Beatriz Mendoza

Capitulo VII

7
BEATRIZ MENDOZA
CAPÍTULO 7

CARTAGENA

Era una hermosa mañana en Cartagena, Betty debería comenzar a negociar con la textil San José, para su plan, era importante que aceptarán sus cláusulas, para así poder hacerse con acciones de esa empresa, además, urgía conseguir los documentos necesarios que comprobaran que los Valencia habían comprado acciones en el pasado.
Las negociaciones serían con su padre. Era un hombre muy correcto y sólo había una forma de que aceptara, tal vez, ya era hora de arriesgar un poco más.
En la sala de juntas, de dicha empresa, la estaban esperando don Hermes Pinzón y Francisco Parra.

D. Hermes: —Bienvenida señora Mendoza. ¿Lista para la negociación? —dándole la mano —voy a ser directo, usted sabe perfectamente que nosotros no podemos aceptar firmar ese contrato tal cual fue redactado. Yo, particularmente estoy en completo desacuerdo con las cláusulas que usted impone.  Quiero suponer que si usted se ha molestado en venir hasta aquí es porque tiene una contrapropuesta. Le aseguro que no firmaré ese contrato si usted no cede en la penalidad de sus cláusulas.
Parrita: —No sea tan obstinado, Hermes.
Betty: —Agradezco su franqueza, será una negociación dura entonces, porque yo no vine dispuesta a ceder en nada, quiero que cedan ustedes .
D. Hermes: —Lo siento, pero no estoy dispuesto a arriesgar esta empresa.
Betty: —Veo que es un viejito terco, me hace recordar mucho a mi papá.

Don Hermes se quedó tieso. La única persona que alguna vez lo llamó así fue su hija. Aunque le parecía una falta de respeto, Betty le decía así para divertirse o cuando estaba muy enojada.

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Noche anterior

Daniel como veía un poco nerviosa a Mariana la invitó a la taberna. Allí se encontraron con Mario y luego vieron en un rincón a Nicolás, Sandra y Aura María, divirtiéndose. Al parecer, le encontraron un remplazo a la peliteñida.

Mario: —Creí que era una noche de copas solo entre hombres, no de cacería. —Mirando a Mariana. —¿Dónde está Armando?
Daniel: —Es una historia larga, se fue a Cartagena. Y en cuanto a Mariana, vino sólo como una amiga, no hay cambio de planes.
Mario: —Disculpe, Mariana, fui un irrespetuoso. —Intentando ser un caballero con ella, pero pensando «Entiendo tu juego amigo, te haces el amiguito, para trabajarla». —¿Sabe señorita? a veces me olvido de que no todos son de mi calaña.
Mariana : —Disculpas aceptadas.

Estaban tomando unas copas, la estaban pasando de lo más bien hasta que apareció Patricia, cómo Mariana no la soportaba, invitó a bailar al doctor Valencia.

Estaba harta de sus deudas y necesitaba conseguir novio o amante urgente, es decir, ella sí salió de cacería, vio a Mario y le pareció una presa perfecta, sabía que era infiel por naturaleza, decidida se fue hasta la mesa, estaba segura de que sería fácil atraparlo, no le importó su amistad con Marcela, aprovechó para acercarse más a Mario en cuanto vio que Daniel y Mariana estaban bailando alejados de la mesa.

Patricia: —Hola Mario —con voz sensual —¿Qué haces aquí tan solito?
Mario: —No estoy solo, estoy con unos amigos —con voz seria.
Patricia: —Pero yo te veo tan aburrido —con voz melosa —nos podríamos divertir juntos.
Mario: —Vamos a aclarar los tantos, tú eres amiga de mi mujer, no tienes chances. —Mirándola fijamente —hagamos de cuenta que esto no sucedió.
Patricia: —¿Pero por qué Mario? Tú no eres fiel y Marce así te quiere. Yo soy una mujer muy bonita, sensual y nadie se tiene que enterar.
Mario: —Yo sé que con mi esposa me comporté como un cerdo, pero desde hace tiempo que estoy tratando de cambiar, y además, jamás se me cruzó engañarla con una amiga de ella.

Patricia se fue indignada, no estaba acostumbrada a que los hombres la rechacen y menos un mujeriego como Mario Calderón.
Él no había mentido, la última infidelidad dentro de la empresa fue con Aura María, unos años atrás. Casi le cuesta el matrimonio, por lo que luego sus infidelidades comenzaron a ser más esporádicas y siempre fuera del círculo social de su mujer. Aunque cada vez eran menos, porque después se sentía un miserable y le costaba cada vez más cargar con la culpa.