De Pesadillas y Verdades

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Me da gracia que publiqué esto enloquecida por Deadpool, y ahora estoy enloquecida por Deadpool y Wolverine.
Nos vemos abajo, mis Grandes Héroes.

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De Pesadillas y Verdades

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—En serio, Tadashi, Deadpool es algo que no puedes perderte ni muerto... Lo siento.

La risa del aludido llenó el aire del campus a su al rededor, antes de que se llevara uno de aquellos sándwich de jamón y queso asado tan deliciosos que les había preparado Cass para el almuerzo, a la boca. La mirada del rubio era apenada, algo extraño de ver para cualquiera que lo conociera. Las miradas asesinas que los chicos a su alrededor le dedicaban, por otro lado, se habían vuelto demasiado frecuentes en aquella semana.

—No tengas cuidado, Fred, es agradable que alguien le quite seriedad al asunto por fin —comentó, relajado, como quien no quiere la cosa, pero vio con satisfacción como la gran mayoría de los allí presentes captaban el mensaje, aunque trataran de hacerse los desentendidos.

Honey hundió aún más su respingada y femenina nariz en ese grueso volumen de Química que leía todos los días como una Biblia, aunque nunca dejaba que nadie más lo leyera y, habían notado, sólo lo abría estando junto a Gogo. Ésta había bajado la mirada, y arrancaba pastitos con los dedos, mientras inflaba despreocupadamente un chicle que acabó por pegar a un libro de Física, para llevarse su exótico almuerzo, que tenía toda la pinta de ser un onigiri con algún detalle coreano, a la boca. Wasabi sólo se dedicó a sacar de su estuche un par de palillos chinos, antes de comenzar a degustar toda aquella comida que solía guardar en esa especie de lonchera llena de compartimientos en las que se distribuían, perfectamente separados, alimentos sólidos y las salsas para cada uno... no pudo evitar reír entre dientes cuando Gogo, en un rápido movimiento, hundió más de la mitad de su onigiri en la salsa de soya, sacándole una grito muy similar al de una madre espantada al mayor.

Fred, ahora más relajado, se dedicaba a engullir una de sus dos hamburguesas, rebosantes en grasa y aceite, como un animal, casi tornando al moreno de un color verdoso que le hacía honor, por fin, a su apodo.

Hiro sólo permaneció en silencio, ahogando un suspiro y manteniendo la inamovible expresión de pocos amigos que llevaba toda la semana en su rostro, causando que la mayoría de los chicos, e incluso algunos profesores, permanecieran algo distantes del menor de los Hamada.

"Claro, porque el tema no tiene nada de serio ¿No?" refunfuñó en su fuero interno, sin ningún atisbo de gracia.

Y es que, por más que tratara de ignorar toda aquella locura los últimos cuatro días, simplemente no podía lograr que la alegría llegara a él con la misma naturalidad que a sus amigos e, incluso, al resto del cuerpo estudiantil de Ito Ishioka, cuando, luego de sólo una semana de descanso y aunque todo el mundo le juró y aseguró que era una locura, Tadashi prácticamente obligó a Cass a realizar las transacciones y papeleos necesarios para que pudiera volver a la Universidad cuanto antes.

Lo que, para su triste persona, sólo había tomado un fin de semana. El lunes, prácticamente todos los alumnos del instituto se aglomeraron a ver al grupo de amigos llegar y cerciorarse de que, de hecho, el rumor era cien por ciento real: Tadashi Hamada estaba vivo.

Hiro consideró exagerada la reacción del cuerpo escolar. Es decir, sabía que no todos los días uno de los miembros más queridos de la institución resucitaba de la nada, mucho menos luego de una muerte tan heroica, pero...

Bueno, todavía estaba trabajando en lo que seguía al pero, pero, ¡Vamos!, ya se le ocurriría algo.

Como sea, el ambiente del primer día había sido para Hiro lo más similar a ser el centro de atención de la escuela por un chisme, y no uno bueno, sino uno de esos en el que todos tratan de saber si te acostaste con el novio de tu mejor amiga la noche anterior o...

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