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La pequeña envidia soltó un suspiro cansado, dejo su cuerpo caer sobre su almohada blanca y sabanas moradas de puntos amarillos.
Intento levantar sus piernas para sacar sus medias de tul Pero su entrepierna le dolía mucho por lo cual no pudo alzarlas más de unos pocos centímetros antes de caer rendidas. Soltó un gemido de dolor, simplemente se acostó y miro al techo pensando, miro sus medias notando que una tenía una pequeña mancha marron la cuál era sangre seca que estába en la zona del talón, cerca de aquella zona arriba del tobillo había otra zona rota dejando una abertura circular.
Envidia recordó que ocasionó esa abertura, sus ojitos se pusieron llorosos, rápidamente se las quito, sus párpados se volvieron pesados y poco a poco se empezaron a cerrar dejándo la en un profundo sueño, mientras deseaba y pensaba en un futuro mejor.
Deseaba que alguien viniera y hablara con ella la consolar y la escuchara y la ayudara a superar esto, la protegiera, de su abusador.
Pero no. Nadie le hablo, ni vino a buscarla a su habitación.
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La pequeña envidia abrió lentamente sus ojos soltando bostezo mientras moví un poco su cabello hacia otro lado para quitar lo de su carita, con una mano frotó sus ojos para luego mirar a su alrededor confundida sin entender dónde estaba.
Mira todos los lados estaba todo oscuro y veía unas cuerdas de las cuales se agarraba, para luego mirar abajo y mirar sus pequeñas piernas colgando mientras lo uno lo único que la mantenía ahí arriba son caer a ese oscuro abismo sin fin era un tablón de madera, abajo de sus pies un oscuro abismo yacía ahí, aterrándola, su mente infantil le decía que hay dentro estaban los miles de monstruos a los cuales ella temia, escondiéndose en la tenebrosa oscuridad, dónde pertenecían.
Miro abajo con una mirada perdida, mirando sus pequeños pies desnud0s. Luego levantó su mirada y se quedó viendo fijamente al frente suyo donde solo había oscuridad con la mente perdida con el alma rota, después de lo que le hicieron, le arrebataron su inocencia, su infancia y ahora no podía ver todo igual, se sentía vacía y perdida, un fuerte vacío en su pecho, en su Interior.
Entonces de la oscuridad salió un largo brazo de un color que parecía una mezcla entre rojo furia y rosa vergüenza con la mano abierta subió y subió lentamente hasta llegar al pie de envidia jalando un poco de su dedo más pequeño hasta lograr agarrar un pedazo de su piel, empezó a pelarla, tal como a un plátano dejando ver sus musculos sangrantes dejando una escena bizarra.
Envidia no reaccionó, solo se quedó mirando al vacío con una mirada perdida y muerta su brillo e ilusión que siempre llevaba reflejada en sus grandes ojos se habías esfumado, tal vez para probablemente nunca volver otra vez.
Esa mano se llevó su ser, tal como lo hiso lujuria
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