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— ¡No puedo hacerlo!
— Seungmin, sí puedes.
— ¡No puedo!
Seungmin se escondía en el baño, se supone que hoy sería el día de su declaración, pero a última hora se había retractado, con la excusa de sue no podía hacerlo.
— Kim Seungmin, vas a salir, vas a ir con el príncipe Min y le vas a confesar que estás enamorado de él y que lo quieres para toda la vida.
Seungmin abrió la puerta, asomándose.
— ¿Crees que pueda hacerlo?
— Eres Kim Seungmin, el chico que se ha peleado con más de cinco alfas siendo un omega, ¿qué no puedes hacer?
Seungmin soltó una sonrisa nasal, Yewon siempre lo animaba.
— Está bien.
— Vamos. — Enrolló su brazo con el del Omega. — Ya te tengo ideas de lugares para que salgan a citas.
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Christopher se encontraba en los establos, pasando a saludar a los caballos, tenía tiempo que no los veía.
El olor dulzón a caramelos hizo que dejara de acariciar a los cabellos y se voltease a ver al dueño de tal aroma.
Vio como Seungmin lo veía desde la puerta del establo.
— ¿Tienes miedo de pasar? — Le preguntó divertido.
— La verdad es que me dan miedo los caballos. — Confesó, mirando sus manos avergonzado.
— ¿En serio? — El alfa se acercó a Seungmin, quien asintió. — ¿Por eso es que no vienes para aca?
Seungmin volvió a asentir, muy pocas personas sabían de su raro miedo a los caballos.
— Me parecen bonitos y todo, pero me gusta más verlos de lejos.
Christopher rió, tomando al omega por la cintura.
— Vaya, el omega pateoalfastresmil le tiene miedo a indefensos caballos.
— ¿Indefensos? Si la mayoría no pueden estar juntos sin querer matarse. — Se defendió.
El alfa le tomo la mano dejando un besito en esta, para luego entrelazarla con la suya.
— ¿Quieres caminar un rato? — El omega asintió.
Mientras van hasta el jardín, Seungmin le explica porque le tiene pavor a los caballos.
— ¿Desde siempre?
— Sí, cuando era chiquito estuve al lado de un caballo qe casi se pelea con uno que estaba al lado, me asusté mucho, desde ahí les tengo pavor. — Se que suena tonto, te puedes reír.
— Si me sorprendió, pero no como para reírme. — Le dijo.
— Christopher. — El omega se detuvo justo debajo de un árbol de cerezo.
— ¿Qué sucede?
El omega tomo las manos del alfa, quien lo veía confundido esperándote una respuesta.
— ¿Tú... quieres ser mi novio?
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