Frío

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Tenía algunos recuerdos de su infancia, casi todos borrosos por algún golpe o estar escondido en un armario con su madre para que aquellos que iban a cobrar venganza de su padre no les hagan daño.

El más latente que tenía en su cabeza, fue una vez que salió solo de su casa, aun no recuerda si fue para comprar medicinas para su madre, o robar con sus plumas alguna fuente de alimento.

Ah, sus plumas.

Definitivamente su cualidad no era cómoda de manifestar, tuvo fiebre una semana entera y sentía como su piel se rompía para dar lugar a alas cubiertas por una pelusa rosada. Con el pasar de las semanas esa pelusa se convirtió en plumas rojas brillantes las cuales cuando se asustaba salían disparadas en todas las direcciones.

Siguiendo con su recuerdo, se había colado al metro y de repente escuchó algo fuerte, lo relaciono cuando su padre lo había golpeado fuerte en la cabeza, pero su padre no estaba cerca en ese momento.

Prestó atención a su alrededor, personas asustadas, niños de su edad o más grandes llorando a mares.

Su cuerpo se movió solo.

Bueno, sus plumas.

Algunas se volvieron tan rígidas como para romper las ventanas del metro, él veía sus plumas moverse mientras él se abrazaba de su peluche del héroe número dos. Él estaba asustado, pero no quería presenciar la muerte de personas.

Sus plumas empezaron a sacar a las personas del tren, estaban en un punto neutro entre estaciones por lo que podía dejar a las personas a un lado. El mismo, con ayuda de sus alas que no aprendía a controlar aún, salió revoloteando por una de las ventanas.

Veía todo con ojos expectantes, aún asombrado de lo que su cualidad hacía, cuando sintió una fuente de calor intensa a sus espaldas, el se viro y levantó la vista para ver al héroe número dos; casi por instinto todas sus plumas regresaron a él.

-¿Estás solo niño?- la voz de Endeavor era grave y algo aterradora para el tono suave que intentaba usar - ¿tú sacaste a todas estas personas?-

Él asintió levemente con la cabeza, aun manteniendo los ojos en aquellas llamas que salían del cabello y barba del héroe.

-¿Cuál es tu nombre niño?-

-Keigo Takami- él pudo ver algo de miedo en aquellos ojos turquesas, y para cuando él había sido consciente estaba siendo llevado a Dios sabe donde en una patrulla de policía.

El se quedó dormido hasta que la patrulla se detuvo en un edificio, era bastante grande había personas por ahí y por allá, con papeles, algunos héroes que no recordaba sus nombres en ese momento pero creía haberlos visto en las noticias salvando civiles.

Uno de los policías abrió la puerta en donde estaba arrimado, bajó calmadamente, escaneando todo, viendo cada detalle que podía. Una mujer con cabello blanco se acercó a donde estaba y se agachó para hablar con él. La sintió fría, no como una brisa sino como un témpano de hielo.

-Hola pequeño- sus ojos grises causaban que sus alas sintieran escalofríos- Me llamo Rei- años después se arrepentiría de haberle creído, la mujer estaba vestida con un traje ejecutivo, unos lentes colgaban de su cuello- Soy la directora de este lugar, desde ahora seré quien te cuide ¿esta bien?- él asintió levemente, aun sintiendo un atisbo de miedo recorrer su espalda, siguió a la mujer para lo que el fueron horas, un niño de cuatro años y medio no podía caminar tan rápido.

Llegaron a una habitación solitaria, aun sentía frío aunque sea verano, ella le indicó que ese sería su hogar desde ahora y luego se fue, él dejó su peluche en la cama, se sentía solo, extrañaba a su madre. Se recostó en su cama abrazándose a sí mismo intentando crear un poco de calor, y cayó dormido por segunda vez en el día.

No sabia cuanto tiempo había dormido, cuando una voz calmada lo despertó, era una mujer con el pelo naranja, que ya tenía algunas canas en su cabello, lo miró con una sonrisa y se presentó como Kaede Chiba, dijo que lo iba a cuidar y enseñar en su estancia en lo que ahora ya tuvo un nombre.

Comisión de Héroes de Japón

Kaede era bastante buena con él, le enseñó a leer y escribir, matemáticas, ciencia y algunas cosas sobre ser héroe que él aprendió a su corta edad. También le cocinaba y en cada cumpleaños que tenía le daba un pastelito con una vela, cantaban la canción del cumpleaños en su habitación. Que al pasar de los años a pesar de ser fría aun, la había acomodado lo suficiente como para estar más cómodo en ella.


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Hola estrellitas, bueno esta historia como ven tiene algunos cambios a la trama original, espero que les guste. Comenten que les va pareciendo, esta historia no tiene muchos capítulos, sin embargo me gustaría escuchar ideas para capítulos extra!

Haden fuera!

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