Despedida, (Parte 2).

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— Al...Al menos, me vas acompañar en el tren, no...? —  Mis nervios salen a la luz.

— Perdóname, por tampoco avisarte eso, cariño... — Dice papá, luego pone su mano en mi hombro izquierdo. — Pero ya es hora de que el pequeño cuervo abandone el nido y haga su vida.

— ¡¿Pe-pe-pero qué hare cuando llegue?! No conozco a nadie allá; no sé nada prácticamente, papá.

Una pequeña mentira que tiene algo de verdad.  

Papá me da una sonrisa y me despeina el pelo con la mano que tenía en mi hombro.

— Sabes mucho más de lo que crees. — Se ríe un poco.

— ¡Eso es mentira, papá...! — Dije golpeando un poco sus impecables abdominales. — Por favor, sólo acompáñame hasta la entrada... — Le suplique agarrando su camisa. 

— Jo, jo, sabes más de lo que crees.

Ni siquiera sé que hace la magia real.

— Por favor... — Le suplique una vez más pero en voz baja.

Papá me miró; y luego miró más arriba de mí, lucía pensante.

— ¿Papá...? — Lo llame esperando todavía su respuesta.     

De repente se giró, caminó hacia el taxi y se paró justo frente al maletero, el cual se encontraba cerrado, lo abrió; y del maletero surgió una chica, parecía de mi edad. Me quedé plasmada, ¿Cómo papá logró meter una chica en el maletero sin que nadie se dé cuenta? 

Después de ese truco de magia que me dejó con la boca abierta, papá se acerco con la chica que estaba tras él. 

— ¡Te traje una compañera, ella te acompañara y guiara en tu asombroso viaje de descubrimiento y aprendizaje! — Dijo con una gran sonrisa, arrodillado y con sus brazos hacia la dirección de la chica; mientras, ella tenía los brazos recogidos y la mirada baja, tenía una aura de serenidad, la cual contrastaba mucho con la de mi padre.

— ¡Ahora, tienes que irte! ¡Rápido, que el metro se va a ir!

El metro ni siquiera a llegado... De repente siento un viento caliente sopla tras mis espaldas y logro oír unos chirridos.

El metro ya llegó.

Iba a buscar las maletas pero mi padre me detuvo.  

— Talia, ya lleva las maletas consigo.

— Claro que no, papá, la maletas están justo detrás de ti.

La chica que había aparecido de la nada en el maletero del taxi recogió mis maletas y las llevo sin ninguna dificultad hacía mi padre y yo.

— ¿Ves? Te dije que Talia llevaba las maletas.

Quería decir algo, refutar, llevarle la contraria a mi papá; pero no se me ocurría nada.

De repente Talia me dio una de las maletas y me tomó la de la mano.

— ¡Tenemos que irnos señorita Clara! O el tren nos dejara. — Dijo mientras me jalaba.

 — Ey... Es-espera, ni siquiera he terminado con mi papá.

Talia simplemente tarareo con algo de diversión en sus ojos y me siguió jalando hacía el tren.

— Adiós, Clara. — Dijo mi padre con una sonrisa. Yo estaba a medio camino de entrar al tren.

— ¡A...Adiós papá! — Grite con un poco de dificultad debido a que estaba siendo un poco obligada a correr.

Salto de tiempo: 

Talia y yo estamos sentadas una del lado de la otra dentro del tren; ella tiene el lado de la ventana.

— Déjame ver si entendí... Eres un loro...  Que se puede transformar en un humano, y mi padre te hizo aparecer de la nada gracias a que... ¿Tú y él tienen un vinculo...? — Dije algo confundida.

— ¡Exactamente! — Respondió con una sonrisa, como si todo lo que hubiese pasado fuera su pan de cada día.

Yo por otro lado, tenía mis neuronas sufriendo; pasar de jugar damas a intentar entender algo que ni la NASA seguramente no sabe, es catastrófico.

— Ñe, en verdad para mí, tiene más sentido de que mi padre te haya metido en el maletero.

Talia se recuesta cerca de la ventana y mira el paisaje. 

— No te preocupes querida, te vas a acostumbrar a esto. — Dice Talia tranquilamente.

De pronto todo se vuelve oscuro... Debe ser un túnel. 

















Esta historia continuara...


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⏰ Última actualización: Aug 25 ⏰

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La dark hija del innombrable va al colegio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora