Por suerte el autobús no tarda mucho en llegar a la parada. Un vistazo al interior del vehículo me permite comprobar que todos hemos tenido la misma idea, el autobús está abarrotado de gente.
Acabo agarrado a uno de los pasamanos amarillos situados cerca de la salida. A smi derecha un gran grupo de jóvenes disfrutan de una conversación (en un tono un poco alto) seguido de muchas risas, lo que supongo que se debe al fervor universitario un jueves noche.
Un fugaz pensamiento me recuerda que nunca experimentaré algo así. Quizás es algo bueno si el motivo es haber conseguido trabajar de lo que más me gusta. Aún así no puedo evitar que la pena me invada pensando en todo aquello que me estoy perdiendo.
Voy apretándome entre la gente inevitablemente lo cuál no es muy agradable teniendo en cuenta lo mojados que estamos todos por la lluvia y el dolor que empezaba a crearse en la planta de mis pies.
Cuando estoy a punto de pensar que moriré ahogado en este cubículo, las puertas se abren indicando una parada. Varios pasajeros bajan aliviados al mismo tiempo que suben un par de personas con prisa, intentando evitar la fuerte lluvia que no deja de caer sobre Madrid.
El arranque del autobús es brusco, por suerte tego el pasamanos bien agarrado y tras un leve meneo consigo recolocarme. El chico que caminaba hacía un sitio a mi lado en el otro pasamanos no ha tenido la misma suerte.
Tropieza con el movimiento y a duras penas consigue no caer y tirar consigo la funda de guitarra a su espalda. Envidio su equilibrio y la habilidad con la que ha hecho pasar su ancha espalda entre todos los pasajeros del pasillo para llegar hasta llegar aquí.
–¿Estás bien?
–Sí sí, perdona por el empujón. Hoy no es mi día...
Curvo los labios en una leve sonrisa ante la afirmación, se siente bien recordar que no soy el único con días difíciles.
–Te entiendo. –me mira con una mezcla de pena y comprensión. Pequeñas gotas de agua se acumulan en las puntas de su pelo castaño y en sus mejillas ligeramente rosadas por el frío.
–Como lo siento... ¿Trabajo?
–Algo así. Falta de inspiración.
–Te entiendo. ¿Pintor?
–¿Por qué intuyes que soy pintor?
El chico da un repaso a mis vaqueros desgastados, mi sudadera a rayas y sus ojos verdosos vuelven a mi antes de contestar:
–No lo sé... Tengo la intuición un poco averiada pero algo me dice que eres artista.
–No ibas mal encaminado. Aunque me encantaría saber pintar soy más de cámaras. Escritor si a profesión te refieres.
–Entonces ya entiendo lo del problema de inspiración.
–¿Y el tuyo?
–¿El que? –me mira confuso. Parece cansado.
–El problema de inspiración. ¿Dónde está?
Las puertas vuelven a abrirse haciendo que inevitablemente tengamos que separarnos unos segundos para dejar pasar a todos los universitarios. El autobús de pronto parece vacío.
–En mi música. Tengo la cabeza en tantas partes que no soy capaz de compactar mis ideas en canciones. Todo me hace sentir vulnerable, y un poco idiota.
–Suena duro.
–¿No te pasa con tus novelas?
–Soy más de escribir algo, creer que es mediocre y dejarlo aparcado una semana durante la que me replanteo si realmente sirvo para mi trabajo. Pero si, mas o menos también se debe a un problema de no saber elegir las palabras para expresar lo que siento.
Muy a su pesar, presiono el botón rojo del pasamanos para solicitar la siguiente parada. Me aferro a la barra metálica esperando que el tráfico me permita alargar esta conversación unos minutos más.
–Estoy seguro de que eres buenísimo escribiendo.
–Suenas demasiado seguro para haberme conocido hace cinco minutos.
–¿Cinco minutos solo? Creo que te he confesado más cosas a ti que a mi gente en los últimos tres meses, eso debería de sumarle por lo menos dos meses de amistad ¿no crees? –soy incapaz de retener la sonrisa que sus palabras provocan en mí.
–Tienes razón, espero no haberte ofendido. Yo también estoy seguro de que eres un gran compositor y músico. Conseguirás sacar el valor necesario para hacer volar tus letras, ya verás.
Las puertas se abren en un momento dejándome sin posibilidad de seguir con la agradable conversación que estaba manteniendo. Mis ojos viajan del exterior al chico moreno que me observa con cautela. Al final decido salir, preparado para volver a mojarme.
–Ha sido un placer.
–Igualmente.
Veo su mente maquinar durante una milésima de segundo antes de que añada:
–No me has dicho tu nombre.
–Soy...
En ese momento las puertas se cierran en mi cara dejándome sin palabras ni aliento y mi vaquero favorito lleno de pequeñas gotas de lluvia.
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La misma parada --OneShot MAJOS--
FanficMartin había cumplido su sueño, ahora intenta descubrir si le hace feliz. Juanjo lucha por conseguir conseguir dedicarse a lo que le hace feliz, ahora esta descubriendo todo lo que le ofrece el camino. Ambos coinciden en una parada que inevitablem...