Día 2 - Miedos/Dudas

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TW: Angustia/sangre.

Suguru trataba de ver en la oscuridad de la sala, entrecerrando los ojos para no chocar con los muebles.

Sintió como su pierna aplastaba algo suave, antes de que el objeto comenzará a brillar y soltará una estridente melodía infantil.

Suguru frunció el ceño, agachándose para tomar el juguete, no recordaba que Satoru hubiera comprado eso.

Soltó el juguete con asco, estaba mojado con algo, pero su corazón se aceleró cuando el olor a sangre llegó a su nariz, ¿Por qué ese juguete estaba lleno de sangre?

—¿Satoru? —preguntó con la voz temblando ligeramente.

Pero no hubo respuesta, solo el silencio y la oscuridad del lugar.

—¿Satoru? ¿El bebé y tú están bien? —volvió a preguntar con nerviosismo, sintiendo como el aire le comenzaba a faltar al respirar y como sus pulmones dolían por tratar de tener un poco más de aire.

Dio pasos cortos, temeroso de que a sus pies estuviera algo que no le gustará.

Una pequeña luz se comenzó a hacer visible, aliviado, corrió hacia ella para abrir la puerta.

—¿Satoru? —preguntó con una sonrisa mientras abría la puerta.

Pero solo había una cama destendida, una cuna sin armar en una esquina y el mismo silencio que le ponía la piel de gallina.

—¿Satoru? ¿Te...? ¿Te estás duchando?

Suguru dio pasos tambaleantes, hasta sentarse en la cama, su pierna moviéndose de arriba hacia abajo en un vaivén rápido guiado por la ansiedad.

Apoyó la mano en la sábana y dio un salto para levantarse cuando sintió un líquido en su mano.

Más sangre.

Quitó la sábana de un tirón y casi cae de rodillas cuando vio lo que había oculto bajo esta.

Había visto sangre antes, había matado gente antes y aún así, la sangre que estaba salpicada en esa cama lo hizo sentir con ganas de vomitar.

"Satoru debe cuidarse bien, debería dejar ir misiones también. En los primeros tres meses, el riesgo de un aborto espontaneo es mayor".

La voz de Shoko resonó en sus oídos, haciéndolo temblar. Su respiración comenzaba a hacerse más rápida y superficial, la ansiedad siendo cambiada a un enorme pánico con una rapidez muy grande para procesarlo.

Ese pánico. Ese que le quitaba la respiración y lo hacía temblar, que le tapaba los oídos y lo hacía ver las cosas borrosas, que le daban ganas de vomitar pero estaba demasiado ocupado tratando de mantenerse de piel para lograr hacerlo, luchando contra la sensación del desmayo y la presión creciente en su pecho.

Cada fibra de su ser se encontraba atrapada en una lucha feroz por aferrarse a la realidad, mientras el miedo lo envolvía como una niebla espesa e implacable.

—¿Suguru?

La voz de Satoru fue como un balde de agua fría directo a su cara. No sonaba alegre. Sonaba débil. Cómo si hiciera un gran esfuerzo para pronunciar su nombre.

Caminó hacia tropezones de regreso hacia la sala.

Tenía que cuidarlo, tenía que estar con él.

La sala estaba a oscuras, hasta que las luces se encendieron de repente, haciendo que cerrará los ojos ante la repentina luz, pero cuando sus ojos se acostumbraron, enfocaron el cuerpo de Satoru.

Tirado en el piso, con la sangre cubriendo su estómago y su pantalón, su respiración débil y sus ojos tardando en abrir.

—Sugu... —Satoru tosió, escupiendo así, un poco de sangre de su boca.

La familia que siempre quise (SuguSato M-preg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora