–¿Kiki tu crees en el destino?
La recién llegada me mira con cierta confusión mientras deja una bolsa llena de comida sobre la encimera.
Mi casa ha sido el punto de encuentro desde que conocí a Chiara y a Ruslana. Cuando llegué a Madrid no conocía a nadie, y pensé que me costaría más hacer amigos. Por suerte para mi, en el primer evento al que me llevaron como escritor en alza fui interceptado por una joven estrella del pop rock y una compositora inglesa que tampoco tenían muchas ganas de estar allí.
Comimos todos los aperitivos que nos ofrecieron, provamos ese terrible champan que sabía a corcho y salimos riéndonos, un poco borrachos, como si nos conocieramos de toda la vida.
Rápidamente se volvieron habituales en mi rutina y pese a los difíciles horarios que manejamos los tres, siempre intentamos hacer un hueco para cenar esas hamburguesas que tanto nos gustan en mi casa para ponernos al día.
–¿Y esa pregunta? –dice Chiara antes de meterse una patata frita en la boca. Toma asiento en el taburete frente a mi, al lado de la pelirroja.
–Sigue dándole vueltas a lo del chico del autobús. –le aclara Ruslana.
–Ah! ¡Tu amor a primera vista! ¿Que pasa con él?
–No es mi amor a primera vista. –saco mi hamburguesa de la bolsa y me dirigo a la nevera a sacar algo de beber.
–Amor, llevas hablando de él toda la semana.
Me sonrojo dándome cuenta de que mi amiga no miente. En cuestión de siete días he pasado de tener curiosidad por el chico a estar frustrado por saber que no volveré a verle. Y sé que es una tontería, pero nunca nadie me había causado tanta curiosidad.
La frustración es algo en lo que sigo trabajando.
Conocer gente en un evento o ver a alguien atractivo en el supermercado y pensar que podríamos llevarnos bien aún sabiendo que no volveremos a coincidir es algo que ya me ha pasado más veces. Pienso en ellos un día o unas horas y me olvido.
Lo cual no ha pasado esta vez. Por eso no paro de darle vueltas al tema intentando buscar una razón lógica por la que estoy así de ofuscado.
–¡Porqué me cayó genial! –justifico. –Me da pena saber que no lo voy a volver a ver.
–¿Era guapo? –pregunta Chiara con curiosidad.
–A ver, si. O sea, no lo recuerdo muy bien. Tal vez no, no lo sé. –intento dar una respuesta coherente mientras mi mente viaja a aquella noche recuperando las imágenes.
Esos ojos verdes son difíciles de olvidar, aunque creo que he pensado tanto en como era que he acabado desdibujando el recuerdo de su figura. ¿Tenía pecas? ¿Algún tatuaje? No me fijé lo suficiente.
–Uf, seguro que era guapísimo entonces.
Chiara asiente con la cabeza de acuerdo con ella mientras yo trato con todas mis fuerzas no darme un cabezazo contra la encimera.
Por alguna razón este chico lleva ocupando mis pensamientos desde hace días. No soy capaz de concentrarme más de una hora seguida, mi novela no avanza de ninguna manera y por si fuera poco estoy durmiendo fatal por la frustración de no poder hacer nada al respecto.
Por lo que sí, quiero darme un cabezazo contra algo preferiblemente duro.
–Tranquilo Marts, lo encontraremos. –me anima la morena posando una mano en mi hombro con cariño.
–¿Cómo? No sé ni su nombre.
–¿Trabajo? ¿Dónde vive? ¿Lugares que frecuenta? –intenta ayudar Rus.
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La misma parada --OneShot MAJOS--
FanfictionMartin había cumplido su sueño, ahora intenta descubrir si le hace feliz. Juanjo lucha por conseguir conseguir dedicarse a lo que le hace feliz, ahora esta descubriendo todo lo que le ofrece el camino. Ambos coinciden en una parada que inevitablem...