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Se despertó sobresaltado, empapado en sudor y con la respiración entrecortada, sintiendo que el aire no era suficiente para llenar sus pulmones. Llevó una mano temblorosa a su frente, notando las gotas de sudor que se deslizaban lentamente por su rostro, empapando las sábanas bajo él. Lo que más le sorprendió fue la ausencia del cuerpo cálido que había estado a su lado.

Una sensación de pánico se apoderó de él, su mente no comprendía completamente por qué sentía tal urgencia, pero su cuerpo reaccionaba instintivamente. Se levantó de la cama, sus nervios al borde del colapso mientras buscaba frenéticamente a Felix en cada rincón de la casa. Cada habitación vacía aumentaba la opresión en su pecho, la desesperación crecía con cada paso.

Finalmente, llegó a una sala en penumbra. La silueta de Felix se dibujaba contra la ventana, la luz de la luna bañando su figura. Estaba apoyado en el alféizar, su mirada fija en la luna llena, perdida en pensamientos insondables. Felix parecía aún más demacrado bajo la fría luz lunar, sus rasgos acentuados por las sombras que jugaban en su rostro. La tristeza emanaba de él, palpable en cada fibra de su ser.

Hyunjin se detuvo a unos pasos de distancia, observando al rubio con el corazón apesadumbrado. La visión era desgarradora: Felix, envuelto en una melancolía profunda, su postura reflejando una fragilidad que contrastaba con la fuerza que intentaba mostrar. A su lado, lo que parecía ser el reflejo de un objeto filoso que el pecoso trató de ocultar.

— ¿Felix? — llamó en un susurro, intentando no asustarlo.

Felix no respondió inmediatamente. Sus hombros subieron y bajaron con un suspiro pesado antes de que finalmente girara la cabeza para mirar a Hyunjin. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos, reflejando una tristeza insondable y a su lado, lo que parecía ser el reflejo de un objeto filoso que el pecoso trató de ocultar.

— No podía dormir — murmuró Felix, volviendo su mirada a la luna — A veces, la noche es el único momento en que todo se siente real. El silencio... la soledad... es como si el mundo desapareciera y solo quedara esto.

Hyunjin sintió una punzada de dolor en su pecho. Quería acercarse, ofrecer algún tipo de consuelo, pero había una barrera invisible entre ellos. Sabía que no podía forzar la cercanía, no cuando apenas se conocían y Felix aún era un misterio envuelto en dolor.

— Es irónico, ¿verdad? Rodeado de silencio, y aun así, mi mente no deja de gritar.

Hyunjin asintió, aunque Felix no lo miraba. Se acercó un poco más, sin invadir el espacio personal del otro.

— No tienes que enfrentarlo solo, Felix. Estoy aquí. Tal vez no nos conocemos bien, pero quiero ayudarte.

Felix cerró los ojos por un momento, absorbiendo las palabras de Hyunjin. Cuando los abrió de nuevo, su mirada se suavizó ligeramente, aunque la tristeza seguía presente.

— Gracias, Hyunjin. Es... difícil para mí confiar en alguien. Pero aprecio que estés aquí.

Hyunjin sonrió con tristeza, comprendiendo la lucha interna de Felix. No quería presionarlo, solo quería que supiera que tenía a alguien a su lado, dispuesto a escuchar y a ofrecer apoyo.

— Estaré aquí si me necesitas — prometió Hyunjin, su voz firme pero gentil.

Felix asintió lentamente, un pequeño atisbo de esperanza en sus ojos.

—Tal vez... tal vez podamos ver la luna juntos, sin que se sienta tan solitaria.

Hyunjin se acercó un poco más, hasta estar a un par de pasos de Felix. Ambos miraron la luna en silencio, compartiendo un momento de entendimiento tácito.

El chico del retrato _ HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora