–Quizás me estoy precipitando. –reflexiono en alto mientras un caos de protestas se desata en la pantalla de mi teléfono.
Ruslana y Chiara, la primera en un camerino y la segunda tirada sobre el suelo de su salón, me observan como si estuvieran a punto de matarme. Las entendería, después de todo el día dándoles la tabarra debatiéndome entre comprarle unas flores a Juanjo o simplemente enviarle un mensaje.
Hoy por fin saca su primera canción, aquella que me enseñó en el estudio y que me ha hecho llorar cada vez que la he vuelto a escuchar.
Pensé que sería buena idea darle una sorpresa, darle la enhorabuena o lo que se diga cuando alguien saca una canción, y darle algo de apoyo porqué sé que está atacado de los nervios. Ayer me dijo que había comprado tilas, y desde esta mañana su teléfono no recibe mensajes, por lo que supongo que pretende meterse en su burbuja hasta nuevo aviso.
No quiero molestarle si lo que quiere ahora mismo es estar solo. Aunque me da un poco de pena que no celebre ni un poco algo tan importante y que tanto ha esperado.
–Cariño, lleváis hablando sin parar desde hace semanas... No es precipitado que le des una sorpresa. –habla Rus antes de sacar un pintalabios de su neceser para seguir maquillándose.
–Si hablas más con él que con tu madre, Martin. –el comentario de la inglesa me hace enrojecer.
–Hablo mucho con mi madre. –rebato.
–Pero con Juanjo más. Es normal, si a mi me gusta alguien hablo más con ella que con mi madre.
–Kiki...
–¿Qué? Es la verdad. ¿No te gusta?
–Mucho. –contesto en un susurro.
Las últimas semanas han sido la prueba de ello. No me costó mucho adivinar que Juanjo me gustaba, me bastó con verlo dos veces para saberlo. Sin embargo, después de todas las fotos, llamadas y mensajes, he acabado por aceptar que me vuelve loco. Nunca me había sentido así. No hay nadie como él.
Y lejos de inquietarme, eso me hace aún más feliz. Porque no hay nadie como él, pero yo lo conozco, sé quién es Juanjo. Sé que le encanta cocinar, que su guitarra se llama Loli, que echa de menos su pueblo, que le encantaría recorrer el mundo, que sueña con participar en un musical, que tiene miedo a las agujas, que la música es su burbuja y que pese a su metro ochenta y todo lo que tiene dentro, a veces se siente pequeño en la gran ciudad.
Sí, me gusta Juanjo. En todas las facetas que conozco y las que me faltan por conocer.
–Pues ve a por él. Llévale ese ramo de flores y demuéstraselo.
Las palabras de Rus aflojan un poco la tensión de mis hombros, una pequeña llamarada de esperanza se enciende en mi estómago dándome la seguridad que necesitaba para decidirme a ir en busca del cantante.
–¿Tengo bien el pelo? –un chillido de emoción resuena en todo el piso cuando Chiara entiende mis intenciones.
–Estás genial, esa sudadera te queda perfecta.
–Es suya... –lo que escucho esta vez es una buena imitación de una arcada que me indica que Rus nos sigue escuchando.
–Por dios, vete ya antes de que me de una sobredosis de azúcar.
–Si en el fondo te encanta Rusli. –le digo mientras cojo el ramo y busco las llaves de casa.
–¿No te ibas ya, petardo? –me río un poco más de su molestia antes de lanzarles un beso y salir del piso en busca de un taxi.
El sitio donde más suele estar, y el único en el que puedo encontrarle, es el estudio. Así que allí me dirijo. Durante el trayecto pienso y repienso si es una buena idea o estoy siendo demasiado invasivo. No quiero pasarme de intenso pero la realidad es que hace mucho que no nos vemos en persona y no puedo contener la emoción que me invade al imaginarlo cerca.
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La misma parada --OneShot MAJOS--
FanfictionMartin había cumplido su sueño, ahora intenta descubrir si le hace feliz. Juanjo lucha por conseguir conseguir dedicarse a lo que le hace feliz, ahora esta descubriendo todo lo que le ofrece el camino. Ambos coinciden en una parada que inevitablem...