El aire estaba sofocante y húmedo. El cielo estaba parcialmente nublado, dejando el sol a la vista iluminando todo con rayos demasiado calientes. Claro esta que nada de esto se notaba en el sitio en el cual Snape se encontraba actualmente.
Lo único que se podía ver en la gran habitación fueron decenas de calderos de la mejor calidad con llamas azules debajo de ellos. Algunos estaban al rojo vivo burbujeando y otros estaban a fuego lento, cociendo de forma segura el liquido dentro. Los humos se elevaban por toda la habitación en la cual solo se encontraba una sola persona, ya que esta era una sala privada al fin y al cabo. El aire tenía una mezcla de olores interesantes y raramente agradables, aunque Snape no puso atención a eso. El chico se alzaba desde el costado de unos de los calderos, removiendo con una gran varilla de madera en el sentido de las agujas del reloj, contando cada unos de los giros hasta un determinado numero.
Snape había crecido desde que llego a este mundo. El pasado. Su pasado. Sus hombros crecieron y su espalda también, dejando una linda forma de triangulo invertido en su cuerpo aún pasando por la pubertad. Aunque aún tenía solo 13 años su cuerpo estaba creciendo y madurando de forma más rápida que la primera vez.
El chico estaba tan concentrado que ni sintió cuando alguien entro y lo observaba en silencio. Fue justo cuando se alejo de la poción y busco con la mirada su libreta que casi salta un metro de su propia piel al ver a una persona que no sintió ni escucho llegar. Su corazón latía con algo de fuerza y Snape dejo salir un suspiro aliviado cuando el hombre que lo acechaba no era otro que su socio, el señor Winikus. El hombre vio todo esto con un brillo divertido en sus ojos, se aclaro la garganta y le señalo con una de sus manos hacia un punto debajo de su barbilla.
Snape bajo la mirada y parpadeo sorprendido a lo que encontró. Su cabello era mucho mas largo que esta misma mañana cuando entro en el laboratorio. Las manos pálidas de Snape cogieron un mechón de su cabello que ahora le llegaba al pecho y lo estudio con un aire de curiosidad.
- Este es un efecto interesante - Dice Snape mientras corre a por su libreta y anota todo con manos rápidas y sus dientes apretando su labio inferior en concentración. - Utilice diversas hierbas y plantas muggle y las mezcle con ingredientes estándar para en principio una poción para regenerar células muertas. Estaba pensando en utilizarla para quemaduras, cicatrices o incluso si cambio un poco las proporciones podría usarse para curar enfermedades oculares -
Los ojos del hombre mayor se abrieron con asombro - Eso es increíble. San Mungos mataría por esa poción cuando este lista -
- o se vaciaría los bolsillos por ella - Dice Snape con una media sonrisa malvada en su rostro.
El señor Winikus escondió su propia sonrisa detrás de su mano y con una mirada de reojo dijo lo siguiente - Ya se esta acercando la hora acordada. Deberías ir apagando los fuegos y guardando tus cosas para ir a casa -
Snape hizo una mueca, pero hizo lo que le ordenaron. Apago todos los fuegos y con un movimiento en uve de su varita puso todas las pociones en reposo, de esa manera no se estropearan hasta tiempo indefinido. Maldijo cuando con un Tempus vio que eran pasadas la una de la tarde. A toda prisa guardo sus cosas en su nuevo bolso de cuero, se lo colgó en el hombro y salió corriendo del laboratorio. Corrió por un largo pasillo lleno de diversas puertas diferentes y cuando llego a las escaleras las bajo en pocos saltos. Casi se estrella con la puerta principal y le dedico un fuerte "¡Hasta mañana!" al guardia que lo vio todo con una expresión incrédula en su rostro.
Snape siguió maldiciendo una y otra vez mientras corría por las atiborradas calles principales intentando llegar lo más rápido posible a la parada de autobuses. Cuando llego a su destino se agarro de un poste con la respiración agitada, su apariencia seguramente era un desastre, estaba sudando y podía ver su ahora nuevo largo cabello agitado como si lo hubieran electrizado.
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Aliados temporales.
FanfictionHubo un tiempo en el que Sirius Black se sentía invencible e intocable. Luego su vida fue cayéndose a pedazos con gran agonía y dolor, ya no quedaba nada más que la sombra de la persona que una vez fue. Luego de su muerte estuvo vagando como una so...