Muerto Para Ti

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Cuarta parte~
Nos vemos abajo, mis Grandes Héroes

***


Muerto Para Ti

***

Abrió los ojos con fuerza, exaltado, antes de erguirse sobre la cama con rapidez.

Su corazón latía con ferocidad, de forma dolorosa, y no sólo sentía su pulso descontrolado en los oídos, todo él palpitaba al mismo ritmo, contra su pecho y en la punta de sus dedos. Sentía frío en su piel, en la nuca y espalda, y se pasó una mano por la frente para apartar todos los cabellos alocados de ella, sintiendo la abundante humedad de inmediato en su palma.

Trató de respirar hondo, pero seguía realizando inhalaciones superficiales que pronto le secaron la boca, a pesar de que en pocos segundos ya ni siquiera recordaba el sueño o pesadilla que así lo había dejado.

Luego de unos treinta segundos, pudo relajar sus músculos, tensos por instinto, y se recostó sobre la fría pared de la habitación, con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, mientras se concentraba en sentir como las palpitaciones poco a poco recuperaban su ritmo normal.

¿Qué demonios había soñado? ¿Por qué le afectaba tanto?

Tragando saliva para devolver la humedad a su lengua, y con ella a sus labios y boca, pudo recordar por un momento, que su hermano estaba en su sueño, pero pronto eso fue lo único que supo.

Recorrió con su mirada toda la habitación, sumergida en la oscuridad que siempre llenaba cada uno de sus rincones a esa hora, a excepción de ese pequeño sendero de halos de luz que entraban, tímidos, por las rendijas de la ventana.

El segundero hería el silencio del lugar con su sonido rítmico, acompañando por algún auto dando vueltas a lo lejos, pues su barrio era obscenamente tranquilo en aquella o en cualquier hora del día, y más de una noche había quedado en silencio largas horas, escuchando, atento a cada sonido, sólo porque no podía concebir que una ciudad tan activa pudiera albergar tal silencio en ella.

Un murmullo casi inaudible, y que lo hubiera sido por completo si no hubiera estado atento a él, le llegó desde el otro lado de la fina mampara que separaba su habitación. Allá, enredado en las sábanas de su cama, su hermano se revolvía con movimientos algo espasmódicos, y de vez en cuando soltaba balbuceos ininteligibles con una expresión molesta, o así le parecía gracias a la luz que también entraba por las persianas de su ventana. No pudo evitar sonreír de forma inconsciente, antes de recostarse en la cama y volver a cubrirse, sin apartar la mirada del otro castaño.

¿Qué estaría soñando Hiro?

Al sentir la molestia en su espalda, acabó por darse la vuelta, colocando la almohada bajo su cabeza y sobre sus brazos, de tal forma que pudiera continuar observándolo sin sentirse incómodo.

Notó, curioso, que incluso a aquella distancia había una gran diferencia en su hermano. Tardó varios minutos en identificar qué, antes de darse cuenta que era su altura. Su cuerpo ocupaba mucho más espacio en la cama del que recordaba, y era desconcertante que aquel cambio se diera en tan pocas horas.

Hasta que recordó que esas pocas horas, en realidad habían sido once meses, y los hematomas que le llenaban la espalda baja y parte de las piernas daban clara muestra de ello.

Suspirando, y sabiendo que el sueño le sería esquivo por un buen rato, se dedicó a repasar mentalmente los sucesos de su vida en las últimas veinticuatro horas.

Probablemente, y casi sin temor de equivocarse, podía decirse que el viaje de media hora que habían realizado luego de que le dieran el alta en el hospital tras varias preguntas y un poco de papeleo para tía Cass, había sido el más incomodo que hubiera emprendido en su vida. Y no porque esta última hubiera mantenido durante todo el viaje un monologo de preguntas y respuestas que pretendía ser una reprimenda para ellos, o para él; sino que no lo hizo.

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