siquiera saludarlos, comportándose como típico adolescente cuando sus padres pelean. Todavía con la cara destrozada fruto de haber dormido tan solo cuatro horas, se paró frente a el estante y agarró lo primero que vio.
Después de casi diez minutos sus padres ni lo notaron, ellos se dignaron a saludarlo, bueno ellos no, solo su madre y con una falsa sonrisa le dijo

—Cómo estás mí amor, ¿Cómo dormiste?.

Acua esquivó la pregunta y sin decir nada y se fue a alistar para la escuela.
Hace poco en su pueblo habían inaugurado la primera escuela para mayores de 12 años, o como lo dicen los humanos "escuela secundaria", un invento que fue tomado del poco conocido aquí, "mundo humano". Acua ya había comenzado a asistir a la escuela hace más o menos doce días, aunque no le parecía muy interesante, era un buen escape a la situación de su familia.
No parecían una Familia...

La hora se aproximaba, Acua tenía que estar en la escuela a las diez,  así que todavía tenía una hora libre, estaba quemando tiempo en su habitación, un pequeño cuadrado con piso de madera lleno de astillas que al más mínimo toque sonaba mucho, las paredes también de madera y un pequeño ropero para meter sus pantalones.

Acua, sin nada más que hacer y con las cosas ya preparadas se vistió, se puso sus pantalones, que le llegaban un poco más abajo de la rodilla, sus sandalias y lo más importante, su collar con una piedra color azul, que su amigo Cyrus le había regalado. Se dirigió nuevamente a el comedor de su pequeña casa, un rectángulo poco acogedor, con paredes y piso de madera como su habitación,  donde su madre se encontraba sentada en la punta de la mesa del comedor, callada, con la mirada perdida y con un notable moretón en su ojo derecho.

— ¿Otra vez te pegó papá?—Exclamó Acua con preocupación.

— No hijo, me caí queriendo agarrar algo de la mesada, tranquilo...
Su voz la delató, le mintió a su hijo, pero él, ya con sus 15 años supo que esa marca no era de una simple caída. Al instante Acua vio a su padre con una mirada desafiante al salir de su habitación, y sin ni siquiera dirigirle la mirada a su hijo, tomó sus cosas y se fue al trabajo.
Amaru, el padre de Acua, siempre tuvo esa mirada penetrante, este anphihuman de casi dos metros, con las facciones marcadas y con el cuerpo muy definido, de piel color azul y con unas gruesas escamas de le recorrían todo su cuerpo, era el ser más temido de todo el pueblo.
Cuando él se fue, Asiri, la madre de Acua rompió en llanto, Acua se dio cuenta de esto, pero comportándose como un completo idiota, lo ignoró y como ya era la hora de irse a la escuela se despidió de su madre con un simple “Chau”.

Su pequeña casa quedaba a no más de un kilómetro de la escuela, un tramo fácil de hacer. Acua caminó lentamente, el día era cálido, las gaviotas estaban a todo dar y los vecinos felices, en cambio él tenía una expresión de tristeza, normal después de haber visto esas escenas en su casa.
Al llegar todos estaban volviendo a ver a sus amigos pero el... solo. Cómo siempre...

Siguió caminando hasta toparse con la enorme puerta que indicaba que ahí mismo, seguía el sufrimiento

Más allá de una islaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora