CAP.- 01

6 1 0
                                    

Un año.

12 meses, 52 semanas y 365 días.

Un corto tiempo para muchos.
Toda una vida para otros. Una vida literalmente para mí.

En un año lo voy a olvidar todo.

Y ahora solo me planteo una pregunta:

¿Qué voy a hacer?

Pues... Primero que todo ir a la escuela. Algo que me emociona demasiado por ser algo desconocido para mí.

Mamá me ha hablado un poco de todo, como tengo que actuar, como es. Además me ha enseñado muchas cosas.

—Adiós mamá.

—Adiós cariño —se despide desde el volante y está moviendo su mano—. Cuídate y recuerda...

—Si se me dificulta algo buscar ayuda o llamarlos —termino por ella—. Lo recuerdo.

—Si quieres puedo acompañarte a dentro —se ofrece.

—No te preocupes. Estoy bien.

Ella sonríe a boca cerrada y yo copio su acción. El carro arranca y se va dejándome sola, delante de la preparatoria.

Doy pasos seguros y confiados, no me importa ser la nueva o que me miren o digan algo... Estoy feliz por conocer el mundo. Al entrar por la puerta de vidrio, veo un gran pasillo y muchos lockers de muchos colores. Personalizados. Me distraigo un poco con estos.

Una campana suena y el sonido se me hace muy curioso. Le sonrió al techo como tonta. Todos se empiezan a mover de un lado y a otro. Solo quedamos muy pocos en los pasillos.

Notó una chica a prisa pero al verme me mira por un momento.

—¿Eres nueva?

—... Si.

—¿Cuál es tu primera clase?

—Eh... Química.

—Estas de suerte, yo también voy allá. Ven —. Mueve su mano para que la siga—. Podemos ir juntas.

—Gracias.

—De nada, mi primer año me hubiera gustado tener está atención y ayuda —. Empezamos a caminar a prisa— ¿De dónde eres?

—De aquí.

—¿De Miami?

—Si.

—Nunca te había visto por aquí.

—Bueno, esque... En realidad no podría decirte que te recuerdo. No recuerdo nada del año pasado.

—¿A... No?

—No... Por cierto me llamo Beatriz.

—Un gusto —dijo con una enorme sonrisa—. Me llamo Payton White.

Es una chica muy agradable, con un aspecto rudo, pelo pintato de morado y con un Look negro, sin dejar de verse femenina.

Al llegar al salón y ser de las últimas fuimos a sentarnos a unas sillas libres. Yo trataba de prestar atención pero el sonido de las ramas tocando las ventanas atraía más mi atención.

—Beatriz Crossover —fui llamada.

—¿Si?

—Podrias prestar más atención.

—Si, lo siento mucho.

—No te preocupes. Pero espero que sea la última vez —advirtio la maestra.

Un último adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora