TESTARUDO (Libro V)

CAPITULO 29

SEOKJIN

Le tapo la boca con la mano mientras me abalanzo sobre él, con la esperanza de amortiguar sus gritos, pero no estoy seguro de que funcione. Cuando Taehyung se deja llevar, es decir, se deja llevar de verdad, hace un ruido maravilloso. Pero ahora hay dos niños en el pasillo. Me separo de él y le doy la vuelta para que quede tumbado boca arriba, y luego vuelvo dentro antes de que pueda quejarse. No parece importarle, me atrae hacia él y choca su boca contra la mía.

—Estoy tan cerca—, jadea contra mi boca, luego vuelve a lamerla y se traga mi lengua.

Levanto las manos y me deslizo dentro de él, tocando fondo y deleitándome con el apretón de su culo. Bajo una mano y envuelvo con ella su resbaladizo pene, de cuya punta sale presemen. Sé que no tardará mucho.

—Ya está. Oh, Dios mío. Bien. Mierda. Ahí—, jadea en un susurro mientras echa la cabeza hacia atrás. Me inclino hacia delante y le lamo la nuez de Adán, sacudiéndolo mientras empujo dentro, acariciándole la próstata cada vez.

—Vente por mí, Taehyung. Lo necesito—, le suplico, con todo el cuerpo rígido.

Mis músculos se tensan mientras me introduzco en su interior y miro hacia abajo en el momento en que pierde el control y se corre por todo el vientre y el pecho. Es la cosa más caliente que he visto en mi vida, y estallo dentro de él, vaciando mis pelotas con un grito agudo antes de desplomarme sobre su pecho.

—¿Te acuerdas de la primera vez?—, me pregunta susurrándome al oído, sin apartarme de él, y yo gimo contra la almohada.

—Oh, por favor, no me lo recuerdes.

Me peina el pelo con una mano y me besa la sien. —Me encantó. Era todo lo que quería que fuera.

—Yo duré como dos segundos—, me rio entre dientes, con mi polla reblandecida aún dentro de él y haciéndonos gemir suavemente a los dos.

Me vuelve a acariciar el pelo y sacude la cabeza. —Estaba tan enamorado de ti. Sabía sin lugar a dudas que quería que fueras el primero.

Teníamos que darnos prisa. Fue al aire libre, en un parque, a medianoche de un festival. Estábamos lejos de la multitud, sobre una manta, con los fuegos artificiales sonando a lo lejos, pero era imprudente y peligroso. Aun así, los dos vivíamos con idiotas y no pasábamos mucho tiempo a solas. Aunque no se corrió hasta mucho más tarde esa noche, cuando se la chupé en el coche aparcado, y yo me corrí demasiado rápido por tener sólo diecisiete años y meterme dentro de él por primera vez, no cambiaría ese recuerdo por nada.

—Yo también estaba enamorado de ti. —Giro la cabeza para besarle la mejilla. —Y he mejorado mucho.

Me da una palmada en el culo desnudo. —Es verdad. Ahora duras el doble. —Me guiña un ojo y yo gruño, pero oigo un aullido fuera de nuestra puerta, seguido de un gruñido más grave, pero que sigue siendo un aullido. Los dos nos reímos porque sabemos que empieza nuestro día.

—¿Crees que puedo convencer a Riki y a Taki para que quieran una cabra en vez de esos monstruos?

Taehyung se ríe y me empuja fuera de él, sólo con una leve mueca, y salta fuera de la cama. Contemplo su cuerpo glorioso, un poco delgado todavía, pero increíblemente hermoso. Y todo mío.

—Creo que tendrías dos chicos con el corazón roto.

Salto de la cama también. —No puedo tener eso. —Agarro un par de pantalones, me los pongo y me acerco a Taehyung, sostengo su rostro entre mis manos y lo beso con fuerza antes de apartarme lo suficiente para que mi nariz roce la suya. —Sigo total y completamente enamorado de ti.

Sonríe y me da un beso rápido en los labios. —Yo también sigo total y completamente enamorado de ti.

Sonrío y lo suelto, aunque en realidad solo quiero quedarme encerrado aquí con él. Hoy tengo que ir al juzgado y sé que él tiene la agenda muy apretada. Tenemos que llevar a los niños al colegio. Taki está empezando a adaptarse a su vida aquí. Aunque, comprensiblemente, sigue siendo tímido y no nos pide directamente nada de lo que quiere o necesita. Lo hace a través de Riki, y eso nos parece bien por ahora. Esperemos que pronto podamos ganarnos su confianza. Taehyung se dirige al cuarto de baño para ducharse, ya que será él quien lleve a los niños al colegio, y yo abro la puerta y me encuentro con dos bolitas enfadadas que gritan y necesitan salir.

—Buenos días, Bell y Edison, malditos necesitados.

—¿En serio? —No he visto a Riki, pero parece divertido y no enfadado.

Me encojo de hombros. —¿Me equivoco?

Sonríe, agarra a Bell, que es el más mimado de los dos, y llama a Edison para que lo siga. El perro lo hace alegremente mientras yo voy detrás de ellos. Riki los saca al patio y se dirige al armario por cereales.

—¿Cómo está Taki? ¿Lo has despertado ya?

Sonríe con cariño y niega con la cabeza. —Ni hablar. Es malo por las mañanas.

Me rio entre dientes, sin discutir porque el chico odia las mañanas. Agarro una taza de café y me siento en la barra con Riki mientras se sirve los cereales. —¿Cómo crees que le va?

Se encoge de hombros y espero que no se cierre. Esta es una de mis partes favoritas del día, cuando sólo estamos Riki y yo, esperando a los otros dos. —Creo que le preocupa que nos volvamos a separar. Dice que no quiere irse.

Frunzo el ceño en mi taza de café porque debería poder acelerar este proceso. Soy un abogado, pero hay mucha burocracia de por medio. —No voy a dejar que eso ocurra. Espero que lo sepas.

Se mete un poco de cereal en la boca y mastica despacio. —Quiero creerlo, pero no puedes controlar lo que pasa.

Y una mierda que no puedo. Moriré antes de dejar que cualquiera de ellos se vaya de aquí, pero lo entiendo. El sistema nos ha jodido a todos, una y otra vez. —Voy a llamar a Dahyun hoy a ver si tiene novedades.

Asiente y no parece que crea que vaya a suceder. Pero tampoco parece que no lo crea. Se muestra indiferente.

—Buenos días. —Taehyung entra, recién duchado y vestido, con una sonrisa de oreja a oreja, y yo no puedo evitar sonreír también.

Espero que Riki no se dé cuenta, pero se limita a poner los ojos en blanco y a sacudir la cabeza. Sí, somos tan obvios.

—Buenos días—, dice y come más cereales.

—¿Quién va a despertar al monstruito? —Pregunta Taehyung mientras se sirve el café en una taza.

—No seré yo—, digo yo, y luego sigue Riki.

Taehyung maldice: —Maldita sea.

Los dos nos reímos antes de que se aleje por el pasillo para luchar con Taki y prepararlo para el día.

—Estoy muy, muy contento de que estén los dos aquí—, digo con sinceridad, y Riki sonríe pero vuelve a sacudirme la cabeza como si estuviera loco.

Pero creo que él también está contento de estar aquí, y eso es todo lo que necesito. Ahora solo tengo que averiguar cómo hacer que sea permanente también con Taki.

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