El Partido de baloncesto

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Josuke seguía en su cama, con los ojos abiertos en la oscuridad, dejando que los tenues haces de luz de la luna que se colaban por la ventana trazaran figuras abstractas en el techo. No podía apagar su mente; los pensamientos giraban en un ciclo interminable, siempre regresando a ese momento en el Starry (el club de musica).

Hitori, siempre tan reservada y cautelosa, se había atrevido a dar un paso que él no esperaba. Justo al final del ensayo, mientras todos se preparaban para irse, ella se había acercado. No había dicho mucho, solo un par de palabras, pero su mirada lo decía todo: una mezcla de gratitud, afecto y algo más profundo que Josuke no se atrevía a nombrar. Cuando ella lo abrazó, no fue un simple gesto de amistad; hubo una suavidad, una delicadeza en la forma en que lo rodeó con sus brazos, que hizo que su corazón se acelerara.

En ese abrazo, Josuke sintió como si el mundo entero se hubiera detenido por un instante. Pudo oír el latido de su propio corazón resonando en sus oídos, mezclado con el sutil aroma a lavanda del cabello de Hitori. Fue un momento de vulnerabilidad compartida, donde todas las barreras que ambos habían levantado se desmoronaron. Sus palabras de aprecio fueron como un bálsamo para su alma, calmando todas las inseguridades que lo habían atormentado sobre sus propios sentimientos.

Sin embargo, esa calma duró poco. Ahora, en la soledad de su habitación, el peso de lo que había experimentado comenzaba a presionarlo. Sabía que ese abrazo no había sido solo un gesto casual, sino una señal de algo más profundo, algo que ambos sentían pero que ninguno de los dos había tenido el valor de expresar. Josuke comenzó a darle vueltas a todas las veces que había querido decirle a Hitori lo que realmente sentía, pero siempre había retrocedido, atrapado por el miedo al rechazo o a arruinar lo que ya tenían.

Sin embargo, esa calma duró poco. Ahora, en la soledad de su habitación, el peso de lo que había experimentado comenzaba a presionarlo. Sabía que ese abrazo no había sido solo un gesto casual, sino una señal de algo más profundo, algo que ambos sentían pero que ninguno de los dos había tenido el valor de expresar. Josuke comenzó a darle vueltas a todas las veces que había querido decirle a Hitori lo que realmente sentía, pero siempre había retrocedido, atrapado por el miedo al rechazo o a arruinar lo que ya tenían.

Mientras sus pensamientos se arremolinaban, el nerviosismo del próximo partido de baloncesto se entrelazaba con sus sentimientos por Hitori, creando un torbellino de emociones que lo mantenía despierto. Josuke sabía que el partido contra Itan no era solo una prueba de sus habilidades en la cancha, sino también una prueba de su capacidad para manejar la presión en diferentes aspectos de su vida.

No muy lejos, Goro estaba lidiando con sus propios demonios. Aunque había participado en muchos partidos antes, el encuentro de mañana tenía un peso especial. Sabía que su hermano menor estaría bajo una presión inmensa, tanto en el juego como fuera de él, y Goro quería estar allí para apoyarlo. Había notado cómo Josuke estaba más pensativo de lo habitual, y aunque no sabía exactamente qué lo preocupaba, sospechaba que tenía que ver con Hitori.

Goro suspiró en la oscuridad de su habitación, preguntándose cómo podría ayudar a su hermano a superar todo esto. Era consciente de que no podía resolver los problemas de Josuke, pero estaba decidido a estar allí para él, tanto en la cancha como fuera de ella. A pesar de que el partido era solo un amistoso, Goro sabía que para Josuke, era mucho más que eso.

Mientras Josuke miraba las estrellas desde su ventana, intentó concentrarse en el abrazo de Hitori, en la calidez de sus palabras, y dejar que esas sensaciones lo calmaran. Sabía que debía descansar si quería dar lo mejor de sí en el partido, pero su mente no dejaba de correr en círculos, atrapada entre los nervios del juego y la confusión de sus sentimientos.

Finalmente, Josuke decidió que necesitaba serenarse. Se levantó de la cama y caminó lentamente hacia la ventana, observando el cielo estrellado. Cerró los ojos y se centró en la sensación del abrazo de Hitori, dejándose envolver por la tranquilidad que ese recuerdo le brindaba. "Ella cree en mí", se dijo a sí mismo, y con ese pensamiento, intentó dejar de lado sus preocupaciones y volver a la cama, esperando que el sueño lo alcanzara.

Cuando Los Introvertidos Cruzan Caminos (oc x hitori gotoh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora