Capítulo 2

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Eran las 6 de la tarde y el sol ya comenzaba a bajar. Matt estaba en el descuidado jardín de la mansión, tratando de quitar algunas flores marchitas y enredaderas. Llevaba un atuendo gracioso: una sombrilla, una camisa morada larga, lentes de sol y mucho protector solar.

Habían pasado unos días desde el incidente con Tom. Justo en ese momento, el mencionado Tom pasaba por ahí y se detuvo al ver al vampiro en el jardín. Se rió al ver cómo estaba vestido y le dijo:

—¿Qué haces?

Matt levantó la vista y lo reconoció al instante.

—Ah, hola, Tim. Solo estoy intentando hacer que este lugar se vea menos deprimente.

Tom notó algunas heridas en los brazos de Matt y le preguntó:

—¿No crees que necesitas unos guantes o algo para que no te lastimen las espinas?

El vampiro, un poco confundido, le explicó:

—No importa. Los vampiros podemos curarnos rápidamente.

Se produjo un momento de silencio mientras Matt seguía con su trabajo y Tom observaba su rostro, que estaba algo rojo por el sol, pero no completamente. Matt seguía concentrado en su tarea, arrancando enredaderas y sacando flores marchitas con paciencia y delicadeza.

Tom no pudo evitar notar la belleza de Matt bajo la luz dorada del atardecer. A pesar de su aspecto extraño y cómico con la sombrilla y los lentes de sol, había algo en su dedicación y en la forma en que se movía que lo hacía ver guapo y atractivo.

Matt, sintiendo la intensa mirada de Tom, levantó la vista y sus ojos se encontraron. Una leve sonrisa se formó en los labios del vampiro.

—Entonces, Tom, ¿qué te trae por aquí? —preguntó, retomando la conversación con una sonrisa amable.

Tom se relajó un poco al notar el cambio de tema.

—Bueno, estaba dando un paseo y vi que estabas aquí. Después de lo que pasó la otra noche, tenía curiosidad de saber más sobre ti y tu... hogar.

Matt asintió, comprendiendo la curiosidad de Tom.

—Me mudé aquí hace poco. Antes vivía con mi abuela, la Duquesa de Blackthorn. Era una mujer formidable, pero cuando falleció, decidí que era hora de mudarme. No hay muchos vampiros en esta ciudad y, a veces, me siento bastante solo.

Tom lo miró con empatía.

—Debe ser difícil. —comentó.

Matt suspiró y continuó.

—Lo es. Pero agradezco haberte conocido, Tom. Por favor, no le digas a nadie sobre mi existencia. Necesito mantenerme en secreto para evitar problemas.

Tom asintió, entendiendo la gravedad de la situación.

—Lo prometo, Matt. No diré nada a nadie.

Matt sonrió, aliviado.

—Gracias, Tom. Realmente aprecio tu discreción.

Después de terminar de arreglar el jardín, Matt miró a Tom y le preguntó:

—¿No quieres pasar? Podríamos charlar un poco más adentro.

Tom se estremeció al recordar el susto de la última vez que estuvo en la mansión.

—La verdad es que no tengo muchas ganas de entrar —admitió con una risa nerviosa—. Pero se está haciendo de noche. ¿Te gustaría salir a pasear un rato?

Matt, sorprendido y complacido por la invitación, aceptó.

—Claro, me encantaría.

Así, Matt y Tom salieron a pasear por las calles. La noche había caído, y las luces de la ciudad se encendían, creando un ambiente tranquilo y agradable para su conversación. Mientras caminaban, se toparon con Edd, un amigo de Tom.

El vampiro egocéntrico y el chico de ojos negros ‼️EDDSWORLDWhere stories live. Discover now